24/4/12

¡Dejadme en paz, idiotas!






Si apareciera el hada madrina de repente ante mí y me concediera un deseo, le pediría que me suma en un sueño que termine por esta época el año que viene; porque estoy muy cansada de leer y escuchar, no sólo estupideces, sino arengas impresentables.

Antes que ninguna otra cosa, soy ama de casa  y eso me convierte en economista de alto rango. Llevo mucho tiempo administrando unos recursos suficientes y limitados, a un tiempo. En determinadas etapas de mi vida fueron escasos y me obligaron a reducir la administración a una economía de supervivencia estricta.

La primera lección de economía que recibíamos las niñas de mi época a través de nuestra madre era muy simple: adáptate siempre a los ingresos; pero contabiliza siempre a la baja. Si ganas cien, piensa que dispones de noventa y guarda esos diez restantes con celo para disponer siempre de una reserva ante un imprevisto.

La segunda lección era que, si por cualquier circunstancia desgraciada, me veía obligada a gastar más de lo que ingresaba, pasado un tiempo me vería abocada a aplicar una política de austeridad severa para poder afrontar las deudas contraídas y afinar mi ingenio para reutilizar todo lo reutilizable, pedir a otros que me cedieran lo que para ellos era inservible y para mí útil, para restringir al máximo los gastos y poder liquidar las deudas contraídas. Una vez conseguido el equilibrio, sería momento de pensar en aplicar el remanente que apareciera cuando no tuviera que pagar créditos, para invertirlo en cosas que me ayudaran a recuperar mi economía lo antes posible.

Mi caso no es una excepción. Todos los españoles recibimos estas enseñanzas y sabemos de viejo que, cuando te arruinas, la urgencia más apremiante es saldar deudas, quedarte a cero en el plazo más breve posible y,  a partir de ahí, mantener la administración de supervivencia para reunir un pequeño capital que te permita poner en marcha algún tipo de actividad que contribuya a incrementar tus ingresos y sanear tu economía.

El Presidente del Gobierno nos lo dijo con toda claridad hace un par de días: «No hay dinero». No tenemos un euro, los ingresos que tenemos están muy por debajo del nivel que necesitamos, no para mantener el tren de vida que llevábamos, sino para financiar los gastos corrientes que se habían convertido en una rutina en nuestro día a día. No hay dinero, punto pelota.

Lo sabemos bien todos los españoles. Estamos arruinados. Y si alguno tenía dudas al respecto, Bruselas ha confirmado hoy que el Gobierno anterior mintió respecto al déficit, que el año pasado alcanzó el 8,5%.

Rajoy nos avisó en la campaña. Su intención era aplicar recortes durísimos desde el principio para recuperar el equilibrio presupuestario e íbamos a sufrir. Me parece pueril que se patalee protestando porque dijo en campaña que no subiría impuestos. Esa era su intención, si podía; pero todo dependía (y yo lo entendí así) del resultado de las cuentas que encontrara. La promesa principal, al margen de las aspiraciones, era que haría cuanto fuera necesario para recortar el déficit adoptando las medidas que su Gobierno juzgara necesarias para alcanzar el objetivo.

Hemos vivido ocho años celebrando grandes fiestas, tirando dinero a espuertas en cosas que no suponían ningún retorno a las arcas del Estado. Las hemos dejado, no sólo vacías, sino en números rojos. Estamos endeudados hasta las cejas y hay que pagar, por encima de todo, para recuperar la solvencia. Seguir el camino de Cristina F. de Kirtchner, que se pasa por el forro las sentencias que condenan a Argentina a pagar a sus acreedores es un suicidio. Hay que pagar y hay que sacar el dinero necesario para hacerlo sin remisión.

