Carmen Chacón en su comparecencia de hoy (EFE para ABC)
El lenguaje gestual de la Ministro de Defensa en su comparecencia ante la prensa para anunciar que no se presentará a las primarias, transmitía disgusto, frustración y rabia (intuí que había un problema de incomodidad derivada del uso de lentillas), junto con una clara demostración de sus infinitas deficiencias en materia de comunicación. No sé cuándo aprenderán los políticos que lo de leer, salvo casos muy concretos, resta muchísima fuerza a su mensaje; pero su terror escénico, o tal vez su deficiente capacidad oratoria les hace aferrarse a la lectura de forma sistemática.
Todos los medios se han hecho eco de la guerra intestina del PSOE con amplia cobertura y sea cual sea su tendencia ideológica, en general no están muy contentos con el espectáculo que están dando los de la rosa.
Mi mente está dividida. Por un lado, la parte menos responsable de mi naturaleza asiste al espectáculo con enorme diversión. El presidente Rodríguez lucha con todas sus fuerzas para imponer las primarias, única vía que le permitiría ajustarse al calendario y seguir hasta marzo en la Moncloa. Patxi le lanza el órdago: lo mejor es un congreso extraordinario. El zapaterismo no quiere ni contemplarlo como hipótesis: supondría elegir un nuevo secretario general y echar al actual de la Moncloa, con convocatoria de elecciones, con toda probabilidad, para el mes de octubre.
El baile de propuestas, declaraciones, ecos de la debacle del domingo pasado y demás movimientos que muestran cómo quienes apoyaron sin fisuras, participaron de forma activa o por omisión en la demolición del país en todos los órdenes, ahora que han visto las orejas al lobo en forma de desastre sin paliativos, se transforman en miembros de banderías diversas: unos defienden su cargo e intentan prorrogarlo lo posible; otros piden la cabeza de quien presentan como único culpable de todos sus males y nos están dando un espectáculo apasionante, plagado de diversión y sorpresas.
La parte sensata de mi cerebro está aterrada. Mientras ellos se enfrascan en los asuntos de partido, sea cual sea el escenario que resulte de lo que acuerden el día 28, la solución será mala para España.
Si se opta por la «línea Zapatero», primero primarias, después congreso ordinario y elecciones en marzo de 2012, viviremos un vacío de poder suicida para un país devastado, que necesita un gobierno hiperactivo que aborde los problemas, trabaje en la adopción de las medidas necesarias para resolverlos; porque cada día cuenta y cada fecha perdida agrava los problemas, incrementará la deuda, debilitará el frágil tejido económico y empresarial y alejará la salida de este túnel.
Si se opta por la «vía Patxi» las cosas no cambiarán de forma significativa; porque con las elecciones a la vuelta de la esquina, poco interés habrá en tomar medidas impopulares, mejor dejar que las aborden los que vengan y los plazos nos van a llevar a mediados de noviembre, como muy pronto, antes de tener un gobierno recién aterrizado (si es que gana el PP como prevén los analistas) que tendrá que empezar por ponerse al día, hacer auditorías para conocer cómo están las cuentas en realidad y los recursos con los que cuenta, a la vez que tendrá que improvisar una Ley de Presupuestos a uña de caballo, que no es lo más recomendable para la situación actual.
Así es que en el caso más favorable, no tendremos un gobierno operativo, por lo menos, hasta principios del año que viene. En circunstancias tan dramáticas como las que vivimos, en especial los millones de parados que, tal vez sufran un receso con el empleo temporal unido al verano y el turismo; pero que volverán a su drama al final del verano o de la campaña agrícola, incrementándose con la destrucción de empresas ahogadas en el pantano de los últimos estertores de nuestro gobierno actual, cualquiera de los dos plazos es letal para el país.
La tercera parte de mi personalidad, la que me mueve a aceptar que cuando todo se muestra adverso y no hay solución posible, lo mejor es tomar la realidad con resignación y temple y procurar huir de la desesperación y sus dañinas consecuencias a través de la visión más positiva de lo que ocurre.
La única visión positiva posible en este escenario, es sentarme a disfrutar del espectáculo de la lucha por el poder, ver cómo se mueven las marionetas, intentar adivinar quién mueve los hilos, quién elabora el guión de la función y regodearme (aunque jamás lo reconoceré) en una estimación: los grandes culpables de que mucha gente esté sin trabajo van a ser desalojados. Sin duda, encontrarán acomodo, no van a quedarse en la calle; porque han montado muchos chiringuitos que viven del presupuesto para recolocarse y no sufrir penurias. Aún así, todos ellos comparten tal hambre por el poder, tanta necesidad de ser «figuras relevantes» que perder el cargo es más doloroso de lo que cabe imaginar.
Con esto me consuelo, me divierto e intento no pensar en los inocentes que van a convertirse en víctimas colaterales de esa lucha fratricida en el seno del PSOE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario