31/12/11

¡Por fin, noticias!




[foto de la noticia]



Hoy el Consejo de Ministros ha aprobado una serie de medidas que me han producido espanto, de entrada. Presa de la angustia ante la subida de impuestos he hecho números sobre la marcha, he comprobado el alcance del recorte en mis recursos y he hecho un rápido recorrido por las partidas domésticas para ver qué nuevas economías domésticas podía aplicar para afrontar la reducción de mi capacidad económica sin demasiado sufrimiento.

Tras la crisis de pánico inicial, aspiré hondo y me replanteé la situación. Llevo años aterrada ante la frivolidad del Gobierno ante la crisis. Llevo años ansiando que me cuenten el alcance del problema, las medidas que creen que serán más adecuadas para combatir la devastación.

Es cierto que la economía no es una ciencia exacta, que intervienen muchos factores, muy delicados y variados en la situación fáctica que afrontamos y es fácil que se equivoquen, que el tratamiento que elijan no sea el adecuado; pero yo quería ver una estrategia, no importaba si era equivocada. 

Lo que quería era ver que se hacía algo serio. Si se equivocaban en las medidas, el propio error revelaría la presencia de factores no contemplados y permitiría aplicar medidas correctivas sucesivas para ajustar la medicación.

Por fin tenía lo que había ansiado. Me dijeron cómo estaban las cosas (peor de lo previsto), qué medidas iban a adoptar para combatir el problema, que estas medidas son un anticipo de lo que nos espera; porque falta por conocer otras variables que obligarán a incrementar el sacrificio de los sufridos españoles y que estas primeras medidas tienen un plazo: dos años, de momento, si han acertado con la estrategia óptima de combate.

Mi histeria desapareció. Tengo margen para afrontar el plan actual y recursos de emergencia para afrontar recortes adicionales en mi economía sin tocar los ahorros. Soy una privilegiada; pero sobre todo, estas medidas me confortan; porque veo que se está haciendo algo, acertado o no, pero algo bien meditado para luchar con las circunstancias. No es una improvisación, sino una puesta en marcha seria de un camino hacia la recuperación.

No me importa, concluyo, verme obligada a administrar cada céntimo de euro. No me importa renunciar a pequeños placeres, incluso a cosas que considero básicas, para afrontar el sacrificio que exige la lucha contra la crisis.

Sólo hay una cosa que me subleva, que condeno y no perdono al nuevo Gobierno; que mientras me obliga a afrontar una etapa de papel y lápiz draconiano para cuadrar mi mermada economía. Que cuando me impone sacrificios notables hoy, tal vez drásticos mañana, apruebe la concesión de honores al gobierno que nos ha llevado con su venalidad, su irresponsabilidad y su mendacidad, a una cifra de más de cinco millones de parados, al empobrecimiento del conjunto de la sociedad, sobre la base de los servicios prestados a España.

Entiendo que siempre se ha hecho y podía suponer dar munición al contrario romper la tradición. Entiendo que puede haber sido una vía para colaborar con la Casa Real en la denegación de ansiados títulos nobiliarios, optando por lo menos para abortar esa aspiración que dañaría aún más el prestigio de la Corona tocado de gravedad en este momento.

Aún así, es un insulto a todos los españoles (en especial a los parados, los desahuciados, los que se libran del hambre y la desnudez gracias a los comedores sociales y Cáritas), la concesión de esas distinciones. No han prestado ningún servicio a España; todo lo contrario: la han arruinado y lo único que merecen es ser encausados por sus desmanes, purgar sus culpas en la cárcel y, cuando salgan, ser apartados como apestados por la sociedad.

30/12/11

Tengo derecho



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Hoy hay muchas noticias para comentar: la imputación de Urdangarín, el encausamiento en el Suprepmo de Blanco, la candidatura de Rubalcaba; pero eso son noticias menores, irrelevantes.

Hoy tenía el propósito de introducir un texto de felicitación del año nuevo a mis seguidores, porque mañana inicio una vorágine de preparativos en mi condición tradicional de heredera de mi suegra que no ha tenido hijas y cumplo con un placer que entenderán si les cuento que puedo reunir catorce personas entre hermanos, suegra, cuñados, hijos y sobrinos, librándome de la maldición de los cuñados. Las risas son la tónica, la ternura el lazo, el amor el sustrato que nos une por encima de toda diferencia.

No hablaré de ninguno de esos temas estrella. Mi corazón de madre, esposa, hermana e hija me exigen rendir un tributo a esa familia granadina que vino a Gijón a disfrutar unas vacaciones y se vio mermada de modo dramático.

Quiero que conste mi más sentido pésame, mi absoluta consternación ante el drama que viven. Quiero que sepan que rezo (porque en estas circunstancias se necesita un milagro) porque el niño desaparecido se presente sano y salvo en cualquier momento.

Quiero que esas familias, aunque nunca lleguen a saber que hoy me sumé a su dolor, sean las protagonistas de mi entrada; porque todas las demás noticias no tienen un relieve digno de ser resaltado si se enfrentan al drama de un hombre muerto y un niño desaparecido. 

Ningún cargo político o administrativo es indispensable en ningún puesto. Siempre hay recambios que lo harían tan bien o mejor. No cabe esa flexibilidad en el puesto de padre o hijo. Son irreemplazables y, por eso, rindo tributo a esta familia, le envío la mayor compasión (en tanto soy capaz de captar su drama poniéndome en el lugar de cualquiera de los familiares de las víctimas) auténtica protagonista de la jornada, merecedora de que la arropemos con lo mejor de nuestros sentimientos, aunque eso me impida redactar el  «feliz salida y entrada de año» que había planeado.

28/12/11

Yo estuve allí



Fotografía casareal.es



Los dos discursos del Rey, en Nochebuena y el de hoy, en la apertura de la X legislatura, constituyeron un hito en la historia reciente de la Monarquía española.

La torpeza de Iñaki Urdangarín ha dañado la imagen de la Monarquía y era precisa una reacción fulminante y convincente de don Juan Carlos para establecer un cortafuegos. 

Cortafuegos esencial para el bien de todos, no nos engañemos. No ignoremos que los más fervientes luchadores contra la monarquía son los separatistas catalanes y vascos y los nostálgicos de una República imaginaria que sembró de sangre y odio España con el estallido de la Guerra Civil.

Son muchos los jóvenes que repudian la Institución bajo el pretexto de los costes, de que no es democrática y no les representa. Esas manifestaciones tienen el valor de las cuestiones que plantean niños pequeños, con todo su candor al viento, que demuestran que en su universo personal, no existía nada antes de que ellos nacieran. Es normal en esas criaturas; pero no es sano en las sociedades. Hubo un referéndum, votamos y fuimos libres al elegir.

Yo estaba allí cuando se votó el retorno a la Monarquía y puedo dar fe de que no se hizo bajo la losa de una dictadura, sino con el recuerdo fresco en gran parte de los votantes de lo ocurrido en tiempos de la República. Cada Gobierno, me contaban mi padre y mis profesores, derogaba todas las normas del anterior, fueran beneficiosas o no para el país. Eso creaba una inseguridad jurídica que perjudicaba la economía, retraía tanto a los inversores nacionales como a los extranjeros y, sobre todo, creaba un clima de crispación y enfrentamiento insalvable.

La figura del Rey estaba llamada a establecer unos mínimos de continuidad en la política de los distintos gobiernos, eliminando esas prácticas perniciosas de la República; pero lo que mejor apuntala la idea de la Monarquía como una institución beneficiosa para los españoles es una reflexión que me hizo mi padre.