Es muy duro que sea mi bolsillo el que tiene que aportar esa cantidad. Es más duro aún que sea así, pese a que jamás voté a ZP, el gran artífice de nuestra ruina. Sería fantástico que pudiéramos gravar a quienes lo votaron uno por uno, sacarles a ellos el dinero que se necesita para afrontar los pagos y el gasto corriente; pero no es posible.

Así que acepto que me no hay otra que pechar, dejar que sangren mi menguada economía y arrimar el hombro aceptando que me obliguen a sacrificarme al máximo.

Sólo pido que me dejen en paz, que alguien ponga una mordaza a Rubalcaba, coartífice de la ruina, a Valenciano, que alza el gallo como si hubiera aportado algo positivo a nuestro país en su puñetera vida y dejen de actuar como si esto no fuera con ellos, lanzando soflamas a la insumisión.

Sé, no tengo ninguna duda, porque soy ama de casa, que todo esto es indispensable, que no queda otra que hacer sacrificios heroicos y quiero dormir durante doce meses para librarme de esa palinodia que se exige al Gobierno buscando que explique con detalle por qué se retracta de lo que prometió, cuando todos lo damos por sabido: estamos arruinados y hay que hacer lo que sea para obtener los recursos que necesitamos para salir del pozo.

Quiero dormir doce meses porque sé que cuando despierte de ese sueño, lo peor habrá pasado, aparecerán síntomas de recuperación  claros que calmarán la angustia que nos atenaza, renacerá el optimismo y, con él un gran empuje positivo que tendrá efectos extraordinarios en la recuperación de la economía. Tras los meses de desesperación en los que no vimos ni un rayo de luz, la evidencia de que los tiempos de penuria tocan fin, generará una euforia que supondrá una remontada apoteosica e increíble.

No será cosa de magia, sino una consecuencia natural de nuestra condición. Podemos ser lo más destructivo para nosotros mismos cuando sacamos al primer plano nuestro cainismo y lo más positivo y brillante cuando aparcamos nuestras diferencias y remamos todos en la misma dirección hacia un objetivo común.

Así es España, eso es lo que nos espera y por eso quiero dormir doce meses: para librarme del agobio de los numerosos corifeos implorantes y disparatados que nos desquician y abrir los ojos, en perfecto estado de revista, para sumarme al trabajo de recuperación en el que estaremos embarcados aportando mi grano de arena en la creación de riqueza.

18/4/12

Un día para meditar






Las noticias no pueden ser peores en estos días de zozobra. Y sin embargo, esta tormenta tiene toda la pinta de ser de las que limpian el ambiente; porque su fragor arrastra toda la podredumbre ambiental y nos deja ver qué es valioso y qué es mera basura que deben tragarse las cloacas.

En medio de todo este fragor, pasa desapercibida una operación aún más dañina que la perpetrada por Cristina Fernández contra la petrolera Repsol. 

Me llamaba mucho la atención la huelga de pilotos de Iberia, ya le dediqué una entrada y durante estos días, he estado recogiendo información para ofrecérsela; pero reconozco que lo que tenía preparado no puede llegarle a los talones a este estupendo trabajo. La foto de la cabecera es de su blog.


Una vez que ya estamos informados de lo de Iberia, pasamos a reflexionar sobre lo de Cristina Fernández. No deja de ser un disgusto para Repsol; pero, dados los sucesos que vinieron desarrollándose estos años, es probable que tuviera previsto que pasara esto y, como el empeño de la Presidente en meterse en los asuntos de la Sociedad y obligarlos a pasar por su aro en beneficio de sus amigos, con grave perjuicio para la empresa era un problema muy grave, puede ser que, a la larga, les haya hecho un favor.

Y es que la mega estrella del bótox, que se sueña a sí misma estadista de tronío, sueña con perpetuarse en el poder con maniobras como ésta; pero es muy peligrosa la jugada. Argentina está arruinada. Hoy mismo ha recibido un toque de los organismos internacionales que dicen que no se creen sus cuentas. No tiene capacidad económica ni logística para explotar los pozos que ambiciona y al final, la ruina de Argentina la llevará a seguir la suerte de Zapatero y sus secuaces. O no. En todo caso, salir de ese avispero es una buena medida. Hay otras concesiones en países más estables y a largo plazo, recuperará parte de la inversión. Al menos, no seguirá teniendo pérdidas.

