9/4/12

Los intelectuales a favor de una censura radical a la Iglesia



Cristo de Dalí.



El Obispo de Alcalá de Henares es la noticia del día. No ha dicho nada nuevo, se ha limitado a defender la postura de la Iglesia en materia de homosexualidad y aborto. La clave está en la virulencia de sus expresiones a la hora de hablar de los gays y las mujeres que abortan.

No me gusta nada el lenguaje que ha utilizado; pero se ha mostrado una absoluta tolerancia hacia los mensajes de los anticlericales en los que lo más suave que suelen decir es ese eslogan guerracivilista que reza que la iglesia que más ilumina es la que arde.

Han salido en tromba los progres, los defensores de lo políticamente correcto para resaltar que la Iglesia está crecida ante el apoyo gubernamental y por eso se permiten algunos obispos homilías como ésta.

Rechazo tan rotundamente la forma de la homilía del Obispo, como esos ataques. 

Se supone que la gran conquista de la democracia es la libertad de expresión y condeno, con toda rotundidad, a quienes pretenden sellar bocas, no porque infrinjan las normas esenciales de respeto a los valores que rigen en España, como lo hacen algunas exhortaciones de imanes musulmanes a golpear a las mujeres (ante ese hecho los progresistas han guardado silencio de tumbas), sino por el mero hecho de que emiten mensajes que no se ciñen a lo políticamente correcto.

La Iglesia tiene perfecto derecho a decir lo que quiera. Les guste o no a los guardianes de la ortodoxia, el derecho a opinar es un derecho fundamental consagrado en la Constitución y no es lícito intentar sellar bocas por el mero hecho de que representen unos principios y valores con los que parte de la población no está de acuerdo.

Lo más sorprendente de todo esto es que quienes se ponen como fieras son los que se confiesan ateos. Si están al margen de la Iglesia, ¿qué importa lo que digan unos personajes que no tienen ninguna relevancia en su sistema de valores?

Se retratan solos al salir en estampida en cuanto un miembro de la Iglesia emite opiniones que les disgustan. Yo, que soy una ciudadana normal y corriente, que respeta a la Iglesia, condena alguna de sus actitudes y reconoce el gran valor de otras de sus obras, no tengo ningún problema con estas cosas. De hecho, sin el escándalo de estas buenas gentes no hubiera tenido noticias de lo que dijo el Obispo de Alcalá. Y tras conocer el contenido de su homilía, mi reación fue: «bah, bah, bah!»

No tengo ninguna duda de que esa forma extemporánea de manifestarse ha provocado, incluso en los creyentes más devotos una reacción similar; porque todos tenemos nuestra cabeza de pensar, convivimos con gays vomitivos; pero también con gays extraordinarios de enorme calidad humana, comprometidos y valiosos. Conocemos casos de mujeres inconscientes que usan el aborto como anticonceptivo; pero también casos muy dolorosos en los que esa decisión era la única salida que le quedaba a una mujer desamparada que arrastrará un trauma el resto de su vida y rechazamos por inconveniente, desmedida y anacrónica esa diatriba, catalogándola como una de tantas salidas de tono de algunos representantes de la Iglesia, que no merece mayor atención.

En cambio, los anticlericales declarados y militantes, consideran que esas palabras tienen una transcendencia enorme, que van a marcar a numerosas almas buenas, que suponen una catástrofe de grandes dimensiones que es necesario atajar atacándola con una visceralidad e inconveniencia parejas a las que dictaron la redacción de la homilía del Obispo.

Ellos, sólo ellos, no los católicos que guardan la doctrina de la Iglesia, consideran relevante lo que opine un Obispo. Ese gesto de militancia en la contraofensiva a la homilía, es una muestra patente de que la influencia de la Iglesia es mucho menor entre los practicantes que entre los que reniegan de ella.

No quiero vivir en un país castrado, en el que se niegue el derecho a una opinión a nadie y me escandaliza más la reacción de las mentes preclaras, de los intelectuales consagrados como faros guía del pensamiento o los plumillas irrelevantes que salen en tromba a descalificar a la Iglesia, que las desafortunadas palabras del Obispo que, consecuente con la doctrina de la Iglesia, se excede en la forma; pero se ciñe al fondo de los criterios institucionales en la materia.

Deberían reflexionar con seriedad esos intelectuales sobre sus reacciones ante los mensajes eclesiásticos; porque se retratan como los más ortodoxos y genuinos defensores de la censura franquista y no es bueno para nadie que quienes se erigen como paladines de las libertades, se revelen, a poco que se les eche un capote, como los más acérrimos defensores de la necesidad de silenciar bocas y prohibir manifestaciones del sagrado derecho de expresión.

4 comentarios:

Unknown dijo...