La idea es: imagina una República. Imagina que elegimos como presidente a Severo Ochoa (era la figura más notable y noble en lo personal y profesional de aquellos tiempos). Si va a Estados Unidos o a Japón, no será más que uno de tantos científicos prestigiosos, el Presidente de los EEUU o el Emperador no le recibirán. Si va un rey, las cosas serán diferentes; porque pese a su radicalidad republicana, los americanos sienten reverencia por las viejas monarquías europeas y para el Emperador de Japón, el Rey de España es un par que no puede dejar de recibir sin incurrir en una grave falta al protocolo, cosa inimaginable. Lo mismo ocurrirá con las monarquías gobernantes en toda Europa, con las repúblicas de todo el mundo. Además, el heredero a la Corona estará educado desde el momento de su nacimiento para el papel que le aguarda. Hablará varios idiomas, será introducido desde su más tierna infancia en los complejos entresijos del protocolo. Aunque sea un inútil, se le entrenará para ejercer de forma airosa su papel en los complejos entresijos de la política internacional, tendrá todos los contactos que le interesan a España y la benévola aquiescencia del resto de las Monarquías que le arroparán en su papel, porque es uno de los suyos. Bajo esas ideas u otras parecidas, votaron quienes pudieron hacerlo en ese momento, eligiendo la Monarquía.

El tiempo demostró que esas cábalas de mi padre eran ciertas. Cada vez que don Juan Carlos viaja a los EEUU es recibido en el Congreso.Es una figura clave para manejar las complejas relaciones que mantenemos con Marruecos. De los países árabes a Japón, pasando por el resto del mundo, es nuestro mejor embajador, quién enjuaga los errores garrafales de algunos gobiernos en una encomiable acción diplomática que nos ha librado muchas veces del despeñadero.

No cabe duda de que merece críticas la Institución; pero la solución es articular una normativa pendiente desde hace treinta y tantos años, que regule la función de la Monarquía, marcándole unas competencias y límites claros. En ningún caso pasa por eliminar un órgano, uno de los más baratos para los españoles, que nos abre puertas imposibles de franquear si nos transformamos en una república.

La crisis actual, en la figura de Urdangarín, pasa por legislar para reforzar la Casa Real con rigor, eliminando los riesgos de que se repitan los errores que han llevado al menoscabo de su figura, fijando el marco en la transparencia de su gestión, delimitando sus competencias, dotándola de un poder adecuado para que cumpla sus funciones con eficacia cuando se enfrente a un gobierno como el que hemos sufrido en tiempos recientes; pertrechando al Rey de recursos para combatir políticas erráticas, conductas del Gobierno que pongan en peligro el bienestar de la Nación, que fomenten la corrupción y la vulneración del Ordenamiento Jurídico.

No hay ninguna necesidad de cambiar la estructura de las instituciones que nos hemos dado, si corregimos los defectos detectados en el discurso del tiempo mediante una legislación eficiente, esclarecedora, que se acomode a las circunstancias actuales; pero que mire más allá, contemple supuestos previsibles en los que la figura del Rey sea clave en la resolución de conflictos institucionales graves y le otorgue una funcionalidad y unos límites anexos que permitan desarrollar la institución en todo su esplendor.

26/12/11

El Rey proclama el imperio de la ley





Elijo una imagen del árbol de Navidad como símbolo de la luz que rasga las sombras de la estación más oscura del año.

Luz es lo que necesita España tras la oscuridad de estos años de tinieblas. Se alumbró la luz con el contenido del programa marco del nuevo gobierno comprometiéndose a decir la verdad, a perseguir la transparencia y fortalecer las Instituciones del Estado mediante leyes que propicien su independencia.

Es una luz necesaria en esta época en la que ninguna institución ha salido ilesa de los efectos del programa de ruptura que abanderó desde el primer momento el anterior Gobierno. Incluso la Corona, a través de uno de los miembros de la familia real, se ha visto tocada por ese viento de amoralidad y desdén hacia las estructuras básicas que articulan el buen funcionamiento de una sociedad.

En su mensaje de ayer, el Rey fue todo lo claro que podía ser. Es necesario que nadie, sea quien sea, se sienta por encima de la Ley, elemento básico de la estabilidad social. 

Todo aquel que haya vulnerado los principios básicos del sistema con un comportamiento contrario a la ética y la moral que ha de presidir todos y cada uno de los actos de cualquier español, internándose en los territorios que penalizan nuestras leyes, puede sustraerse a la acción de la Justicia, sea yerno real, infantas reales o ciudadanos que han asesinado o colaborado con los asesinos.

Ese mensaje terminante de preeminencia del imperio de la Ley es necesario tras un tiempo en el que el espíritu imperante era que las normas se hicieron para ser vulneradas, incluso por las más altas instancias del Estado.

Uno de los factores determinantes del problema que afrontamos fue la quiebra del principio de seguridad jurídica. Es preciso restablecerlo, aplicar la Ley con rigor, caiga quien caiga.

Dura lex, sed lex. Ese es el aforismo que apuntala el funcionamiento de la sociedad y es bueno que, pese a los riesgos que entraña para la institución que representa, el Rey se haya puesto de forma indiscutible del lado de la ley, refrendando la línea que ha marcado el nuevo Gobierno.

Solo falta que los españoles estemos a la altura y seamos capaces de encarar la crisis con una visión clara de un hecho elemental: las Instituciones están representadas por personas; pero están por encima de ellas. Hemos de ser inflexibles a la hora de exigir que las personas que ostentan la titularidad sean ejemplares; pero si no lo fueren, la solución no es derribar el ente, sino adoptar medidas adicionales para garantizar que no se repitan los hechos y salgan reforzadas de la crisis.

24/12/11

Feliz Navidad






Ha llegado una fecha que no deja indiferente a nadie. Para unos, es una ocasión trascendente en la que celebran el nacimiento de Jesús. Para otros, es una celebración entrañable en la que reúnen a su familia y disfrutan del encuentro. Para otros es una cita fatídica con el consumismo, la tristeza y la soledad desgarradora, potenciada por el aura de encuentro que envuelve la Navidad.

Los dos primeros grupos son mi referencia. Tienen todo mi respeto y admiración quienes viven una celebración cristiana; porque su fe le otorga una trascendencia a la vida que la enriquece y orienta. Para ellos, las ausencias que van llegando con el paso del tiempo a la mesa, no son una fuente de angustia, sino la noticia de que sus queridos ausentes gozan de una vida más plena y cabe que, desde el lugar en el que estén, dediquen una mirada satisfecha a la alegría reinante y les otorguen sus bendiciones y protección.

Los que echan la casa por la ventana para disfrutar de los suyos son igual de admirables; porque, ante todo, tienen en gran estima y valoran la compañía de hijos y amigos. Si sienten el zarpazo de una ausencia, lo guardan para sí centran su energía en mimar a los suyos, crear ese clima mágico propio de las fechas para que reine la alegría y los más pequeños reciban lo que recibieron ellos: veladas mágicas que recordarán como inolvidables, ignorando que quienes las hicieron realidad sufrían en silencio las ausencias de seres queridos.

En cuanto a los últimos, soy consciente del drama. La vida da muchas vueltas y a veces, la soledad viene impuesta por un cúmulo de circunstancias irremediables. 