Esa expropiación cae sobre España en el momento más angustioso. No hay un solo frente en el país que no arda. Los tribunales echan humo, la economía está estancada, la prima de riesgo se dispara... Y se nos cae el Rey en Bostwana, rompe la cadera y todos nos enteramos de que había ido a cazar elefantes.

Para empezar, viéndole en sus últimas apariciones públicas, por mucho que le lleven en Jeep al puesto, no parece que sus facultades motoras sean las adecuadas para afrontar esa prueba. Parece lógico pensar que si fue allí, al margen de su pasión por la caza, tiene que haber una buena razón, un compromiso que está por encima de las molestias de un viaje tan largo, por estupendo que sea el avión y de los avatares de la aventura, por magníficas que sean las instalaciones.

Pero nuestra fauna nacional, con la prensa a la cabeza, no considera ese factor. Lo que pasa es que es un irresponsable, un borbonazo que sólo atiende a sus caprichos y se pone a España por montera. ¡Vergüenza tenía que darle ir a cazar invitado por alguien, no se sabe quién, pero seguro que quien paga esa pasta para que cace nuestro Rey, es una mala compañía, nada aconsejable que le va a cubrir de oprobio, en tiempos tan aciagos y desesperanzados!

Pues bien: Hoy el diario 'El Mundo' revela el secreto. No, no era Alberto Alcocer. Quien le invitó era, nada menos, que el Príncipe saudí que medió para que España consiguiera el contrato del AVE a La Meca.

Estamos en la ruina, ¿recuerdan? Lo ingleses por un lado, los argentinos por otro, los iraníes dejándonos sin petróleo... El papel del Rey, más en estos momentos, es sacar el grueso de sus contactos y lograr trabajo e inversiones para las empresas españolas. Primero fue a mercar un contrato para que nos suministre otro país de los Emiratos el petróleo que necesitamos (porque sólo nos falta quedarnos sin reservas de combustible) y luego, aceptó la invitación del Príncipe.

¿Saben lo que le preguntó el inefable Antonio Camacho a Casimiro García-Abadillo en la tertulia de Alsina cuando el maestro del periodismo les reveló la exclusiva? Pues agárrense: puso los dídimos sobre la mesa y espetó qué opinaba él viendo al Rey en semejante compañía. 

Espero que el Rey y, sobre todo, el príncipe saudí no estuvieran escuchando la radio. Al Rey le daría un soponcio pensando en la posibilidad de que su anfitrión considerara que si los españoles le consideran una compañía inadecuada para su Rey, a lo mejor conviene rescindir el contrato y dárselo a otros que no sientan asco ante su figura.

Y Antonio Camacho, señores, es una figura consagrada en el periodismo de opinión. Un creador de opinión, nada menos. 

Visto lo visto, mejor que los españoles cerremos los periódicos y empecemos a pensar con nuestras neuronas; porque las de estos líderes que nos adoctrinan andan por Bostwana cazando moscas o algo parecido.

12/4/12

Mi gratitud






A veces, la vida te besa en la boca y te gratifica, no con un premio de lotería o un hallazgo que te saca de penas, sino con el gran tesoro de la entrega a los demás.

A mí me pasó. Un día me invitaron a ayudar en un comedor social como voluntaria y cuando salí de allí, tras hora y media, sentí que mi vida era rica y fructífera, que había ocurrido algo muy importante.

Me sorprendió. Había criado tres hijos, cuidado a mis padres, desarrollado de modo modesto; pero suficiente para mis aspiraciones, una profesión; pero nunca había experimentado la sensación de utilidad que me invadió preparando las bandejas para los comensales o ayudando a recoger la vajilla una vez limpia.

