30/3/12

Urge aumentar las subvenciones a los sindicatos





La imagen de la izquierda muestra el aspecto normal de una calle de Oviedo. Estamos orgullosos de la limpieza de nuestra ciudad y la cuidamos con esmero, aunque la crisis haya reducido los servicios de limpieza y la Ley antitabaco sea un elemento clave en la mácula de las aceras, debido a la expulsión de los fumadores a la calle y el escaso civismo que muestran muchos arrojando las colillas al suelo, en lugar de llevar un recipiente para recogerlas o acercarse a una papelera para tirarlas.

La segunda muestra una serie de pequeños comercios del casco antiguo, en concreto en la calle San Juan a las nueve de la mañana. Uno de ellos es un comercio de alimentación que lucha por sobrevivir, como todos, en la crisis; con la particularidad de que constituye el último superviviente de los comercios de toda la vida en esa calle. A esa hora debía estar abierto; pero el propietario está amenazado por los piquetes. Si abre le rompen las lunas y el seguro no cubre el destrozo, con lo que, dada la estrechez que atraviesa, ese daño sería su ruina.




Pasamos a la calle perpendicular. Han pasado piquetes por allí dejando rastro. Aún es escaso; pero continuemos. El servicio de basuras no ha funcionado debido a la huelga. Todo edificio tiene cuatro cubos de basura: el negro, para la orgánica, el amarillo para los envases, el azul, para el papel y el verde para el vidrio, que se sacan en los días correspondientes. Las brigadas de basuras vuelcan sus contenidos en los camiones de forma selectiva y así se aligera su trabajo; pero cuando hay anunciadas huelgas, se opta por preservar del vandalismo los cubos y dejar las bolsas colocadas con cuidado junto al portal.



No falta un gracioso que opte por trasladar una bolsa a la plaza; pero es una travesura infantil. Damos gracias de que no la haya reventado y esparcido su contenido.





Continuemos el recorrido. La fotografía de la izquierda muestra una imagen habitual del Campo de San Francisco. Cuidado con mimo, las brigadas de jardineros lo mantienen impecable; pero hete aquí que la huelga ha animado a algún vándalo a esparcir basuras en la parcela enfrentada a la de la imagen impoluta.




McDonald's se sitúa frente al parque y son muchos los ovetenses que en días soleados y cálidos como los que estamos viviendo, llevan su comida al parque, la consumen disfrutando el aire libre y depositan religiosamente los envases en las papeleras. Las fotos son una muestra representativa del espíritu cívico de los ciudadanos.

Pero seguimos caminando para llegar ante el edificio de los sindicatos, situados justo en la acera de en frente de la esquina de poniente del Parque y éstas son las imágenes que ofrecía esta mañana su entorno:












Bajamos por la calle Toreno, la que une esa esquina con la calle principal: Uría. En la esquina de poniente está el Banco de Santander. Estaba abierto; pero los piquetes habían dejado su impronta en él:



Yo conmino desde aquí al Gobierno que elabore cuanto antes la tan demorada Ley de Huelga que garantice el derecho inalienable de los españoles a hacer huelga y manifestarse cuando lo consideren oportuno. 

Pido que esa Ley proteja a muerte a quienes deseen unirse; pero que incluya las siguientes normas:

Los sindicatos convocantes de la huelga serán responsables únicos y objetivos de todos los daños que sufran particulares, empresas, bienes públicos y privados el día de la huelga. Ningún perjudicado por un acto de vandalismo tendrá que probar que fueron miembros de los sindicatos los causantes de los daños. Basta que alguien, en un día de huelga sufra un daño en su local, para que se haga responsable a los convocantes, salvo prueba  en contrario.

Cuando se convoque una huelga, todos los establecimientos y empresas, previa reunión de sus empleados, en su caso, voten si se suman a la huelga. En caso de que el voto a secundar la huelga tenga mayoría absoluta o, en el caso de que no haya empleados, el propietario decida sumarse a la huelga, el establecimiento o empresa colocará en lugar visible una pegatina o manifiesto elaborado por los trabajadores, pegado en el interior de una de las vidrieras, para que no haya lugar  a equívocos, en la que quede patente su voluntad de secundarla.

Aquellas empresas, establecimientos o negocios de cualquier tipo. que el día señalado no tengan colocado ese distintivo, tendrán pleno derecho a abrir y serán protegidos por la policía local o nacional para garantizar su seguridad.

En caso de que no existan efectivos suficientes para esa protección, todo establecimiento que, en el momento de la apertura, vea imposibilitado el acceso por cualquier tipo de sellado en su cerradura, llamará a la policía municipal para denunciar y que quede constancia del sabotaje. Los agentes del orden entregarán una copia del acta de inspección en la que los agentes dan fe de que se impide el acceso y con ese documento, el perjudicado se presentará en la delegación de Hacienda más cercana o en la Alcaldía, si no hay Delegación de Hacienda en la demarcación, para reclamar los daños. 

Lo mismo ocurrirá si en el transcurso de la jornada de huelga, sufre daños en la integridad de su negocio: rotura de vidrieras, pintadas, colocación de pegatinas, etc., que exijan una reparación para devolver la fachada a su estado inicial.

Procederá del mismo modo si algún piquete invade su negocio y bastará la declaración de un par de testigos, en el caso de que las fuerzas del orden no puedan atender su llamada con la debida celeridad para dar fe del incidente.

La limpieza de las calles y la reparación de desperfectos en mobiliario o espacios públicos como calzadas, aceras, parques o plazas, provocados por el vandalismo, la quema de objetos o el desparrame de residuos, correrá a cargo de empresas privadas, que presentarán el informe y la factura correspondiente en la Delegación de Hacienda o el Ayuntamiento y  si no las hubiere, los servicios de limpieza municipales tasarán el sobrecoste derivado de los efectos de la huelga en sus tareas rutinarias de limpieza, para que éste tramite ante la Hacienda correspondiente el cobro de la factura.

La Hacienda Pública abonará esas facturas de forma inmediata y remitirá las cuentas de lo abonado al organismo correspondiente, para que cuando llegue la hora de entregar a los sindicatos sus subvenciones, descuente esos importes adelantados de las cantidades que han de percibir, para resarcir a la Hacienda Pública de los daños causados a los particulares en una jornada de huelga general o parcial.

Dado que los dirigentes de los principales sindicatos han anunciado que esto es el aperitivo, urge esa ley para que los pequeños empresarios indefensos, las empresas que atraviesan crisis que no pueden soportar esas movilizaciones y las que pueden; pero no tienen por qué invertir en reparar los destrozos de los vándalos y los servicios públicos exhaustos que han de reparar los daños físicos que causan en los bienes públicos, no sufran de forma innecesaria por el vandalismo que generan estas convocatorias.

Por eso pido que incrementen las subvenciones. Si los Sindicatos tuvieran que pagar hoy por las secuelas privadas y públicas derivadas de la convocatoria, el conjunto de las subvenciones y vías indirectas de ingresos no alcanzarían para cubrir los gastos derivados de la acción de piquetes y espontáneos. 

Nada gana la causa que abanderan con esos actos de vandalismo. Sólo demuestran que esas convocatorias sólo tienen como objetivo exhibir un supuesto alarde de poder que en nada nos beneficia, más en tiempos tan críticos y son una vía perfecta para que todos los antisistema, vándalos y descerebrados, se crezcan y campen a sus anchas sembrando el caos.

Cuando esas convocatorias afecten de forma directa a sus arcas, en primer lugar, cuidarán mucho de que se produzcan actos como los que ocurrieron hoy en muchas ciudades y, sobre todo, atarán corto a sus piquetes, para que hagan algo más que intimidar a quienes quieren ir a trabajar, en muchas ocasiones porque no pueden permitirse no hacerlo, en otras porque no están de acuerdo y, de este modo, se logrará que el derecho a la huelga, el derecho al trabajo y el derecho a la integridad de patrimonio privado y público, quede a salvo.






26/3/12

Andalucía y la deshonra de España



Hace meses, uno de los hijos de la Duquesa de Alba hizo unas declaraciones en las que pintaba a los campesinos andaluces como gentes con más interés en sobrevivir trabajando lo menos posible y rebañar de aquí y de allá lo necesario para vivir, con poca credibilidad como personas serias y responsables.

Se montó de inmediato uno de esos teatrillos costumbristas tan típicos de los sainetes sobreinterpretados en Andalucía. El imprudente, poco menos tuvo que vestirse de saco y pasear cubierto de ceniza para escarnio público. Digo que poco menos; porque los trabajadores de sus fincas con su interpretación de casta oprimida por el poderoso capitalista (nobleza vieja, para mayor escarnio) le sacaron unas inversiones de apariencia ventajosa para ellos, a cambio de perdonarle.

La corrupción de Andalucía se ha convertido en la mayor vergüenza nacional. Es tan clamoroso el trinque descontrolado, dirigido desde la cúpula de las administraciones, que si fuera real en Andalucía la gallardía que exhibieron los campesinos ultrajados, la izquierda hubiera sido expulsada de las instituciones.

No es un asunto local. La credibilidad de España está en entredicho. No les atañe sólo a ellos, nos salpica a todos. Un cambio de Gobierno no hubiera sido, de forma efectiva, una modificación profunda de las circunstancias; pero constituiría una muestra de repudio, un ánimo de enmienda, una oportunidad para proceder a un saneamiento. 

Los andaluces no han querido sacarnos de la ignominia. Han votado continuidad con una mayoría de estómagos agradecidos y el resto de España siente un vértigo mortal. No cabe duda de que sus votos estaban dirigidos a preservar sus intereses particulares, a garantizar que nada cambiaría y podrán seguir beneficiándose de la corrupción como hasta ahora. Espanta comprobar la extensión de los intereses clientelares.

Por supuesto, no se puede generalizar. Hubo una mayoría de andaluces que optaron por la decencia y la limpieza; pero no fueron lo bastante numerosos para redimir a España de esa lacra y tarde o temprano, todos pagaremos por ello.

Asturias se mantuvo firme. Muchos olvidaron el 'Caso Marea', punta del iceberg de las corruptelas locales. Por suerte, la mayoría no tiró la toalla y, ahora, dependemos de que el PP recupere la cordura y colabore en el trabajo de levantar alfombras, barrer a fondo las instituciones y sea un aliado leal en la tarea de desmontar los entramados infinitos en los que, los que fueron hasta hace diez meses afines al Gobierno socialista, se beneficiaron en exceso de sus contactos con el poder, medrando a costa de los recursos que pertenecen a todos los asturianos, en nuestro perjuicio.

Esperemos que, ahora sí, el PP de la talla; porque si no lo hace, su futuro en la Comunidad está comprometido. Hay una gran diferencia entre Asturias y Andalucía y será bueno que lo tengan presente los dirigentes del PP.

25/3/12

Almas de esclavos



Wahington. Monumento a Lincoln.


Cuando las tropas del norte derrotaron a las del sur en la Guerra de Secesión americana, los vencidos fueron los esclavos liberados, al menos ese fue su sentimiento.

Los observadores externos consideraban inhumana su vida; pero ellos no la veían así. Cierto que había amos muy duros y crueles; pero, incluso estos, les proporcionaban comida a diario, vestidos, una vivienda. Sus jornadas de trabajo podían ser agotadoras; pero cuando terminaban, les esperaba una cena reparadora, se reunían con los otros esclavos a cantar y bailar, la libertad sexual era absoluta, no necesitaban comprometerse; porque para el amo, los hijos de sus esclavos eran como las crías del ganado: Un bien valioso que incrementaba sus recursos. 

El amo protegía en el aspecto material a los hijos de las esclavas. Le convenía que sobrevivieran, que crecieran fuertes y robustos; porque sustituirían a los que iban envejeciendo con la consiguiente merma de su capacidad productiva y si había excedentes, podía venderlos a buen precio.

No tenían que preocuparse tampoco por la vejez. El amo les proporcionaría alimento, ocupaciones ajustadas a sus capacidades menguantes y se ocuparía de que tuvieran un sepelio pobre; pero digno.

La liberación les enfrentó a la responsabilidad de resolver su vida. No había mucho trabajo y sobrevivir era complicado. Además, tenían que formar una familia, atender las necesidades de sus descendientes, de su cónyuge. Se había acabado el tiempo en el que el patrón proveía del nacimiento a la muerte.

Pocos fueron los que se sintieron liberados. La mayoría hubieran vuelto, si hubiera estado en su mano al régimen de esclavitud.

Cuando leí por primera vez uno de esos estudios, me asombré, me parecía inconcebible; pero basta mirar el panorama actual para comprender que no sólo no es algo pretérito, sino que el sentimiento de seguridad que tanto valoraban aquellos esclavos liberados contra su voluntad, sigue presente.

Ser esclavo significa, antes que nada, someterte a otro, renunciar a tu independencia vital, anímica e intelectual y entregar tu esfuerzo a la prosperidad de tu amo. Quieres que te dicte el lenguaje adecuado, según su criterio. Quieres que ostente el poder. Aunque no suponga grandes ventajas para ti, las migajas que caen de su mesa te proporcionaránn una subsistencia que, incluso en el caso de que sea miserable, te permite subsistir. Abrazas con fe ciega sus planteamientos, sin pararte a analizar si son beneficiosos o no para el colectivo; porque necesitas creer en la bondad de esa figura paterna sociológica que has adoptado.

Sólo se comprende, cuando se convocan elecciones y los ciudadanos son llamados a votar, que existan suelos de voto en todos los partidos con independencia de la eficacia de las políticas que hayan desarrollado, al margen de escándalos inaceptables, corrupciones vergonzosas que todos sabemos que nos perjudican mucho. 


Todo se relativiza en el colectivo fiel a unas siglas con el mantra de que todos son iguales y si han de arruinarnos, mejor que sean los míos, que cuidarán de mí, que los otros, que me dejarán desamparado.

Mientras se mantenga esa situación. En tanto el grueso del electorado se divida entre los nuestros y los otros. Hasta que no logremos librarnos de esas cadenas en el alma que nos impiden tomar las riendas de nuestro destino y votar, no a una ideología, sino a quienes ofrezcan mayores garantías de buen servicio, diligencia sin límites y empeño absoluto en mejorar la vida de todos y cada uno de los ciudadanos, no ganaremos la guerra.

Sólo se consolidará una democracia firme cuando sea la razón, no el sentimiento, el que dicta nuestro voto. No seremos dueños de nuestro destino, hasta que no seamos capaces de elevarnos por encima de la simpatía o antipatía que nos inspire un candidato; de la línea ideológica que rija su programa de gobierno y nos centremos en la eficacia que haya demostrado para desempeñar con éxito, en nuestro beneficio, su papel dinamizador de la sociedad, tanto en valores como en el ámbito económico.

Asturias y Andalucía tienen hoy una cita en las urnas que va a constituir un examen. El resultado nos mostrará si caminamos hacia la ruptura de las cadenas del alma que nos esclavizan o elegimos seguridad a costa de libertad.

24/3/12

Transparencia y acción ciudadana





Hoy ya disponemos de datos para hablar sobre el proyecto de Ley de Transparencia.

El armazón que presenta el informe es sólido a primera vista. Establece una serie de obligaciones para la Administración, aparejadas de las correspondientes sanciones para el caso de que se produzca un incumplimiento que pueden llegar a la destitución del cargo y la inhabilitación por un periodo entre cinco y diez años. 

Mis reservas: Pongámonos en un escenario como el del Gobierno anterior, en el que se incumplían las normas de forma sistemática sin que ocurriera nada. Por mucho que nos escandalizara lo que estaba ocurriendo, los poderes del Estado hacían una clamorosa dejación de sus funciones y la única vía para luchar contra eso, era acudir a los tribunales (si es que disponíamos de acción para entablar un pleito) y esperar durante años la resolución. Ineficiente por completo.

Esa es la gran tacha del anteproyecto que resulta indispensable corregir. Además de las medidas que contiene es necesario dotarlo de instrumentos sólidos para exigir responsabilidades. 

El camino más adecuado es una normativa procedimental que dé prioridad a estos asuntos, tal vez la creación de una sección en los Juzgados o salas de lo contencioso-administrativo de las Audiencias, que se ocupe en exclusiva de estos asuntos o la declaración de preferencia y urgencia para que las acciones que se entablen con los instrumentos que proporciona la Ley se resuelvan en poco tiempo y no constituya una carga económica muy grave para quienes denuncien y, sobre todo, para que cuando se dicte sentencia no sea una victoria pírrica; porque ha pasado demasiado tiempo y el mal es irreversible.

Junto a esto, es necesario consagrar la 'acción popular' para que cualquier ciudadano o asociación pueda ejercer las acciones de correspondientes cuando se vulnere la Ley; pero no es todo.

Es necesario que la propia Ley incluya un esquema participativo que potencie la participación ciudadana, que fomente la creación de asociaciones, plataformas y organizaciones ciudadanas de todo tipo para que el administrado disponga de un marco y una estructura que favorezca, tanto el control del cumplimiento de la Ley, como el ejercicio de las acciones.

Me parece que tiene una importancia especial el tratamiento de estas organizaciones ciudadanas; porque la 'acción popular', que sin la menor duda, ha tenido muchas más ventajas que inconvenientes, en ocasiones es un veneno para el sistema. 

El ámbito en el que más perjuicios ha causado es en el urbanístico. Un vecino puede paralizar una obra pública durante años por unas convicciones personales causando un perjuicio gravísimo a un número muy amplio de ciudadanos que ven sufren graves inconvenientes en la circulación vial, incluso hay víctimas de modo periódico en ese tramo, sin que haya forma humana de resolver el problema durante décadas.

Ese es el mayor problema que veo a la acción popular en un ámbito como este, en el que pueden paralizar la acción administrativa, en especial en entes locales con pocos recursos, con denuncias motivadas por rencillas personales, estrategias partidistas u obcecaciones que encuentran un asidero en el articulado.

Por ello, parece que sería mejor reservar la legitimación procesal a personas jurídicas, menos susceptibles de denunciar por motivos personales; aunque eso no es una garantía; porque la plataforma formada por miembros de un partido concreto puede usar de forma torticera las vías procesales para atacar a una formación de otro signo.

Tal vez podría introducirse una vía disuasoria, incorporando un correctivo para aquellas asociaciones que abusen de su legitimación y planteen denuncias poco fundadas que son desestimadas reiteradamente por los tribunales, abriendo un cauce para que sean denunciadas ante los órganos judiciales por abuso de derecho y que si el órgano judicial aprecia una mala fe clara y reiterada en la interposición de las denuncias, decrete su baja en el registro y la pérdida de su condición de legitimados procesales para el ejercicio de las acciones derivadas de la Ley.

Incluso sería bueno, en previsión de que se reediten en el futuro variables del 'zapaterismo' que hemos sufrido, que se abra una vía de acceso a instancias internacionales y España promueva en el ámbito de la Unión Europea la creación de un órgano al que puedan acudir los ciudadanos de cualquier Estado miembro que disponga de una normativa de este tipo, cuando se enfrenten a la imposibilidad de superar la resistencia pasiva de sus Gobiernos a aplicar esas normas.

La cuestión es muy compleja; pero lo que es indiscutible es que, si la Ley no incorpora mecanismos para la acción ciudadana, la eficacia de la Ley puede quedar muy limitada en los momentos en que urge más su aplicación, cuando quienes están obligados a someterse a ella aplican la resistencia pasiva, la incumplen y dan instrucciones para que no se proceda contra quienes la vulneran, desde las instancias más altas del Gobierno. 

Ya tenemos una dolorosísima experiencia de que esos supuestos no son eventos imposibles y la Ley debería nacer dotando de la más amplia panoplia posible a los ciudadanos para ejercer una vigilancia y control efectivo, eficaz y bien articulado, para que no volvamos a estar indefensos ante un Gobierno y unas Administraciones que dilapidan los recursos que ponemos a su disposición con nuestro trabajo y sacrificio.

23/3/12

Tertulia con Alsina: el fracaso del periodismo



 
Carlos Alsina (Fotografía ondacero.es)


Es frecuente encontrar artículos en los que los periodistas analizan el impacto de los 'espontáneos', gente que escribe en blogs, que participa en redes sociales, que da noticias ejerciendo una suerte de intrusismo profesional en las funciones del periodista. 

Todos coinciden en que, en medio de este caos informativo, la función del periodista es más importante que nunca; porque son los únicos que aportan rigor, análisis serios, contrastan la información, filtran lo espurio y ofrecen al ciudadano una fiabilidad absoluta, mientras que las noticias y los análisis de los intrusos son más que cuestionables.

No les falta razón en el aspecto teórico; pero en la práctica, las cosas no son así. Creo que todos tenemos una experiencia incontestable: Cuando leemos en la prensa la reseña de algún asunto que dominamos, es muy raro que encontremos rigor y profundidad en la noticia. Lo usual es que sea un cúmulo de errores que muestran que el periodista habla de oídas y con mucha ligereza.

Esa carencia se intensifica en las tertulias radiofónicas o audiovisuales. Reúnen a una serie de periodistas que debaten sobre un tema con una alegría que delata una falta de rigor preocupante. En teoría, un periodista no entra al trapo en asuntos que desconoce y, cuando tiene que hacerlo por imperativo de la actualidad, la profesionalidad del oficio debería invitarle a centrarse en las cuestiones de fondo, en los principios básicos y huir de las opiniones cuando carecen de información.

Soy adicta (lo confieso) a la Brújula, el programa de Carlos Alsina en Onda Cero, que esta noche fue todo un exponente del choque de trenes entre el rigor periodístico y la ligereza de los periodistas.

Para quienes no hayan seguido el programa esta noche, les pongo en situación. Acompañan a Carlos Alsina Pilar Cernuda, Tony Bolaño y Eduardo Peralta. Son dos los temas elegidos: la huelga general del día veintinueve y el anuncio de Mariano Rajoy, hoy en Asturias, de que mañana el Consejo de Ministros dará luz verde al Anteproyecto de Ley de Transparencia.

Les dejo el enlace al audio de la tertulia. Tras una introducción del tema, Alsina hace entrar en antena a David Cabo, uno de los miembros de la 'Coalición tu Derecho a Saber', con una larga trayectoria de lucha por el acceso a la información en la Administración Pública. La entrevista se inicia en (1:05:56) en el audio.

Finalizada la exposición del entrevistado (1:16:46) la exposición de Alsina del marco del debate se ve interrumpida por Tony Bolaño. Ante la ignorancia completa del contenido del borrador, Alsina quiere centrar el debate en el marco general, única posibilidad ante el desconocimiento de los datos. Quiere que sus contertulios entren en el fondo del asunto, analicen la importancia de una ley de ese tipo; la influencia que ejercerá en el gobierno, tanto central y autonómico como local, la conciencia de que todo ciudadano puede acceder a los datos de gestión y fiscalizar las decisiones.

Tony Bolaño no le da ocasión de establecer el marco del debate. Le interrumpe de inmediato para exponer sus enormes reservas y Pilar Cernuda se alinea de inmediato con sus planteamientos. En ambos; pero sobre todo, en Tony Bolaño, se evidencia una repugnancia inmensa ante la idea de que cualquier ciudadano pueda acceder a cualquier informe de la Administración. Uno puede llegar a sufrir una conmoción al ver a un progresista tan declarado al borde del vómito ante la idea de que la chusma pueda fiscalizar las decisiones de sus gobernantes. 

Sus argumentos tienen tanto peso como este: Su mujer trabaja en un ayuntamiento y le cuenta cosas que ponen los pelos de punta. Una ley así, hará que los vecinos se maten. 

La realidad es que, si nos atenemos a lo declarado por Rajoy y a las pretensiones que planteó la 'Coalición Tu Derecho a Saber', no habrían ocurrido muchas cosas que han pasado. Se ha ventilado mucho en la prensa el 'caso Noos' como muestra de los abusos de poder que cometieron los políticos encargando informes carísimos a determinadas personas. Urdangarín no es una anomalía. 

A veces, la complejidad de una cuestión aconseja, una vez pedido al servicio jurídico u otro órgano de la Administración correspondiente, encargar un informe de contraste otros expertos en la materia y eso es irreprochable. Sin embargo, es frecuente que despachos de abogados, empresas de ingeniería y otros profesionales con habilidades para establecer contactos, se vean favorecidos arbitrariamente por un político que les contrata para que le hagan informes innecesarios y con frecuencia vacíos de contenidos rigurosos.

