5/7/11

El último Emperador





Viena y Budapest han hecho público su pesar por la muerte de Otto Habsburgo-Lorena, hijo del último emperador de Austria Hungría. El resto del mundo, se conmueve ante la muerte de este caballero de noventa y ocho años, que tanto trabajó por la creación de una unión europea.

Con su tío abuelo el emperador Francisco José a la edad de dos años.


Su Alteza Imperial y Real Francisco José Otón Roberto María Antonio Carlos Maximiliano Enrique Sixto Javier Félix Renato Luis Cayetano Pío Ignacio, Príncipe Imperial, Archiduque de Austria, Príncipe Real de Hungría y de Bohemia, nació en Villa Wartholz, Reichenau an der Rax, Baja Austria, el 20 de noviembre de 1912. 




Coronación de sus padres.

Aunque solo tenía cuatro años cuando murió su tío-abuelo en noviembre de 1916, recordaba con claridad la ceremonia fúnebre en el año 2009, como un acto con tintes lúgubres e impresionantes; pero aún era más nítido el recuerdo de la ceremonia de coronación de sus padres, el emperador Carlos I de Austria y su esposa Zita. El ascenso de su padre al trono le convirtió de forma automática en príncipe heredero.

Poco duró la vida dorada de Otto Habsburgo-Lorena. El final de la Primera Guerra Mundial convierte en repúblicas, tanto a Hungría como a Austria, la familia tiene que exiliarse y todos sus bienes fueron confiscados. Se refugian primero en Suiza y luego en Madeira, donde su padre muere en 1922, según palabras de Otto, porque no tenían dinero para pagar a un médico.


A la edad de diez años.

El archiduque Otto es educado por su madre con esmero para prepararle para reinar algún día y que pase a ser Jefe de la Casa de Habsburgo cuando alcance la mayoría de edad en 1930. La mediación de don Alfonso de Urquijo e Ibarra y el apoyo de don Alfonso XIII a la muerte del Emperador, la Emperatriz,  sus ocho hijos y la Archiduquesa María Teresa, les proporciona el acomodo en se trasladan a Lequeitio, donde residen hasta que el estallido de la Primera República les obliga a trasladarse a Bélgica. Allí, en la Universidad de Lovaina, cursará la carrera de Ciencias Sociales y Políticas.

Volvió a su país durante la dictadura 'austro-fascista' de Kurt Schuschnigg; pero fue expulsado de nuevo cuando Alemania anexionó Austria. En 1940, tiene que huir de nuevo, primero a Bélgica y luego a Francia, tras la ofensiva de Hitler. Se había opuesto radicalmente a la anexión de Austria y esa postura y su declarado antinacismo, le granjearon el odio de Hitler, que encargó a la Gestapo su asesinato. Gracias al cónsul portugués, Arístides de Sousa Mendes, los Habsburgo consiguieron en Burdeos los visados necesarios para entrar en España y viajar, desde aquí, a los Estados Unidos, donde se alistó en el Ejército y formó parte del Desembarco de Normandía, aunque se cayó de una barcaza y tuvo que ser llevado a un hospital.

Lucha ante Roosevelt para que, tras la guerra, restauren una Austria independiente. Aún así, fue desterrado de su país y no pudo volver a él hasta 1996.



Fografía de su boda con la Princesa Regina de Sajonia-Hildburghausen y Meiningen en 1951

Tras la guerra, se entregó de lleno a la reconstrucción europea, en particular a cuestiones relacionadas con el Danubio, siguiendo las ideas de su padre; pero no tardó en entender que se trataba de un espacio insuficiente para una política a escala mundial, que Europa constituye una idea común a las aspiraciones de las naciones  del viejo continente.

No pudo volver a Austria; pero sí a Hungría en los años '80, donde mantuvo una buena relación con Imre Pozsgay, uno de los dirigentes del Partido Comunista húngaro, que hizo que su país se abriera. Para entonces y desde 1979 y hasta 1999, trabajaba ya en el Parlamento de Estrasburgo, por la CSU de Babiera. Entre 1973 y 2004 fue presidente de la Unión Paneuropea. En 1989 fue uno de los promotores del «picnic paneuropeo» en la frontera austro-húngara, que permitió a más de seiscientos alemanes del este huir por aquella zona libre del Danubio hacia el oeste, en un acto que fue precursor de la caída del muro de Berlín.

La Europa unida fue su sueño y por él luchó, hasta que ayer, 4 de julio de 2011, la muerte puso fin a una larga trayectoria. Él mismo nos dejó el secreto de la longevidad en una entrevista de Jean Sévillia publicada en Le Figaro.

¿Cuál es la gran baza de Europa?
Su cultura. Está tan profundamente arraigada que puede conocer renaceres insospechables. También cabe que se produzca una vuelta a la religiosidad: mire el éxito del reciente viaje de Benedicto XVI a Francia. Tengo una gran confianza en su país. Mi madre era una Borbón, el francés, junto con el alemán y el húngaro son mis tres lenguas maternas. He vivido algunos años en París, y soy  miembro del Instituto: en Francia, me siento un poco como en mi propio país.
¿Le preocupa la actual crisis financieras?
La heridas del dinero nunca son mortales. Las heridas políticas, sí.
Con sus 96 años de edad, usted viaja siempre y es consultado...
Sí, especialmente en los nuevos países europeos. Mire usted, es normal: mi familia se ocupa de política desde hace setecientos años. En cierto modo, lo tengo en los genes.
¿Qué es lo que la experiencia le ha enseñado?
Que uno siempre gana trabajando para los demás. Es algo que prolonga considerablemente la vida, al darle a uno objetivos que cumplir. Yo siempre me he fijado metas.

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