Han pasado diez años como un suspiro. Se ha doblado con creces el número de personas que acuden cada día y cada noche a comer o a recoger el menú del día, junto con otros productos de primera necesidad para librarse del hambre.

La prensa presenta la alusión de Sarkozy o Putin a España como muestra representativa del daño que causó el Gobierno socialista, en la clave de una ofensa a España. Yo no lo veo así. No nos ofenden esas palabras, sino la realidad de millones de personas acudiendo al comedor social para librarse del hambre; porque el desgobierno las arrojó a la pobreza.

El vídeo que encabeza esta entrada es de Alejandro Toledo. Vio a un colega y le siguió para saludarle. Le sorprendió verle entrar en un comedor de Cáritas y salir, poco después, con una bolsa con comida. Entró en el comedor y descubrió que la clientela no eran pobres tradicionales o marginales, sino mucha gente bien trajeada los otrora llamados pobres vergonzantes, que, arruinados por la crisis negada por el Gobierno, tenían que recurrir a la beneficencia para librarse del hambre e impresionado, decidió aportar lo que estaba en su mano: un vídeo promocional para la labor de Cáritas.

Es magnífico y refleja muy bien el drama que viven hoy millones de españoles que pasaron de la cresta de la ola o la confortable suficiencia que proporciona el trabajo que te permite mantener a tu familia, a la pobreza absoluta. 

Como testigo del drama, quiero rendir homenaje a esta obra. Gracias, Alejandro. Su obra atraerá una mayor atendión sobre esas instituciones que contribuyen a paliar el efecto de la crisis sobre la ciudadanía arruinada; hará que aumenten las donaciones necesarias para sostener esta labor con una demanda creciente y muchas personas vean garantizada la triste seguridad de que, por lo menos, tendrán un plato caliente que llevarse a la boca cada día y se librarán del dolor de ver pasar hambre a sus hijos, gracias al trabajo desinteresado e ingente de una organización católica y unos voluntarios que deberíamos pagar por el privilegio de aportar nuestra ayuda a paliar ese inmenso drama.


9/4/12

Los intelectuales a favor de una censura radical a la Iglesia



Cristo de Dalí.



El Obispo de Alcalá de Henares es la noticia del día. No ha dicho nada nuevo, se ha limitado a defender la postura de la Iglesia en materia de homosexualidad y aborto. La clave está en la virulencia de sus expresiones a la hora de hablar de los gays y las mujeres que abortan.

No me gusta nada el lenguaje que ha utilizado; pero se ha mostrado una absoluta tolerancia hacia los mensajes de los anticlericales en los que lo más suave que suelen decir es ese eslogan guerracivilista que reza que la iglesia que más ilumina es la que arde.

Han salido en tromba los progres, los defensores de lo políticamente correcto para resaltar que la Iglesia está crecida ante el apoyo gubernamental y por eso se permiten algunos obispos homilías como ésta.

Rechazo tan rotundamente la forma de la homilía del Obispo, como esos ataques. 

Se supone que la gran conquista de la democracia es la libertad de expresión y condeno, con toda rotundidad, a quienes pretenden sellar bocas, no porque infrinjan las normas esenciales de respeto a los valores que rigen en España, como lo hacen algunas exhortaciones de imanes musulmanes a golpear a las mujeres (ante ese hecho los progresistas han guardado silencio de tumbas), sino por el mero hecho de que emiten mensajes que no se ciñen a lo políticamente correcto.

La Iglesia tiene perfecto derecho a decir lo que quiera. Les guste o no a los guardianes de la ortodoxia, el derecho a opinar es un derecho fundamental consagrado en la Constitución y no es lícito intentar sellar bocas por el mero hecho de que representen unos principios y valores con los que parte de la población no está de acuerdo.