Aún así, mi experiencia me enseña que quienes vivieron dándolo todo por los demás, son los seres más felices. Que quienes derrocharon alegría y optimismo, incluso cuando les sangraba el alma, son una referencia codiciada y si la crueldad inevitable de la vida les priva de los más cercanos, ese círculo de amigos agradecidos cuida de ellos, nunca les falta una invitación de alguien ansioso de contar con su alegría y jovialidad en fechas tan señaladas y si pasan solos esa noche, es porque prefieren quedarse en su casa.

Ese es el espíritu de la Navidad: un tiempo de recogimiento, de evocación, de entrega y amor al prójimo. Me pregunto si esos que apelan a la soledad de otros, han pensado en invitar a alguna de las personas que están en esa situación a sentarse a su mesa  para librarles de la losa de la soledad. Me pregunto si quienes condenan el consumismo pensando en los que no tienen nada, han planificado una reducción de sus propios gastos para invertir parte de lo ahorrado en proveer a una persona o una familia escasa de recursos, de viandas y artículos de primera necesidad para que esa celebración sea más alegre para ellos.

No hay regalo que iguale la sensación de paz y dicha que se obtiene cuando se corona una carrera de preparativos orientada a arañar un tiempo precioso en la organización de tu fiesta, que te permita escapar en las horas claves para ir a acompañar a quienes tienen que recurrir a un comedor social para celebrar su fiesta de Navidad. Vuelves a casa sabiendo que tus invitados te esperan; pero esa circunstancia que, en otro momento, te causaría una crisis de ansiedad intensa, no te afecta lo más mínimo.

Quienes te esperan tienen una vida confortable y da igual si sirves la cena media hora antes o después; pero lo que has estado haciendo, acompañar, ayudar al éxito de la celebración que acoge a los más desfavorecidos, es algo tan grande y enriquecedor, que sería justo que te pidieran mucho dinero por concederte la oportunidad de regalar sonrisas, actuar como camarera o ayudar a lavar los platos que usaron tus ángeles de la Navidad.

No hay antídoto comparable para la sensación de asco que invade a muchos con la sensación de consumismo que aparece en estas fechas, como la colaboración con estas iniciativas. Hay un mundo, más allá de los platos repletos de mariscos, las recetas de alta cocina y los regalos que se intercambian en esta celebración: ir a uno de esos sitios para ayudar a ofrecer a los más desfavorecidos una velada cargada de alegría, mimo y entrega. 

Prueben a hacerlo. Es el primer paso en un ejercicio de aprendizaje que te enseña que, por encima de tus creencias, tus tendencias y circunstancias, la Navidad tiene un valor intrínseco que hay que cultivar cada día de tu vida, prolongando ese espíritu de entrega y amor. En ese camino se aprende que alegrar la vida a otros es el objetivo vital clave. Y si se consigue, es muy poco probable que lleguemos a estar solos sean cuales sean las circunstancias de nuestra vida; porque el amor que hemos repartido, retornará.

Feliz Navidad a todos.

22/12/11

Fumata blanca




Soraya Sáenz de Santamaría.
Soraya Sáenz de Santa María (Foto El Mundo)


Hoy estaba convocada la prensa a las 19:30 horas para recoger la composición de los designados como ministros del Gobierno de España presidido por Mariano Rajoy. Llegó con puntualidad rigurosa, recitó el listado, esquivó preguntas, «fuese y no hubo nada».

Todos los ministros son titulados superiores, muchos han superado oposiciones como técnicos de la Administración Pública. Algunos ya fueron ministros con Aznar, otros fueron secretarios generales o directores generales durante su gobierno, caso de Cristóbal Montoro, miembro del equipo de Rato o Luis de Guindos. 

El segundo elemento común, al menos en lo tocante a los responsables del área económica, del Ministerio de Trabajo o de Exteriores, es que sus titulares desempeñaban cargos, bien en los equipos del PP en la oposición, bien en órganos de la Unión Europea, que hacen que estén al corriente de la situación, no necesiten un periodo de toma de contacto con los contenidos de las áreas que han de dirigir y coordinar y puedan ponerse a trabajar mañana mismo con una visión clara de las decisiones más urgentes que han de tomar y las directrices a medio o largo plazo que han de establecer en sus programas de trabajo.

El mundillo económico (empresarios de las distintas áreas y analistas de prensa), se ha mostrado satisfecho. Todos coinciden en que Montoro, Guindos, MorenésGarcía-Margallo constituyen excelentes apuestas y, en especial, Luis de Guindos cosecha altos niveles de elogios en el análisis de su aptitud para el cargo. 

Debe ser cierto; porque en cuanto se conocieron los resultados, Marcelino Iglesias ha salido a la palestra como portavoz oficial de su partido, lanzando una estocada a Guindos que fue responsable de la dirección europea de Lehman Brothers, antes de pasar a Price Waterhouse, deseándole mayor suerte en su nuevo cargo que en Lehman Brothers, obviando una realidad: esa empresa, al igual que Price Waterhouse eran 'El Dorado' para todo profesional de la economía antes de la crisis, no sólo porque ofrecían la oportunidad de ganar mucho dinero, sino también porque sólo contrataban empleados muy brillantes y el mero hecho de haber formado parte de sus plantillas era un valor muy cotizado en sus currículums. Que solo puedan hostigar al contrario con ese dato absurdo y con la ausencia de paridad en el equipo, es señal de que los parabienes están justificados.

Mañana jurarán su cargo, se convertirán en ministros y darán a conocer los nombres de quienes eligen para sus equipos. Pasado, celebrarán su primer Consejo de Ministros y empezarán a trabajar a destajo.

Un dato más: Rajoy no ha nombrado un vicepresidente de Economía; porque se ha reservado la presidencia del gabinete de Asuntos Económicos del Gobierno. Ese gabinete se reúne siempre para preparar las cuestiones que se llevan al Consejo de Ministros. Al reservarse la presidencia, se asegura de un conocimiento completo, directo de los asuntos y sobre todo, un control sobre todo lo que pasa al Consejo de Ministros.

Todo esto significa que los cien días de gracia al Gobierno tradicionales (con los que éste no contaba ya desde el comienzo) no se dedicarán a aprender cómo han de manejarse en el cargo, eso lo traen aprendido los titulares más importantes en la acción encaminada a sacarnos de la crisis. Sí serán necesarios para que entren a saco, a través de sus equipos en el estudio de la situación que deja tras sí el anterior equipo de Gobierno analizando las cuentas y el conjunto de la documentación que se les ha ocultado en el periodo de traspaso de poderes, para conocer en toda su dimensión el estado de cosas real necesario para planificar las líneas de actuación.

Por otro lado, el otro elemento clave en el trabajo que afronta el Gobierno en la lucha contra la crisis, el escenario internacional, hoy ha sido favorable. El BCE ha concedido cerca de medio millón de millones a la banca en créditos a tres años. Esto permitirá que saneen sus cuentas y se preparen para abrir el grifo al crédito a particulares y empresas. Mark Mobius, un gurú de la economía, pronostica que la crisis del euro terminará a mediados de 2012. Si el crédito a la banca permite que se sanee, si la crisis del euro remite en el plazo que señala Mobius y en los seis próximos meses la acción de gobierno articula en España las bases adecuadas para la recuperación, podremos respirar; porque se habrá roto el círculo vicioso constituido por la baja producción derivada de la crisis empresarial, falta de crédito por la escasa liquidez de la banca, contracción de la demanda interior como consecuencia de la pérdida de poder adquisitivo derivada del incremento del paro, acompañada de la retracción de las personas que mantienen su poder adquisitivo; pero, ante la incertidumbre, recortan gastos de modo drástico para incrementar todo lo posible su capacidad de ahorro. 

