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4/4/12

Rocinante se ha llevado a don Antonio





Rajoy remite sus condolencias a la familia de Mingote y a ABC: «Era un genio del dibujo y la palabra»



Estoy segura de que Rocinante y Rucio estuvieron ayer apostados en esa delgada línea del horizonte que separa la vida y la muerte para que don Antonio montara el legendario corcel de la novela que tanto amó y pudiera hacer con comodidad ese tránsito que le llevaría a reencontrarse con su abuelo, sus padres, tantas personas queridas que se fueron, como lo hizo él, en busca de esa plétora de vida cargada de sabiduría y experiencia que el cuerpo, agotado por la vida, ya no puede sostener. Don Antonio montó gozoso y se marchó ansioso de disfrutar de quienes aguardaban su llegada.

Y se fue dejándonos muchas incógnitas. Hoy necesitamos como nunca su viñeta, don Antonio. Hoy usted sabe mucho de almas y puede contarnos cómo son las de los presupuestos del Estado. No sabíamos que las cuentas públicas tenían alma; pero nos lo ha contado hoy Soraya Rodríguez que está dispuesta a presentar una enmienda a la totalidad por eso: porque no tienen alma.

También necesitamos que nos ilustre con su genialidad habitual sobre otros extremos. Usted es un experto en los personajes clásicos de nuestra fauna nacional. Necesitamos que nos diga a qué arquetipo pertenecen esos políticos que saquearon durante siete años las arcas del Estado, arruinaron España y aún hicieron un esfuerzo final para arrasar lo poco que quedaba, para que sus enemigos encontraran algo más que la ruina: una deuda insoportable que les obligara a adoptar las medidas más impopulares e impidiera que pudieran abordar planes de recuperación; porque no tenemos más que deudas que debemos incrementar porque no disponemos de recursos para financiarnos con los impuestos. Necesitamos que nos oriente sobre cómo hemos de tratar a esos desalmados y sus palmeros de la prensa, que les ayudan a generar un clima de resentimiento y tensión adicional entre una población que no ve salida para tanta ruina.

Necesitamos que, tras ver el grado de quiebra en la que estamos, dibuje una viñeta que nos conforte, nos arranque una sonrisa, nos haga sentir por un momento, que pese a todo, nada es irremediable, que todo tiene solución; porque existen personas como usted que iluminan nuestra vida cada día con un dibujo de inocencia diáfana y agudeza extraordinaria.

¿Cómo podemos afrontar la que nos espera sin la luz de su viñeta, don Antonio? ¿Cómo transitaremos por este desierto en que la estupidez y la maldad aliadas han convertido a la otrora próspera España en un país derrotado, hundido, que no sólo es pobre de solemnidad, sino que ha perdido todas las referencias, las creencias que nos unen, la identidad como nación?

Usted se ha ido a lomos de Rocinante que no es un brioso corcel, sino un caballo viejo y huesudo de paso cansino que no tiene que esforzarse para acoplarse al ritmo de su inseparable Rucio. Estará a estas horas, celebrando el encuentro con los que perdió un día con tanto dolor como nosotros sentimos al perderle a usted, don Antonio. 

Mientras, nosotros nos sumimos en el dolor más profundo. Le hemos perdido justo el día en que nos hemos enterado de que España, su amada España, nuestra amada España, está en la ruina más profunda y ya no es la orgullosa piel de toro: es un páramo desolado poblado por malandrines y villanos dispuestos a destrozar nuestro futuro por pura maldad. Y no estará usted para desenmascararlos.

Hasta pronto, don Antonio. Tome nota de todas estas cuestiones; porque cuando crucemos esa línea luminosa y tenue que separa la vida de la muerte, iremos a pedirle que nos muestre el alma de los presupuestos y no puede defraudarnos diciendo que los presupuestos nunca han tenido alma. Sería un golpe que no podríamos soportar.