Lo más sorprendente de todo esto es que quienes se ponen como fieras son los que se confiesan ateos. Si están al margen de la Iglesia, ¿qué importa lo que digan unos personajes que no tienen ninguna relevancia en su sistema de valores?

Se retratan solos al salir en estampida en cuanto un miembro de la Iglesia emite opiniones que les disgustan. Yo, que soy una ciudadana normal y corriente, que respeta a la Iglesia, condena alguna de sus actitudes y reconoce el gran valor de otras de sus obras, no tengo ningún problema con estas cosas. De hecho, sin el escándalo de estas buenas gentes no hubiera tenido noticias de lo que dijo el Obispo de Alcalá. Y tras conocer el contenido de su homilía, mi reación fue: «bah, bah, bah!»

No tengo ninguna duda de que esa forma extemporánea de manifestarse ha provocado, incluso en los creyentes más devotos una reacción similar; porque todos tenemos nuestra cabeza de pensar, convivimos con gays vomitivos; pero también con gays extraordinarios de enorme calidad humana, comprometidos y valiosos. Conocemos casos de mujeres inconscientes que usan el aborto como anticonceptivo; pero también casos muy dolorosos en los que esa decisión era la única salida que le quedaba a una mujer desamparada que arrastrará un trauma el resto de su vida y rechazamos por inconveniente, desmedida y anacrónica esa diatriba, catalogándola como una de tantas salidas de tono de algunos representantes de la Iglesia, que no merece mayor atención.

En cambio, los anticlericales declarados y militantes, consideran que esas palabras tienen una transcendencia enorme, que van a marcar a numerosas almas buenas, que suponen una catástrofe de grandes dimensiones que es necesario atajar atacándola con una visceralidad e inconveniencia parejas a las que dictaron la redacción de la homilía del Obispo.

Ellos, sólo ellos, no los católicos que guardan la doctrina de la Iglesia, consideran relevante lo que opine un Obispo. Ese gesto de militancia en la contraofensiva a la homilía, es una muestra patente de que la influencia de la Iglesia es mucho menor entre los practicantes que entre los que reniegan de ella.

No quiero vivir en un país castrado, en el que se niegue el derecho a una opinión a nadie y me escandaliza más la reacción de las mentes preclaras, de los intelectuales consagrados como faros guía del pensamiento o los plumillas irrelevantes que salen en tromba a descalificar a la Iglesia, que las desafortunadas palabras del Obispo que, consecuente con la doctrina de la Iglesia, se excede en la forma; pero se ciñe al fondo de los criterios institucionales en la materia.

Deberían reflexionar con seriedad esos intelectuales sobre sus reacciones ante los mensajes eclesiásticos; porque se retratan como los más ortodoxos y genuinos defensores de la censura franquista y no es bueno para nadie que quienes se erigen como paladines de las libertades, se revelen, a poco que se les eche un capote, como los más acérrimos defensores de la necesidad de silenciar bocas y prohibir manifestaciones del sagrado derecho de expresión.

4/4/12

Pilotos en huelga, ciudadanos secuestrados








Se ha abierto una vez más la caja de los truenos. La mediación ha fracasado y vuelven a convocarse huelgas en Iberia coincidiendo con las fechas más sensibles con el consiguiente perjuicio para los pasajeros. Muchos, una mayoría, viajarán por placer; pero no es desdeñable el número de los que lo harán por trabajo o necesidad imperiosa. La consecuencia es que todos esos usuarios, advertidos de los riesgos, elegirán otras compañías para volar, en perjuicio de Iberia. Tendrá pérdidas y los accionistas no van a ser tan transigentes como lo era el Gobierno de España cuando la compañía aérea era la niña de los ojos, sostenida por el dinero de todos los españoles pese a los resultados ruinosos que arrojaba.

