23/3/12

Tertulia con Alsina: el fracaso del periodismo



 
Carlos Alsina (Fotografía ondacero.es)


Es frecuente encontrar artículos en los que los periodistas analizan el impacto de los 'espontáneos', gente que escribe en blogs, que participa en redes sociales, que da noticias ejerciendo una suerte de intrusismo profesional en las funciones del periodista. 

Todos coinciden en que, en medio de este caos informativo, la función del periodista es más importante que nunca; porque son los únicos que aportan rigor, análisis serios, contrastan la información, filtran lo espurio y ofrecen al ciudadano una fiabilidad absoluta, mientras que las noticias y los análisis de los intrusos son más que cuestionables.

No les falta razón en el aspecto teórico; pero en la práctica, las cosas no son así. Creo que todos tenemos una experiencia incontestable: Cuando leemos en la prensa la reseña de algún asunto que dominamos, es muy raro que encontremos rigor y profundidad en la noticia. Lo usual es que sea un cúmulo de errores que muestran que el periodista habla de oídas y con mucha ligereza.

Esa carencia se intensifica en las tertulias radiofónicas o audiovisuales. Reúnen a una serie de periodistas que debaten sobre un tema con una alegría que delata una falta de rigor preocupante. En teoría, un periodista no entra al trapo en asuntos que desconoce y, cuando tiene que hacerlo por imperativo de la actualidad, la profesionalidad del oficio debería invitarle a centrarse en las cuestiones de fondo, en los principios básicos y huir de las opiniones cuando carecen de información.

Soy adicta (lo confieso) a la Brújula, el programa de Carlos Alsina en Onda Cero, que esta noche fue todo un exponente del choque de trenes entre el rigor periodístico y la ligereza de los periodistas.

Para quienes no hayan seguido el programa esta noche, les pongo en situación. Acompañan a Carlos Alsina Pilar Cernuda, Tony Bolaño y Eduardo Peralta. Son dos los temas elegidos: la huelga general del día veintinueve y el anuncio de Mariano Rajoy, hoy en Asturias, de que mañana el Consejo de Ministros dará luz verde al Anteproyecto de Ley de Transparencia.

Les dejo el enlace al audio de la tertulia. Tras una introducción del tema, Alsina hace entrar en antena a David Cabo, uno de los miembros de la 'Coalición tu Derecho a Saber', con una larga trayectoria de lucha por el acceso a la información en la Administración Pública. La entrevista se inicia en (1:05:56) en el audio.

Finalizada la exposición del entrevistado (1:16:46) la exposición de Alsina del marco del debate se ve interrumpida por Tony Bolaño. Ante la ignorancia completa del contenido del borrador, Alsina quiere centrar el debate en el marco general, única posibilidad ante el desconocimiento de los datos. Quiere que sus contertulios entren en el fondo del asunto, analicen la importancia de una ley de ese tipo; la influencia que ejercerá en el gobierno, tanto central y autonómico como local, la conciencia de que todo ciudadano puede acceder a los datos de gestión y fiscalizar las decisiones.

Tony Bolaño no le da ocasión de establecer el marco del debate. Le interrumpe de inmediato para exponer sus enormes reservas y Pilar Cernuda se alinea de inmediato con sus planteamientos. En ambos; pero sobre todo, en Tony Bolaño, se evidencia una repugnancia inmensa ante la idea de que cualquier ciudadano pueda acceder a cualquier informe de la Administración. Uno puede llegar a sufrir una conmoción al ver a un progresista tan declarado al borde del vómito ante la idea de que la chusma pueda fiscalizar las decisiones de sus gobernantes. 

Sus argumentos tienen tanto peso como este: Su mujer trabaja en un ayuntamiento y le cuenta cosas que ponen los pelos de punta. Una ley así, hará que los vecinos se maten. 

La realidad es que, si nos atenemos a lo declarado por Rajoy y a las pretensiones que planteó la 'Coalición Tu Derecho a Saber', no habrían ocurrido muchas cosas que han pasado. Se ha ventilado mucho en la prensa el 'caso Noos' como muestra de los abusos de poder que cometieron los políticos encargando informes carísimos a determinadas personas. Urdangarín no es una anomalía. 

A veces, la complejidad de una cuestión aconseja, una vez pedido al servicio jurídico u otro órgano de la Administración correspondiente, encargar un informe de contraste otros expertos en la materia y eso es irreprochable. Sin embargo, es frecuente que despachos de abogados, empresas de ingeniería y otros profesionales con habilidades para establecer contactos, se vean favorecidos arbitrariamente por un político que les contrata para que le hagan informes innecesarios y con frecuencia vacíos de contenidos rigurosos.

Si ese político sabe que todos esos encargos van a ser públicos; porque está contratando servicios con dinero público y existe una Ley que obliga a mantener a disposición de los ciudadanos esos expedientes, para que cualquiera pueda consultarlos, se guardarían mucho de adoptar esas prácticas de favoritismo; porque saben que pueden costarles muy caras. 

Hay mil variantes de corruptelas que se erradicarían si la Administración (salvando los criterios de seguridad nacional y protección de datos personales) estuviera obligada a publicar todos los datos de contratación, los criterios por los que toma decisiones, la adopción de medidas políticas arbitrarias, cuyo único objetivo es favorecer a amigos o afines con fondos públicos. 

Carlos Alsina intentó entrar en este fondo; pero la vacuidad de los supuestos profesionales, muy reputados y respetados, por otra parte, del periodismo, abortó de modo lamentable su intento de hacer un análisis serio y todo quedó en una alucinante e increíble muestra de que esas tesis sobre la fiabilidad que representan los profesionales de la información frente a los outsiders es, cuando menos, una cuestión retórica que no tiene sustento en la realidad que constatamos los ciudadanos.

La parte positiva es que, al menos, hubo dos profesionales: Alsina y Peralta, que intentaron imponer el rigor frente a la vacuidad. 



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