Si la banca normaliza su actividad, habrá crédito. Las empresas supervivientes podrán recuperar el ritmo de producción y quienes quieran poner en marcha una empresa dispondrán del dinero que necesitan. El aumento de la producción absorberá masa de trabajadores. Las nuevas empresas incrementarán el recorte de la lista de parados. Quienes han mantenido el nivel adquisitivo, no sentirán tanta urgencia en reducir al mínimo los gastos. Quienes vuelven a tener trabajo consumirán más, a su vez. Aumentarán las cotizaciones a la Seguridad Social, al tiempo que descienden los gastos en prestaciones. Se recaudará más en impuesto de sociedades e IRPF y podrá reducirse la presión impositiva, con lo que habrá mayor volumen de capital disponible para invertir. Todo esto generará una dinámica inversa a la del círculo vicioso: la del círculo virtuoso necesario para que crezca la economía.

Es hora de encender velas, elevar preces, hacer procesiones, convocar a los hados, renunciar a los prejuicios ante la existencia de entes superiores intangibles, para conjurar la aparición de las circunstancias necesarias para que surja el círculo virtuoso. Eso y que el nuevo Gobierno consiga articular una política adecuada para que se dé el requisito básico: «al mazo dando», más importante que «a Dios orando», para salir de esta espiral infernal.

21/12/11

Bofetón institucional a Antigüedad





Poco hay que añadir a las imágenes. Tras años de cesión y genuflexión ante los terroristas tratándolos con guante de seda, no fueran a sentirse molestos, el ya presidente del Gobierno les ha dejado clara la situación.

Nada les debemos, ellos son los que tienen una deuda con España y tienen que pagarla. En tanto no lo hagan, el Gobierno se mantendrá firme.

No tuve ocasión de ver la cara de Antigüedad cuando respondió Rajoy a sus bravatas; pero sin duda, el arcaico personaje se habrá sentido muy sorprendido al ver que alguien, nada menos que la más alta institución del Estado tras el Rey, le plantaba cara y desmontaba la línea política de los siete últimos años. 

¡Zas! ¡En toda la boca! Y somos legión los españoles que aplaudimos con las orejas al ver al Estado poner a los terroristas en su sitio en cuatro frases.

20/12/11

El círculo virtuoso



Mariano Rajoy, recibe el aplauso desde sus filas, al terminar el discurso de investidura. | Efe
Mariano Rajoy recibe el aplauso de sus filas tras pronunciar su discurso (EFE para 'El Mundo')


Todo discurrió como cabía esperar. Mariano Rajoy no desvelará quienes serán los miembros de su equipo de Gobierno hasta que informe a don Juan Carlos de quiénes son los elegidos para ocupar las diferentes carteras y no precisará los detalles de la política de cada ministerio; porque es competencia de los titulares de las carteras establecer el detalle de las medidas y, con independencia de que el presidente electo aún no sabe el alcance real de lo que se encontrará cuando tome posesión de su cargo y en tanto no lo sepa no puede concretar líneas de actuación, compete a los ministros designados estudiar la situación de las áreas de las que se hacen cargo, analizar el estado de cosas real y trazar la línea de actuación que estimen más adecuada. 

Rajoy ha demostrado que más que respetar las formas, las tiene asimiladas con tanta intensidad que no necesita pensar: adopta de forma instintiva el gesto que corresponde a cada momento, la actitud correcta en cada situación. Es el único que efectúa el saludo protocolario al rey de modo instintivo, uniendo una leve inclinación de cabeza al apretón de manos. No violará la cortesía de que el rey sea el primero en conocer la composición del nuevo gobierno y no incurrirá en la deslealtad de comprometer las decisiones de sus ministros adelantando detalles que son competencia exclusiva de los titulares de las carteras para satisfacer a los periodistas y a los miembros de la oposición.

Se ha limitado a trazar las líneas maestras de su programa de gobierno, tal como cabía esperar y ha exteriorizado, con un despliegue notorio, esa interiorización de las formas. 

Rajoy siempre fue un parlamentario brillante; pero sus discursos fueron siempre los del jefe de la oposición a lo largo de estos años. Era fruto de esa visión interna, meridianamente clara, del lugar que ocupaba en la cámara. Interpelaba en cada intervención a la máxima autoridad del Gobierno, al que veía como la entidad superior en la escala jerárquica y, por enérgico que fuera el contenido de su discurso, su lenguaje corporal transmitía con fuerza esa visión de sí mismo como representante de una figura institucional de inferior rango.

Esa visión clara de la organización institucional que le caracteriza le trasmutó la figura en la comparecencia del día de hoy ante el Congreso. Ya no era el responsable de fiscalizar las decisiones del Gobierno, obligado a ejercer la oposición a las decisiones del Gobierno que consideraba perniciosas para España, obligado a mantener un equilibrio entre la expresión enérgica de la repulsa y el cuidado de las formas en que lo hacía; porque la reprobación a las decisiones que combatía afectaban al ámbito superior de las instituciones políticas y había que mantener una lealtad institucional para no dañarlas más aún de lo que lo hacían sus titulares.

Hoy era el protagonista de un acto del ritual de investidura cuya esencia es la exposición del ganador de las elecciones a la presidencia del Gobierno, de unas líneas maestras de acción gubernamental llamadas (en términos idílicos) a convencer a los partidos de la oposición de que el programa que ofrece a su consideración es el adecuado a la coyuntura que afronta España y trata de persuadirles para que voten su investidura. 


Las líneas que trazó fueron convincentes para quienes consideran que, el grueso del problema que enfrentamos radica en un círculo vicioso: la crisis genera inseguridad. ES cierto que ha destruido un gran bocado del pastel de creación de riqueza; peor hay otra gran parte de sector del consumo que conserva su poder adquisitivo, de empresas que capean la crisis con éxito; pero el miedo  manda,nos cohíbe a todos y contrae la demanda. Si se rompe ese círculo vicioso, si se genera confianza, entraremos en el círculo virtuoso que generará intercambios y restablecerá la normalidad en el mercado.


Eso es lo que persigue Rajoy: romper el círculo vicioso y sustituirlo por el círculo virtuoso. Su éxito dependerá de la eficacia que desplieguen los ministerios claves en la generación de confianza. Es imprescindible que el líder no los maniate de antemano con promesas frívolas y deje a su cargo  la concreción de las medidas encaminadas a romper el círculo vicioso para abrir brecha hacia el virtuoso.

En la circunstancia actual no deja de ser una cuestión de trámite, puesto que su mayoría le garantiza la proclamación como presidente, aunque vote en contra el resto de la cámara; aún así, Mariano Rajoy elaboró el discurso más adecuado para convencer a un arco parlamentario ideal, nutrido por representantes comprometidos con el interés común por encima de las particularidades puntuales para que le prestaran su apoyo.

La fortaleza de los resultados generó el porte instintivo en el candidato sensible al estatus. Nada ni nadie podía evitar su designación y su tesitura gestual fue abrumadora. Había alcanzado la condición de presidente y todo en él transmitía la  asimilación del poder. Derrochaba dominio, tanta seguridad que no tuvo empacho en dar un toque de aviso recordando, tanto a los miembros de su propio partido como a los de la oposición, que estaba acostumbrado a ser apaleado y era capaz de sobrevivir a las maniobras destinadas a convertirle en un cadáver político.