Si ese político sabe que todos esos encargos van a ser públicos; porque está contratando servicios con dinero público y existe una Ley que obliga a mantener a disposición de los ciudadanos esos expedientes, para que cualquiera pueda consultarlos, se guardarían mucho de adoptar esas prácticas de favoritismo; porque saben que pueden costarles muy caras. 

Hay mil variantes de corruptelas que se erradicarían si la Administración (salvando los criterios de seguridad nacional y protección de datos personales) estuviera obligada a publicar todos los datos de contratación, los criterios por los que toma decisiones, la adopción de medidas políticas arbitrarias, cuyo único objetivo es favorecer a amigos o afines con fondos públicos. 

Carlos Alsina intentó entrar en este fondo; pero la vacuidad de los supuestos profesionales, muy reputados y respetados, por otra parte, del periodismo, abortó de modo lamentable su intento de hacer un análisis serio y todo quedó en una alucinante e increíble muestra de que esas tesis sobre la fiabilidad que representan los profesionales de la información frente a los outsiders es, cuando menos, una cuestión retórica que no tiene sustento en la realidad que constatamos los ciudadanos.

La parte positiva es que, al menos, hubo dos profesionales: Alsina y Peralta, que intentaron imponer el rigor frente a la vacuidad. 



22/3/12

Asturias enfada a Rajoy



 
Mariano Rajoy (Fotografía de diarioya.es)


Es bueno reflexionar, en lugar de dejar que dominen las emociones. El éxito suele  ir precedido de un análisis certero de la situación del momento, una revisión del pasado y una planificación realista de los pasos a dar para alcanzar el objetivo perseguido, teniendo en cuenta aciertos y errores del pasado y las circunstancias actuales y futuras, para no cometer de nuevo los mismos errores y alcanzar la meta perseguida.

Es muy probable que el Presidente aplique ese criterio u otro similar; pero el enfado que mostró en el último mitin en Oviedo, demuestra que no tiene asimilada la situación de Asturias.

Hace diez meses, Foro Asturias ganó las elecciones con un programa muy similar al del PP: austeridad, organización de las finanzas públicas, eliminación de gastos superfluos (muchos de ellos injustificados e injustificables), transparencia y creación de empleo.

Los asturianos esperábamos que esa coincidencia programática generara de inmediato una alianza entre el PP de Asturias y el Foro. Para nuestra sorpresa, desde el primer día, el PP de Asturias le declaró la guerra a Foro, se alió con el PSOE e hizo lo posible y lo imposible para boicotear al nuevo Gobierno.

Llegaron las elecciones generales. Asturias se decantó más por la necesidad del cambio de Gobierno en España, que por la defensa de sus intereses, representada por la presencia de congresistas de Foro. El PP local se creció ante lo que ellos, con la poca visión política que les caracteriza, interpretaron como una muestra de pérdida de apoyo entre los votantes del Foro y arreciaron en su guerra personal, echándole un órdago al Presidente que respondió con la disolución de la Cámara y la convocatoria de elecciones.

Cuando, tras la paliza del viaje, Rajoy se presentó en el auditorio, el aforo era escaso. El  Presidente consideró que los afiliados del PP en Asturias le habían despreciado y se mostró irritado con el desplante.

Confío que, pasada la primera reacción, recapacite. No voy a mitines y no sé si Foro lo dio ya en Oviedo o no. Tengo noticias de otras localidades donde los locales quedaron desbordados por la afluencia de público ansioso de escuchar a Cascos. 

Rajoy debería sacar las conclusiones correctas de lo ocurrido en el Auditorio: Sus afiliados están furiosos con lo ocurrido. Encuentran inaceptable la guerra que emprendió el PP contra Foro e incomprensible que Génova no haya terciado para cortar por lo sano una lucha de intereses caciquiles que estaban perjudicando de forma muy grave a Asturias.

La maniobra de enviar a Gabino de Lorenzo a la Delegación del Gobierno y a su ex-concejala de festejos, candidata incomprensible a la Presidencia, borrada del mapa, no es más que un parche mal puesto, incapaz de zanjar el escándalo y la ira que sintieron los afiliados al ver lo que estaba ocurriendo sin que Madrid hiciera nada.