24/3/11

Cástor y Pólux



Mingote-23-3-2011
Viñeta de don Antonio Mingote (ABC 23/03/2011)

Leda, la esposa del rey Tíndaro de Esparta (aunque otros autores le señalan como rey de Lacedemonia), fue seducida por Zeus trasmutado en cisne y esa misma noche yació con su esposo. Como consecuencia puso dos huevos de los que nacieron cuatro hijos: Elena y Pólux, hijos de Júpiter e inmortales y Clitemnestra y Cástor, hijos de Tíndaro,mortales.

Pólux era amante de los caballos, bondadoso y amable, de acuerdo a su naturaleza divina. Cástor era su reverso. Ambos, tras la muerte de Cástor, están unidos eternamente en la constelación Géminis.

Y la mitología se hizo carne y habitó entre nosotros. Hace siete años, un querubín con cara de no haber roto un plato, enarboló la bandera pacifista y condenó la guerra de Irak, convocó manifestaciones, desfiló tras la pancarta cuando nuestras tropas estaban ya camino de Irak, condenando la decisión del gobierno presidido por Aznar.

Entonces, muchos españoles (ya avisados por el episodio de la bandera de Estados Unidos, que pasaba ante la tribuna en el desfile del 12 de octubre, se quedó sentado ofendiendo a los estadounidenses que no asimilan la bandera a un presidente o una política, sino a la Unión) quedamos horrorizados. Era una muestra más de que el querubín tenía tanto sentido de Estado como el tonto del pueblo y era un peligro muy grave poner en sus manos una nación.

En aquella guerra no participábamos como combatientes. El tirano había sido derrocado y nuestros soldados tenían una misión clara y concreta: colaborar en la pacificación y reconstrucción del país. Además, en aquellos tiempos nuestra economía era floreciente y podíamos permitirnos el coste de la intervención.

Encaramado sobre los cadáveres de ciento noventa y dos españoles, en el peor atentado de Europa, el 11 de marzo de 2004, desde el minuto uno, el querubín maniobró para inclinar de su lado la balanza de las elecciones y consiguió su objetivo en uno de los espectáculos más tristes, bochornosos e inicuos de la historia de España.

En su discurso de investidura, condenó la guerra, habló de sus ansias infinitas de paz, extendió su manto pacifista por todo el hemiciclo y casi nos ahoga a todos los españoles con sus cursis arengas sobre su infinita bondad y pacifismo.

Tras siete años sufriendo su azote, nuestras arcas están vacías, nuestra deuda externa es ingente, nuestro tejido industrial y empresarial está devastado, tenemos más de cuatro millones de parados y un millón de ellos no reciben prestaciones porque no hay recursos. Se ha bajado el sueldo a los funcionarios, se han subido los impuestos, han encarecido los alimentos, la electricidad, los combustibles...

En los dos últimos años ha arrasado toda su política social. Su necio empeño en negar la crisis ha puesto a España al borde de la intervención y ahora es la Unión Europea la que dicta la política interna. Hemos desaparecido del panorama internacional, se ríen de nosotros hasta las gallinas y no tenemos crédito como país, gracias a la actitud cambiante de un presidente que se salta las normas a la torera, genera inseguridad jurídica y política y nadie sabe qué nueva ocurrencia nos traerá mañana.

Pólux, el que compareció en el hemiciclo para enarbolar la defensa de los desfavorecidos, la faz del pacifista, la lucha por eliminar las desigualdades y llevarnos al Edén en aquel lejano discurso de investidura, ha mutado en Cástor. Se ha convertido en un azote apocalíptico y para cerrar su ciclo agonizante, se embarca y nos lleva a una guerra que no podemos pagar, en la que no se nos ha perdido nada y que, dadas las condiciones en que se plantea, no puede ser ganada.

El genial Mingote lo resume a la perfección en su viñeta de hoy. Con un poco de suerte, mejor, con un golpe de suerte increíble, quitarán de un modo u otro a Gadafi del poder. La cuestión es: ¿Cómo podemos librarnos nosotros de este Cástor redivivo antes de que nos hunda por completo y arrase la UE?