Ayer reflexioné sobre el elemento vital del discurso de investidura. No radicaba en la figura de Mariano Rajoy, consagrada por los resultados de las elecciones como Presidente del Gobierno, hiciera lo que hiciera en la sesión de investidura, como en la de Alfredo Rubalcaba, obligado a emitir un mensaje en su puesto provisional de jefe de la oposición, en la respuesta al discurso de Rajoy.

Fue cicatero, melifluo. Prometió ser una oposición leal, en tanto en cuanto el nuevo gobierno adoptara como grandes prioridades el programa del candidato derrotado. Si no pone todo su empeño en  poner en marcha un programa que repudió en nicho de votantes socialistas hasta el punto de rebajar al mínimo el nicho de votantes al partido en su historia en democracia, no le apoyará.

Ayer reflexioné sobre los misterios de los análisis que realizan los expertos de los partidos de los mensajes de sus dirigentes. Veremos si el empecinamiento de Rubalcaba en la defensa de un proyecto que ha llevado a su partido al mayor desastre electoral de la democracia, le ayuda en su proyecto. Diseñó el discurso de hoy como un guiño a su partido, más que como una respuesta a la propuesta del aspirante a Presidente. Veremos pronto esa estrategia ha surtido efecto.

19/12/11

En capilla






Se nos hizo eterno; pero el plazo ha concluido. Dentro de unas pocas horas Mariano Rajoy comparecerá ante el Congreso para desgranar su discurso de investidura.

Trazará en él las líneas maestras de su política; pero no entrará en detalles. La razón es obvia: está cumpliendo lo que prometió, no se quejará en ningún momento de la herencia recibida. Respaldó la comunicación del gobierno en funciones, que proclamó un traspaso ejemplar de funciones plegándose al mensaje; pero los miembros del equipo designado para dirigir ese traspaso ya avisaron: se les ofreció la información básica. Hay muchas cajas sensibles sin analizar y cabe prever que se haya destruido información sensible en este lapso. Eso significa que necesitarán meses de trabajo para comprobar la realidad de las cuentas públicas y cuadrar la política económica que han de abordar. Sin esos datos, es imposible enrtar en detalles.

Rubalcaba, el que lo sabe todo, probablemente ignore los datos que se ocultaron al equipo de Sáenz de Santamaría en el detalle; pero no cabe duda de que tiene claro que les han engañado y dejado un escenario mucho peor del que les han dejado entrever. Aún así, replicará conminando a Mariano Rajoy, en una edición más del ejercicio de cinismo al que nos tiene acostumbrados, a que detalle minuciosamente sus planes, logrando que vomitemos muchos españoles, como hemos venido haciéndolo al escucharle a él, al presidente que le encaramó a las cotas más altas de poder que conoció en su trayectoria política y al resto de los componentes de ese ejecutivo que se consagraron como los mendaces por excelencia de la historia de nuestra democracia; pero que lo hicieron de forma tan burda y patética, que, hasta los más fieles, acabaron por sentirse afrentados y de ahí su 110 en los resultados electorales. 

La paradoja que afrontaremos mañana es que lo más relevante de la jornada no radica en el discurso del aspirante a la investidura, sino en la intervención del gran derrotado. 

El futuro de Rubalcaba, tras su apabullante derrota, depende del éxito que coseche ante los españoles en la respuesta que le dé al candidato. Si logra hilar un discurso político de altura, tiene posibilidades de ser investido en el próximo congreso del PSOE como líder del partido, si no lo logra, está deshauciado. 

Los antecedentes predicen un gran batacazo. No cabe dentro de lo posible que, en el turno de respuesta, Rajoy replique con una frase demoledora de este tenor: «señor Pérez Rubalcaba: llevamos sobre nuestras espaldas una experiencia de años en los que el Gobierno en el que usted ostentó un poder omnímodo nos demostró que el engaño, la mentira, la fabulación, el insulto a la inteligencia más elemental, constituían la esencia de la acción gubernamental. El traspaso de poderes nos ha demostrado que mantienen esa línea de ocultación y esa es la razón por la que no puedo descender al detalle de mi programa; porque, vistos los papeles del traspaso, tengo fundados motivos para sospechar que lo que encontraré cuando tome posesión de mi cargo es mucho peor de lo que pude imaginar en la peor de mis pesadillas. Tengo una dilatada experiencia de Gobierno, señor Rubalcaba, que me permite calibrar, sobre la base de experiencias pasadas, el monto del problema que voy a afrontar. A diferencia de usted y el gobierno del que formó parte, soy honesto, franco y responsable. Mido cada palabra para ceñirla a la verdad, persigo el rigor en mi discurso y, por todas estas razones, me considero incapaz de detallar medidas en este momento; porque soy consciente de que he sufrido esa mendacidad intrínseca que caracteriza a la formación a la que pertenece usted, tengo la certeza de que las cosas están infinitamente peor de lo que nos han contado y necesito conocer el daño en toda su intensidad, antes de detallar con minuciosidad el programa adecuado para enmendar el desastre que ustedes han provocado».

Seríamos legión los españoles que aullaríamos aclamado esa respuesta; pero Rajoy nunca dirá algo así. No está en su ADN (que diría Rubalcaba) hacer sangre del contrincante de forma tan descarnada; pero hay otros caminos y Rajoy sabrá usarlos para desactivar la réplica, no ante el gran público, sino ante los analistas de PSOE, políticos curtidos en captar matices que se escapan ante el grueso de la ciudadanía y miden el nivel de la derrota sufrida por su representante usando parámetros que ignoramos los ciudadanos de a pie, incluso en los casos en los que nos pareció que un parlamentario había ganado por goleada, que decretan, de modo inapelable, que resultó perdedor y falló de modo estrepitoso a la confianza que depositó en él su partido.

Todos estamos pendientes del discurso de investidura de Mariano Rajoy. La mayoría pensamos que es determinante; pero eso es falso. Su mayoría le garantiza la investidura, incluso en el caso de que el contenido de su mensaje se centrara en relatar un cuento tradicional. Será investido, diga lo que diga y si optara por recurrir a la narrativa tradicional, si elige bien la historia, obtendría un gran éxito. Los analistas, ante la oscuridad del mensaje, saldrían en tromba a interpretar los aspectos más sutiles del cuento, pergeñarían un mensaje filosófico consistente y  le consagrarían como un gran visionario; porque ha ganado las elecciones por mayoría absoluta y eso estimula de modo notable un sentimiento de pleitesía acendrado, del que no pueden escapar ni sus detractores más virulentos en el pasado.

Rajoy no se juega nada; porque ostenta la cuota de votos  que garantiza su nombramiento para el cargo. Es Rubalcaba (110) quién tiene que protagonizar un alarde antológico en la respuesta para consolidar el liderazgo que persigue en su propio partido y todo apunta a su fracaso. Es un excelente fontanero; pero como líder, se ha revelado en exceso endeble. 

No descartemos sorpresas; pero es razonable apostar por una opción refrendada por los hechos constatados. Rubalcaba está muy por debajo de su leyenda y el discurso de investidura de Rajoy tiene muchas probabilidades de convertirse en su tumba política ante su partido.

17/12/11

Es mi bola de cristal



El Rey junto con Mariano Rajoy
El Rey recibió a Mariano Rajoy (APF para ABC)


El plato fuerte de la prensa se ha centrado en la especulación sobre la designación de cargos en el gobierno de Mariano Rajoy desde el momento en que se conoció el resultado de las elecciones y lo más gracioso es que todos coinciden en que la personalidad del nuevo Presidente dictamina la previsibilidad casi matemática de que las quinielas sean un fiasco, salvo en lo tocante al cargo que le reserva a Sáenz de Santa María.

