Foto de familia del PP con pepino (EFE para 'La Razón')
La noticia del día en todos los periódicos es el anuncio público de Mariano Rajoy de que hará auditorías en las comunidades en las que gobernará tras las elecciones para tener un conocimiento preciso de la situación presupuestaria y contable.
Está muy bien; porque ante el problema que tenemos, lo primero es saber cuál es su alcance real, luego ver qué caminos hay para equilibrar las cuentas y reducir los gastos.
La segunda noticia, en la misma línea, son los resultados del primer trimestre en las CCAA en cuanto a cumplimiento del déficit. Me quedo con el análisis que publica Libertad Digital, porque es el más pormenorizado, aporta muchos datos y es exahustivo.
La verdad es que no parece que puedan pasarnos muchas más cosas malas. A la crisis del pepino, se suma el incendio en dos tanques de combustible en el puerto de Gibraltar, que ha contaminado dos playas de Algeciras, hasta el momento.
Fotografía de Francisco Ledesma para 'El Mundo'
Es cierto que la súper crisis económica de Cataluña, es un problema heredado; pero eso va en el sueldo y la carga que se asume al presentarse a las elecciones, en especial cuando esa deuda heredada nace de forma directa de la política catalanista que implantó CIU durante décadas en el gobierno de la CAC.
No es de recibo, con la que está cayendo, que los políticos catalanes aprueben un presupuesto que duplica el techo del déficit impuesto para hacer frente a la crisis.
Bruselas presiona al Gobierno español para que aplique con absoluta firmeza las medidas y meta en cintura a las comunidades ariscas. Tienen a Cataluña en el punto de mira, con especial interés; porque las veleidades catalanistas entrañan gastos abundantes e injustificables en tiempos de crisis y tiene peso sobrado para hundir, por sí sola la economía española.
Pero el Gobierno, en el día de hoy, es Alfredo Pérez Rubalcaba, demasiado ocupado en trabajar en su campaña de las elecciones generales y no cabe esperar que haga nada que ponga en peligro apoyos a sus aspiraciones.
Lo único que le preocupa al Gobierno en el día de hoy es que los españoles llamen a su vicepresidente Alfredo y a ello dedicará durante un tiempo sus mejores energías. Y así, de ocurrencia en ocurrencia, iremos pasando el rato, mientras el faisán duerme y la deuda se dispara.
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