¡Ay Carmen, que creo que en esta ocasión ha patinado usted un poquito! Se lo digo con todo el cariño y la admiración que le profeso.
Libertad de expresión ¡Sí y para todo el mundo! pero hay mensajes que lógicamente levantan ampollas y más en los que no comulgan con las ideas/creencias del mensajero. Por ello, creo que los miembros eclesiásticos de cierta relevancia (al igual que los políticos y otros comunicadores)deberían medir sus palabras, su tempo y su tono para no desafinar en el discurso y no sembrar la discordia.
Que la Iglesia Católica (o Anglicana) se rasgue las vestiduras en el tema de la homosexualidad me parece de un cinismo imperdonable, teniendo en cuenta que la Iglesia Católica es un reducto de pederastas homosexuales (en gran medida) que han actuado impunemente durante décadas con el amparo del Vaticano: Benedicto XVI ha pedido perdón por primera vez, y ha prometido apartar a los religiosos que tengan o hayan tenido tal conducta, del contacto con niños y adolescentes. Yo he estudiado un año en un colegio religioso y había algunos elementos que te sometían a tocamientos; aquel año fue expulsado un profesor (no religioso) por abusos a sus alumnos.
"Conocemos casos de mujeres inconscientes que usan el aborto como anticonceptivo; pero también casos muy dolorosos en los que esa decisión era la única salida que le quedaba a una mujer desamparada que arrastrará un trauma el resto de su vida y rechazamos por inconveniente, desmedida y anacrónica esa diatriba, catalogándola como una de tantas salidas de tono de algunos representantes de la Iglesia, que no merece mayor atención."
¡Claro está que sí! pero yo añadiría el aborto terapeútico: cuando el feto pone en peligro la vida de la madre o cuando se trata de un feto que nacerá con malformaciones y deficiencias graves.
La Iglesia es tajante e hipócrita también en este tema: Nacimiento a ultranza del feto mientras no hay rechazo a la pena de muerte. En la última edición del Catecismo Católico, el Vaticano no descarta totalmente la pena capital y la contempla como una especie de Ley Marcial para casos de excepción. ¿Antiguas reliquias del Santo Oficio... Con una Iglesia legitimada para causar la muerte del infiel?. No deberemos olvidar las intrigas de Palacio: Las muertes en circunstancias extrañas de Juan Pablo I y del premier de la Banca Vaticana, nunca aclaradas.
Con estas manifestaciones, La Iglesia se pone en el punto de mira de sus detractores, que tienen el mismo derecho a opinar y a exigir claridad en los planteamientos; y no se trata de de un acoso (yo soy neutral y admito mi catolicismo)sino de una respuesta a una homilía poco calibrada y, en cierto modo, desmedida.
En cambio, los anticlericales declarados y militantes, consideran que esas palabras tienen una transcendencia enorme, que van a marcar a numerosas almas buenas, que suponen una catástrofe de grandes dimensiones que es necesario atajar atacándola con una visceralidad e inconveniencia parejas a las que dictaron la redacción de la homilía del Obispo.
Querida Carmen: no demos tres cuartos al pregonero. Los obispos deberan modearar sus discursos si no quieren incendiar el patio del vecino, y que se incendie el propio.
Un saludo ¡Grande!

Carmen Quirós dijo...

Querido Jano:

Para empezar, le agradezco más que me diga cuando patino, que las loas; porque la crítica constructiva es muy enriquecedora.

En segundo lugar, estoy de acuerdo, en principio, con la mayoría de las cosas que dice. No con que la Iglesia es el mayor reducto de pederastas. Los hay, no cabe duda; pero no se debe tomar el todo por la parte. Siempre he sostenido que la postura de la Iglesia es aberrante en materia de matrimonio de los sacerdotes. La compañía de la mujer adecuada les ayudaría mucho, tanto en su equilibrio mental y emocional, en su estabilidad personal y en su trabajo. Sería una forma de solucionar problemas personales que generan escándalo; pero como eso parece irremediable, no entraré en el asunto.

Por lo demás, coincidimos; incluso en la condena a estas soflamas. Lo digo en la entrada. No son formas.

La clave que intenté transmitir sin éxito está en dos puntos. Por un lado, hay una doctrina oficial en la Iglesia, ajena a la posición personal de cada uno de sus pastores, sean frailes, sacerdotes, obispos, etc. Es legítimo que la expongan y defiendan. Nadie puede discutir ese derecho; pero no es de recibo que lo hagan del modo en que lo hizo el Obispo de Alcalá.

En segundo lugar, el otro núcleo está en la campaña de imposición de silencio de los anticlericales. Incluso en actuaciones tan poco correctas como estas, la libertad de expresión del individuo está por encima de todo, siempre que no vulnere valores fundamentales.

Luego ya vendremos nosotros a recordarles a los curas que prefieren la vida del hijo, aunque sea un ser inviable, a la de la madre; que el aborto es una opción legítima en muchos casos y en otros, la única salida que le queda a una mujer desamparada por la sociedad, empezando por la Iglesia que ha sido y sigue siendo quien más menosprecia y humilla a las mujeres en la cultura occidental.

Nos sobran argumentos para taparles la boca; pero para lo que no hay excusa, es para la pretensión de negarles el derecho a decir lo que piensan. Ya sabe: «primero vinieron por los judíos...».

Un saludo.

Nacho Vega dijo...

Buenas, Dª Carmen Quirós:

Iba a comentar algo parecido a lo que ha escrito D. Jano. Pero, como él lo ha dicho mucho mejor que lo que yo lo haría, me callo.

Antes le digo que me han gustado mucho tanto su entrada, como el comentario de D. Jano y su posterior réplica.

La sigo con interés.

Carmen Quirós dijo...

Muchas gracias, Asturianín.