Yo no voy a elaborar listas sobre titulares de carteras; pero voy a elucubrar sobre las líneas de Gobierno que va a trazar, tal vez no en el cuerpo central del discurso de investidura; pero sí en lo tocante a la línea que va a seguir.

No voy a abundar en dos de sus tres grandes directrices; porque él mismo lo ha explicado en numerosas ocasiones. Su prioridad está en la economía, la creación de puestos de trabajo y la política exterior. 

Acometerá el saneamiento de la banca, la reforma del mercado de trabajo y la implantación de todo tipo de medidas encaminadas a reactivar la economía. 

En política exterior Estados Unidos y la Unión Europea serán sus objetivos preferentes para recuperar el puesto que merecemos en el panorama internacional; para que dejemos de ser los amiguitos del alma de Chávez, Morales, los Castro y Erdogán y tengamos como interlocutores a los dirigentes de países importantes en el panorama mundial, con los que compartimos valores, aspiraciones, objetivos, mercados y cultura. 

El tercer bloque también está perfilado; pero ha pasado mucho más desapercibido. 

Mariano Rajoy ha prometido que cumplirá y hará cumplir la Ley sin contemplaciones en todos los terrenos; pero sobre todo en materia terrorista.


Van  a ser cruciales en ese terreno dos piezas: Justicia e Interior.


La figura del Ministro de Justicia, tiene que acometer una reforma completa del sistema para blindar la independencia de los jueces y garantizar que si llega tras él alguien tan dado a utilizar la Justicia para alcanzar sus objetivos como el gobierno que le antecedió, tenga las cosas muy difíciles. El otro reto que ha de afrontar son las reformas legales necesarias para lograr que España deje de ser un país en el que es muy barato delinquir; tanto para espantar el crimen organizado, como para colaborar en el éxito del otro puntal de la política de seguridad, el terrorismo. 

El Ministro del Interior es la otra pieza clave, de extraordinaria importancia en la estrategia del nuevo Gobierno. Tendrá que dirigir una cruzada implacable contra la delincuencia organizada: la de las mafias que se han instalado en nuestro país y la del terrorismo, el emergente en Galicia y el consolidado de ETA.

Puede que recupere a Mayor Oreja; tiene experiencia en el cargo y, además, ha vivido en primera fila las consecuencias del error de Aznar, que no acometió una limpieza profunda de las FFCCSSEE y gracias a eso fue posible lo ocurrido a partir del 11M. Puede que elija a otra persona. Sin duda, responderá a un perfil: el de alguien experto, gran conocedor de las interioridades de la Policía y la Guardia Civil, que le garantice una planificación de éxito en el objetivo vital: una batalla frontal contra la delincuencia y, sobre todo, el terrorismo.

Todos los analistas coinciden en un lamento amargo frente a Amaiur. La herencia envenenada, la deshonra viva de España, víctima de un Gobierno infame que usó todos los recursos del poder para devolver a los asesinos a las instituciones. Lo cuentan como si esa situación fuera algo fatídico, irreversible, contra lo que nada se puede hacer.

La realidad es que esa visión es absolutamente falsa y  ese análisis tan reproducido raya en lo ridículo hasta el punto de constituir una invitación a cuestionarse la capacidad analítica de los periodistas que sostienen estas tesis tan pesimistas.

Es cierto que la primera tarea del Ministro del Interior tiene que ser una reestructuración de cargos, tanto en la Policía como en la Guardia Civil, para asegurarse de que quienes dirijan las operaciones en los distintos niveles de mando sean profesionales rigurosos en la ejecución de su trabajo, ajenos a partidismos o intereses que centren su máxima prioridad en perseguir el delito, investigar con rigor y poner a disposición de la Justicia a los delincuentes dejando sobre la mesa del Juez un trabajo sólido y sin lagunas. 

Si el Ministro está familiarizado con los Cuerpos de Seguridad no necesitará más de un mes para remodelar las cúpulas, poner en ellas a profesionales de primer orden (que son muchos) encargados, a su vez, de reestructurar los servicios en la línea marcada por el Ministro: seleccionar los profesionales más cualificados y fiables para los cargos intermedios en la cadena de mando. Una vez finalizada esa tarea llamada a garantizar una línea de actuación impecable, el resto es sencillo.

Ya no existen las dificultades del pasado. La época en la que Francia colaboraba de forma activa en la protección a ETA está olvidada. Ahora nuestros vecinos son nuestros aliados más fieles en la lucha contra la banda. La Juez Le Vert estará encantada de colaborar con todas sus fuerzas en la erradicación de esa amenaza que ya les ha alcanzado y acogerá con el mejor espíritu todas las estrategias que le proponga España para perseguir a los miembros activos, detectar a los durmientes, localizar sus depósitos y desarticular su entramado.

Amaiur, sin el respaldo de la violencia latente de ETA, no es nada. Pueden bastar unos meses, un año, tal vez, para que la acción combinada de las fuerzas de seguridad españolas y francesas confisque el arsenal, desarticule la banda y, si no elimine, reduzca a mínimos despreciables el riesgo de que ETA pueda romper su pacto por algo tan sencillo como que no tiene suficientes armas, explosivos ni la infraestructura necesaria para resultar una amenaza a tener en cuenta.

Si los «primos de Zumosol», los que tienen a punto las pistolas y preparan las bombas destinadas a intimidar al Gobierno atentando contra la población indefensa, quedan desarmados, están detenidos y cae sobre ellos todo el peso de la Ley, tanto en Francia como en España, Amaiur no es nada. Si no se avienen a condenar el terrorismo, pueden ser ilegalizados y expulsados de las instituciones sin consecuencias; porque ya no existirá un grupo de asesinos listos para responder con sangre y muerte a lo que tacharán de una afrenta al pueblo vasco. 

Si el Gobierno entrante entra en una lucha sin tregua ni cuartel contra ETA desde el primer momento, se incauta de sus armas, detiene a los miembros de la banda y destroza su infraestructura, le bastarán pocos meses para conseguir esa «renuncia completa e irreversible al uso de la violencia» anunciada por los encapuchados, por el camino más seguro: su destrucción absoluta.

No solo es razonable el planteamiento. Es la única vía que tendrá el Gobierno para garantizar el fin del chantaje a España de los independentistas. Sin ETA, su brazo político no tiene ninguna fuerza; pero no queda ahí la cuestión. Los etarras y su entorno son intrínsecamente cobardes. Si se les priva de su herramienta de chantaje, recogerán velas a toda prisa, condenarán el terrorismo, acatarán la Constitución, pedirán perdón a las víctimas y hasta donarán órganos, si hace falta, para dejar claro que no tenían nada que ver con los terroristas. 

Recularán como alimañas y harán lo imposible por ganarse el favor de la ciudadanía; pero ese efecto se extenderá a otros territorios que acarician ideas independentistas. 

No fue el PNV el único que recogió las nueces cuando los atentados hacían temblar el árbol del que se desprendían los frutos. El independentismo catalán fue otro gran recogedor de nueces en ese escenario de sangre y muerte. Si se lamina el terrorismo, si se destruye a ETA, el tono de los independentistas va a reducirse de forma más que considerable. 