El domingo veremos los resultados y tendremos datos incontestables para evaluar los efectos de esa lucha insensata abanderada por el PP local. 

Entre tanto, Rajoy debería reflexionar sobre el plantón de sus afiliados con la cabeza fría y sacar las conclusiones adecuadas. 

Asturias es una Comunidad pobre, gobernada por políticos incompetentes y adocenados que no han sabido aprovechar las etapas de crecimiento coyuntural en el entorno para superar sus crisis y crecer. Es una región despreciable, en términos electorales; porque su población es escasa y sus votos son insignificantes en el contexto nacional. 

Los asturianos somos conscientes de nuestra insignificancia; pero no aceptamos que se nos demuestre que no contamos para nada, que nos demuestren que les importa un rábano nuestro destino, proponiendo cabezas de lista de dudosa competencia, antes también de dudosa moralidad, ahora de bondad probada; pero que no resuelven los problemas que nos agobian en ninguna medida.

Rajoy debería comprender el mensaje de sus afiliados y tomar nota para que, en el futuro, aunque una Comunidad sea pobre e irrelevante, las decisiones que tome el partido respecto a ella no ofendan a sus miembros locales y la política que emprendan una vez contados los votos, merezca la más absoluta condena y cause graves perjuicios, sin que los dirigentes nacionales muevan un dedo a favor de los ciudadanos damnificados.


21/3/12

El llanto de la primavera





Los políticos salpicaron el invierno con el cieno de las batallas orquestadas por las normas para obtener el poder. Y el invierno sesteó. Incumplió sus deberes, dejó los campos resecos y una amenaza de ruina, como un político inane que no cumple su función.

Y llegó la primavera. Los políticos seguían en campaña, en unos casos inminente, en otros en puertas,  desplegando sus mejores galas para seducir a los votantes.

Y la primavera aplicó un plan inmediato para corregir la desidia del invierno. Se envolvió en nieve y lloró sobre los campos gotas vivificadoras, nieves purificadoras. Conocedora de sus límites, ignora si tiene capacidad para paliar el desastre que dejó tras sí el invierno; pero no manda en sus lluvias ni en las nieves.

La primavera llegó así: con el corazón helado y el llanto desatado, consternada por la visión de una humanidad que reedita la barbarie. Esos niños, ese padre, esos soldados. No estaban en un territorio azotado por la guerra en el que la rutina es matar y morir. No habían hecho daño, no existía ninguna razón para que sus vidas estuvieran amenazadas.

La primavera se heló al constatar que, una vez más, el ser humano sucumbía a una locura muy vieja: erigirse en la calidad de un dios menor que, como los mayores, es dueño de otorgar la posesión del alma a su antojo y disponer de la vida y la muerte bajo el dictado de su vesania, eligiendo al diferente como presa a abatir sin ningún remordimiento; porque la diferencia elegida priva a la víctima de alma, le arrebata la condición humana y, a sus ojos, no vale más que el ciervo que abate el cazador.

Y la primavera, ante esa barbarie, imprecó en vano la condición masculina: El tótem de la tribu cuyo papel es proteger al débil, salvaguardar la armonía de la tribu considerando la vida de todos sus miembros como un bien superior.

La primavera clamó por el padre, por los niños, por los soldados. Les llamó por su nombre y no respondieron.

La primavera clamó por la moralidad y tropezó con políticos en campaña que, tras arruinar a sus conciudadanos, dilapidar sus recursos y sumirles en la miseria y la ignominia, aún se atrevían a erigirse como defensores de la patria y adalides de su prosperidad, repitiendo los patrones del asesino anónimo que elige un enemigo y programa su exterminio por el simple hecho de pertenecer a una etnia o una comunidad concreta.

El corazón de la primavera que llegaba se heló. Lloró ante tanta maldad, tanta violencia, tanta inmoralidad y el campo recibió su dolor en forma de lluvias y nieve. 

El daño estaba hecho, nada podía cambiar la secuencia de sucesos; pero, una vez más, la tragedia de un momento, deriva en una inesperada bendición para otros y el llanto de la primavera con el corazón helado, es un manto que palia la angustia del campesino abocado a la ruina.