Soraya Sáenz de Santa María en su comparecencia ante la Comisión Constitucional del Congreso.
(EFE para 'La Razón')
Hoy anunció la vicepresidenta del Gobierno en su comparecencia, cuando ya estaba dando fin a la sesión, que el Gobierno modificará el sistema de elección del órgano de gobierno del Consejo General de Poder Judicial para que doce de los veinte jueces que la componen sean elegidos por la propia magistratura y se rebaje a ocho el número de los elegidos por el Congreso.
Jáuregui protestó por la forma (y eso que no les insultó, ni nada, como solía hacer la anterior vicepresidenta), porque la noticia había sido filtrada a la prensa, ellos se enteraron porque en lugar de estar a lo que tienen que estar, estaban vigilando Twitter y Pedro J. había adelantado la noticia en uno de sus mensajes y porque lo contó a última hora, en la despedida, cuando ya no disponían del uso de la palabra, porque estaba cerrada la sesión y era un trámite de despedida.
No sólo hizo constar su enérgica protesta para que constara en acta, sino que luego entró en directo en el programa de Alsina para explicar que es un escándalo, que cómo van a permitir que los Jueces puedan elegir sus órganos, que hasta ahí podíamos llegar, que esa designación tiene que hacerse en el seno de la soberanía nacional.
Bueno... Todos sabemos que a la sede de la soberanía nacional le interesan bastante más sus comisiones, sus prebendas y sus sillones, que el bienestar de España y la limpieza de la democracia. La realidad es mucho más espuria y sonrojante.
El Consejo General del Poder Judicial no es un mero órgano de Gobierno de los Jueces. Es el órgano de Gobierno de los Jueces.
No se me queden ojipláticos, se lo explico. Tenemos un poder ejecutivo, un poder legislativo y un poder judicial. La cúpula del ejecutivo es el Gobierno. Se elige un Presidente en el Congreso y él elige a su equipo. En las cámaras, se elige a un Presidente, una vicepresidencia y otra serie de órganos, de acuerdo con lo establecido en sus respectivos reglamentos, que rigen ese proceso, siempre entre diputados o senadores electos, que han tomado posesión de su escaño. ¿Qué dirían si les exigiéramos que el Poder Judicial interviniera en la elección designando a los miembros del Gobierno o a los de las cámaras entre los miembros de una lista? Les parecerá una locura y me dirán que es inadmisible. Pasen y vean:
En el Poder Judicial, los jueces tienen que elevar una lista al Congreso, formada por treinta y seis miembros del Poder Judicial elegidos mediante votación por las asociaciones profesionales. De esa lista, el Congreso designará a seis y el senado a otros seis, por mayoría de tres quintos. Los otros ocho, serán elegidos por las cámaras entre juristas de reconocido prestigio, Abogados (Gay, por ejemplo, o María Teresa Fernández de la Vega, si se tercia) o juristas procedentes, por ejemplo, de la Universidad.
Este sistema garantiza la no independencia del Poder Judicial; puesto que sólo serán designados aquellos jueces que garanticen que no darán guerra o que la darán solo cuando le interese al partido que ostenta el Gobierno, como hemos visto estos años. Todo magistrado que muestre un perfil inclinado a la defensa a ultranza del tercer poder será eliminado, por perniciosa que resulte esta política para el prestigio de la Justicia.
Aún está por ver cómo articulan esta normativa; pero por lo que le he escuchado a la excma. sra. Sáenz de Santa María, se tratará de regular que esos doce jueces sean elegidos por el propio Poder Judicial y se reserve a las Cámaras la designación de los ocho restantes.
Si se hiciera así, no digo que quedaría garantizada la independencia del Poder Judicial, porque hay muchos otros factores; pero sería más viable que en el sistema actual la aparición de una cúpula fuerte que no tolerara la injerencia de los políticos y preservara la esencia de la institución.
No es raro que el Partido Socialista, que tanta aplicación puso en el control de Poder Judicial y celebró la quiebra con las exultantes palabras de Alfonso Guerra: «Montesquieu ha muerto», se resista como gato panza arriba a que le desmonten la bolera. Esperemos que la mayoría absoluta se use y no se caiga en cantos de sirena de consensos, para eliminar unos vicios que tanto daño hacen al órgano más valioso del Estado; porque podemos tener un buen gobierno sin cámaras. De hecho las leyes las elaboran juristas expertos. Podríamos vivir sin Gobierno, bastaría un Jefe de Estado que usara la cúpula de la Administración para evaluar las necesidades, invertir los recursos con orden y sacar adelante el país. De hecho Italia y Bélgica han estado sin Gobierno durante largos periodos y no pasó nada.
Pero sin Poder Judicial, que dirima las contiendas entre particulares, controle la actividad de los poderes públicos, protegiendo al ciudadano de sus atropellos y juzgando si una ley o una disposición se ajustan o no a la Constitución, no podemos mantener una civilización.
Ese es el miedo que les inspiran los jueces a los políticos. Su poder es inmenso, si lo ejercen y la jugada es tenerles domesticados para que no cumplan las funciones que la ley les otorga y exige y les dejen campar por sus respetos a placer. Confiemos que esto sea el principio del fin de esa oscura etapa.