Puede que no desaparezcan por completo las reivindicaciones del «hecho diferencial»; pero se limitarán a una melodía en sordina; a una reivindicación testimonial que sólo pretende mantener la memoria de un tiempo en el que pareció posible alcanzar el objetivo, que se ha perdido; pero que ha de seguir manifestándose periódicamente, por si hay suerte, los tiempos cambian, las circunstancias crean el clima adecuado y surge de nuevo la oportunidad que acarician unas oligarquías irreductibles en su aspiración de optar por ser cabeza de ratón en un pequeño territorio, a cola de león en un proyecto de unidad más sólido y conveniente para la comunidad local; pero letal para sus aspiraciones de convertirse en personalidades de la mayor dignidad en su pequeña taifa.

16/12/11

Amaiur prueba la dureza de la Ley




Amaiur: "Hemos coincidido con el Rey en la voluntad de conseguir la paz"
El Rey y Errekondo (EFE para 'El Confidencial')

El gran cachondeo en el día de hoy fue la actitud servil e impropia que mostró el representante de Amaiur en la recepción del Rey. Ayer también dio para muchas risas la actitud de los representantes de otras formaciones que llegaron a la recepción con cartas, llamadas a ser archivadas para la historia sin que los egregios ojos se molestaran en leerlas (yo lo haría así), puesto que su contenido reivindicaba que el Rey trabajara con denuedo para que los postulantes consiguieran sus objetivos: modificar la Constitución para suprimir la institución monárquica y sustituirla por una república o, en el caso de Amaiur, para que el Rey sea proactivo en la tarea de la independencia del País Vasco.

De locos, sin ninguna duda; pero es lo que hay. Cuando nuestros representantes son toscos payeses o rudos baseritarras que no entienden cómo funcionan las cosas, es lo que pasa: que el Rey, o mejor dicho, la más alta figura institucional, tenga que aguantar «la chapa» de unos patanes que no tienen ni idea, no ya de cómo funcionan las cosas, sino de la cortesía básica que ha de respetar el invitado ante el anfitrión. 

Todos salieron de la entrevista asegurando que el Rey ejercería su influencia para apoyar sus peticiones mendicantes, dando fe de que son incapaces de distinguir la cortesía de la aquiescencia y, lo que es más grave, sin tener la más leve conciencia de que lo que pedían era imposible porque entrañaba, más que la renuncia a privilegios personales, la Alta Traición a la Constitución  que tiene en el Rey el máximo garante de su cumplimiento.

UPyD ha dado muestras de su sentido de estado pactando con Sostres para que no hubiera ninguna reserva reglamentaria a su derecho a formar grupo propio. Muchos han fruncido la nariz cual fariseos genuinos ante esa alianza. 

Si hay algo que ha cuidado el FAC en su formación, fue la incorporación de particulares ajenos a la política a sus filas. Reclutó profesionales y empresarios con dilatada experiencia y Sostres es uno de ellos. 

También representa ese tipo de ciudadano que puede ser más afín a las ideas conservadoras o a las progresistas; pero que, por encima de todo, maneja más el sentido común que la ideología, busca ideas, soluciones eficientes, propuestas que funcionen y le da igual si lo eficiente viene de una tendencia u otra. 

Sostres estará como pez en el agua en compañía de cualquiera que defienda la democracia, persiga el bien común, ambicione colaborar en la solución de los arduos problemas que enfrentamos más allá de siglas o ideologías. UPyD reúne todos esos requisitos y no tengo ninguna duda de que hay muchos más puntos de confluencia en los objetivos, que de disensión.

Hoy es un gran día. La Mesa de Congreso ha impedido que Amaiur forme grupo propio, gracias, en buena parte, a la inteligencia de UPyD, que ha cuidado de poner estacas en las ruedas alcanzando una alianza que le confiere con pleno derecho la formación de grupo propio y libera a la Mesa de hacer equilibrios para justificar que se trate de forma distinta a dos grupos que no cumplen los requisitos. 

Rosa Díez: recibe mi más sincero y sentido agradecimiento por esa generosidad, tan valiosa para eliminar ese escollo y consolidar el veto frontal al terrorismo que compartes con tantos españoles, entre los que me encuentro.

Para Amaiur no es problema la merma económica que entraña ir al grupo mixto; pero es más que sensible perder el privilegio inherente a la categoría de grupo propio, que le concede acceso a los «secretos de Estado» y al control de la actividad del CNI, que disfrutan los partidos que logran un grupo propio y queda fuera del alcance del grupo mixto.

Apelarán, sin duda. Hay antecedentes de interpretaciones latas de la normativa, que fundamentan con solidez el recurso; pero como esos precedentes son excepcionales, no es complicado encontrar justificaciones legales incontestables, en el caso que nos ocupa, para desestimar el recurso.

Es una gran noticia la que nos depara el día de hoy, con la resolución sobre Amaiur. No sólo porque los que el Tribunal Supremo definió como un partido con fuertes vinculaciones con ETA ha encontrado dificultades para avanzar en su paseo  triunfal, con el apoyo del socialismo, sino porque se les ha hurtado el acceso a información muy sensible que sería filtrada de inmediato a ETA, que ninguna persona sensata aceptaría poner en manos de esos asesinos. 

Hoy la Democracia ha dado un paso muy importante en la estrategia de neutralización de las aspiraciones de los asesinos. Y Rosa Díez ha sido la gran aliada en esa labor.

7/12/11

Munia y Zaldun: vascos para la historia


Chao Samartín. Acrópolis. Empalizada, recreación de A. Peña


Hace tiempo que tengo ganas de dar un puñetazo en la mesa con esto de las «comunidades históricas» y hoy he tenido tiempo para trazar unas pinceladas.

Sin duda, la comunidad histórica por excelencia de España debe situarse en Andalucía. No se sabe el emplazamiento exacto de Tartessos; pero no cabe duda de que la primera civilización autóctona desarrollada, con instituciones políticas sólidas, industria, comercio, cultivo de las artes, etc., estuvo allí y desapareció en el s. VI a.C.

¿Qué decir de Numancia, Termancia y otras poderosas ciudades con suficiente poder y riqueza para resistir décadas de asedio de las poderosas legiones romanas? ¿Reivindicamos fueros privilegiados para Soria?

Todo esto parecería una broma si no hubieran aparecido en las últimas  décadas grupos independentistas que han sembrado de sangre y terror cuarenta años de nuestra historia argumentando oscuros derechos históricos nacidos de un pasado imaginario, que no resiste ninguna revisión histórica.

Historiadores tan ilustres como Sánchez Albornoz, Caro Baroja o G. de Valdeavellano (historiador del Derecho), coinciden en que la organización de los pueblos de la Península Ibérica no era uniforme cuando fuimos invadidos por Roma. Los más atrasados se encontraban en el estadio organizativo derivado del concepto gens (unión basada en los vínculos familiares) y el pópulus (vínculos de cohabitación). Los más avanzados habían desarrollado instituciones más evolucionadas, en las que aparece la figura del rey, con frecuencia unida al poder religioso y una estratificación social más acusada, en la que hay castas nobles palaciegas, castas nobles militares, poderosos comerciantes,  pueblo llano, siervos y esclavos. 

En el norte, estábamos en la primera categoría. Hay pocas ciudades importantes y los habitantes ocupan aldeas o pueblos en los que es frecuente que exista una fortificación, bien una torre, bien un enclave amurallado, dada la frecuencia de las razzias y ataques entre poblaciones, por razones diversas que no creo oportuno reseñar aquí.

Sí parece probado que, aunque la organización política fuera débil, existía con carácter general una asamblea (concejo) en la que los jefes de los clanes o los poblados se reunían cuando era necesario afrontar problemas de gran calado que les afectaban a todos, en las que tomaban decisiones consensuadas.

Fuera de esos momentos de grave crisis, cada asentamiento se ocupaba de sus problemas, vengaba sus afrentas atacando al otro cuando correspondía o para robarle, sin más, en tiempos de hambruna o por codicia.

Galicia fue la más romanizada. Hay muestras de una potente romanización de enclaves en Asturias (el castro de Chao San Martín es una joya en ese aspecto, puesto que muestra cómo las construcciones circulares autóctonas se modifican por influencia romana, se modifica la plaza del poblado para construir un foro, incluso albergó en su recinto una villa romana auténtica). Los cántabros también fueron muy romanizados, como los autrigones, caristios, várdulos y berones, dadas las riquezas mineras que había en sus tierras. Sólo una pequeña franja, ocupada por los vascones que no tenían minas ni un valor estratégico reseñable, se mantuvo aislada. 

Con la llegada de las invasiones godas, durante un corto periodo, se constituye un reino suevo en Galicia con capital en Tuy. Como curiosidad: 

«Vitiza reinó diez años.En vida de su padre residió en la ciudad de Tuy, de Galicia. Allí estaba también el duque Favila, padre de Pelayo, enviado por el rey Egica. Por un motivo ocasionado por la mujer, le golpeó la cabeza con un bastón [Vitiza a Favila], lo que le produjo después la muerte. Y cuando Vitiza ocupó el Reino de su padre, entonces Pelayo, el hijo de Favila, el que después se sublevaría con los asturianos contra los sarracenos, fue desterrado de la ciudad regia [Toledo] a causa de lo ocurrido con su padre. Y en Toledo acabó la vida de Vitiza [bajo la advocación del] emperador Tiberio». (Crónica Alberdense).

Tras la invasión musulmana Galicia deja de ser reino y en el nacimiento del Reino de Asturias, no aparece una figura real. Pelayo (719-737), su hijo Favila (737-739), Alfonso I (casado con Ermesinda, hija de Pelayo 739-757), Fruela I (757-768), Aurelio (768-774), Silo (774-783), Mauregato (783-788) y Bermudo (788-791), fueron solo princeps. Tiene que llegar Alfonso II (791-842), hijo de Fruela I, para que se restaure la monarquía. Él sí fue ungido para reinar (Crónica Alfonsina) y renace un reino.

Aún así, la organización del nuevo reino no sufre modificaciones. La sede regia está en Oviedo y el resto del territorio está en manos de señores que defienden zonas que van de Galicia a la frontera con Navarra. Al sur de la cordillera, la acción militar de Alfonso I deja desiertas las tierras; pero Fruela, el padre de Alfonso II, favorece el fortalecimiento de algunos enclaves como, por ejemplo, el monasterio de San Miguel de Pedroso.

¿Qué se sabe de lo que hoy es el País Vasco en esa época? Se sabe que, con Alfonso I ya se producen ataques combinados por parte de los musulmanes al pequeño reino del norte, usando la estrategia de ataque por las alas. Álava y la Vardulia son atacadas con frecuencia y los vascones se defienden con bravura, consiguiendo en ocasiones victorias tan sonadas como la de la batalla de las Conchas de Vitoria (reinado de Alfonso II). 


Se sabe que en el reinado de Fruela I se sublevaron los vascones al mando del conde de Álava. Fruela sofoca la sublevación, toma rehenes, entre ellos a Munia, la hija del Conde, la toma por esposa y engendra en ella a su hijo Alfonso. Máximo y Fromestano habían fundado al comienzo de su reinado un monasterio en Ovetao. Fruela quiere favorecer la población en aquel lugar despoblado por razones que se ignoran y construye una basílica dedicada a San Salvador y un palacio. Aunque la corte estaba en otro lugar, tal vez seguía en Cangas de Onís o puede que hubiera ya una presencia frecuente de la corte en San Martín del Rey Aurelio, que se convertiría en definitiva con este rey, parece que vivió en ese palacio con su mujer y que nació en él su hijo Alfonso. Dada la distancia de Cangas con Oviedo, supongo que la sede de la Corte debía estar más cerca de Oviedo, de otro modo parece muy raro que la residencia habitual de la Reina estuviera en Oviedo. 

La siguiente noticia sobre los vascos se produce en el 812. Ya había iniciado Carlomagno una política de creación de un cinturón de seguridad, con la Marca Hispánica. Estaban conquistadas Cataluña y Huesca, cuando Ludovico Pío, que gobernaba Aquitania desde Toulouse, penetró en Navarra, conquistó Pamplona para frenar los frecuentes ataques de los musulmanes a sus territorios y estableció en ella como gobernador a Velasco el Gascón

Al-Hacam, en respuesta, decide atacar para abrir una cuña en la frontera entre el Reino de Asturias y Navarra. En el ejército de Alfonso II hay una nutrida representación de vascos, cuando acude a la batalla que se entabla el 25 de mayo de 816, probablemente en el valle de Miranda, junto al río Orón. 

La batalla fue encarnizada, terminó en tablas, Abd al-Karim tuvo que retirarse y en su reseña de la batalla recoge los nombres de los siguientes próceres caídos en el bando contrario: Sancho, el mejor caballero de Pamplona, García López, un magnate casado con la hija de Bermudo I, Saltan o Zaldun, el mejor caballero de los «vascos paganos», entre otros muchos guerreros de prestigio. 


Sé que soy muy dura. El mejor caballero de los vascos paganos no se llamaba Aitor, ni Patxi, ni Kepa, se llamaba Zaldun. La primera reina madre del primer reino tras la invasión, una vasca para la historia, no se llamaba Aintzane ni Arantxa, sino Munia. ¡Qué cruel es la historia!

El tiempo no modificó esta línea. A lo largo de toda la historia de España, los vizcainos, guipuzcoanos y alaveses fueron los más fieles y leales servidores del rey de Castilla y luego de España. Nunca estuvieron ajenos a los acontecimientos históricos que vivimos el resto de los pueblos de España hasta que prendió el nacionalismo una mecha absurda inventando una historia irreal, tanto para Cataluña como para el País Vasco.

En nombre de esa fantasía, ha salido de las cavernas una jauría asesina rodeada de un corifeo del que son representantes señeros Patxi López y Jesús Eguiguren. Esta semana nos han dado muestras de su miseria exhibiendo su traición a España, presumiendo de negociar con unos asesinos vulgares que encontraron en una quimera una razón para darse el gusto de asesinar que les pedía su naturaleza, reivindicando un conflicto que nunca existió, actuando como paladines de sus supuestos derechos a que les reconozcamos razón y razones. ¡Si Zaldun levantara la cabeza!

Tampoco existió en Cataluña nada parecido a un reino o una nación. Ni siquiera estoy segura de que Asturias, León, Castilla, Navarra y Aragón tengan ningún derecho particular nacido de unos acontecimientos que, en el fondo, forman parte de la lucha de los habitantes de la Península Ibérica, incluida Portugal, derivada de un hecho geopolítico puro y duro.

España es  un cruce de caminos que recorrieron todos los pueblos  y ese hecho condicionó la historia, la obligó a defenderse de sucesivas oleadas de invasores y cada territorio se las arregló para sacudirse los yugos y caminar hacia un futuro mejor, que, salvo en el caso de Portugal, terminó con la coronación de la lucha compartida en una unión conseguida con sangre, sudor, grandes padecimientos y, sobre todo, una identidad que hizo que todos y cada uno de nosotros viviéramos milenios persiguiendo el mismo objetivo: salvar nuestra historia, nuestra cultura, lo que nos unía, por encima de todas las diferencias.