No dudo de que los miembros de la tripulación y el personal de tierra de Iberia tienen pleno derecho a luchar por sus intereses; pero veamos las cosas desde el punto de vista, no de la persona intoxicada por la propaganda de IBERIA, sino del ciudadano de a pie que sufre quebrantos, no de tarde en tarde, sino de forma constante.

No sólo sentimos que somos los rehenes de sus intereses. Pagamos precios muy altos por los billetes de avión en una compañía que fue pública desde su fundación hasta 2001. Las huelgas han jalonado el historial de la compañía que arrojó pérdidas notables a lo largo de toda su historia, sufragadas por nuestros impuestos para mantener una compañía de aviación española ruinosa.

El vídeo que encabeza esta entrada pretende ser un resumen del problema y lo consigue. Fíjense en las compañías que menciona. Los países en los que tuvieron su base esas compañías son pequeños. Aunque sean muy prósperos, el volumen de pasajeros que arrojan no es suficiente para mantenerlas y es necesario cambiar el modelo de negocio. 

España no es un país rico, la mayor parte de los españoles no pueden pagar los precios de los billetes de Iberia. Viajan mucho ejecutivos y políticos; pero el conjunto de esos viajeros no tiene entidad suficiente para mantener  una compañía con costes tan elevados como los que soporta Iberia y el resto, la clase media, no podemos permitirnos pagar cientos o miles de euros por dos billetes. No digamos ya si incluimos hijos en el viaje. 

Pasar a una compañía de bajo coste sí permite que los españoles viajemos más e Iberia atraerá a esa gran masa que ahora viaja con Ryan Air, Virgin u otras.

Es muy probable, por no decir seguro, que Iberia haya estado muy mal gestionada, es lo usual en todas las empresas públicas que, al final, tiran con pólvora del Rey y no tienen la necesidad de presentar una cuenta de resultados saneada; pero esa situación se terminó en el año 2001 cuando se convirtió en una sociedad anónima que cotiza en bolsa. Era necesario hacer eso; porque el Estado ya no tenía los recursos necesarios para sostener una empresa con pérdidas tan elevadas a costa de los Presupuestos.

El punto de vista de los pilotos y el personal está muy bien reflejado en este artículo; pero falla un elemento esencial en él: Es indudable que los pilotos y las tripulaciones de cabina tienen una excelente formación y se seleccionó a los mejores para cubrir las plantillas. Son excelentes los mecánicos de la empresa y el personal de tierra... Bueno, puede que sean excelentes; pero como usuario que ha sufrido los problemas de los retrasos con mucha frecuencia, no he conseguido vivir ninguna experiencia en la que el personal de tierra haya sido capaz de manejar con éxito la situación, dar información constante a los pasajeros varados para que pudieran valorar la situación y tranquilizarse. No es un problema sólo de Iberia; pero esa es la realidad.

Esa gran formación de la que presumen legítimamente ha sido sufragada por todos los españoles. Como dice el propio autor, Iberia tiraba con pólvora del Rey y no reparaba en gastos. La pregunta clave es: ¿Qué hacían los pilotos para mejorar la calidad del servicio y mimar a los pasajeros que no dejaban de ser una parte de quienes financiaban esa formación espléndida? Nada.

Ahora proponen planes para detener la creación de una empresa de bajo coste que va a acabar con la Iberia que hemos conocido. Dicen que la oferta que hacen es mejor para todos. ¿Por qué no hicieron esa propuesta mucho antes? ¿Por qué no tuvieron en cuenta que esa situación de pérdidas y derroche tendría que tener un final, que se acabaría un día modernizando la empresa y funcionando como una sociedad normal que exigiría resultados positivos, imposibles en las circunstancias en las que se desarrollaba la actividad de Iberia?

Es más que seguro que todo lo que dice ese artículo es cierto y que se pierda seguridad en el nuevo modelo de explotación de las compañías aéreas; pero hay una realidad indiscutible: pese a la conciencia de que el riesgo de que tu avión sufra un accidente puede ser mucho más elevado en una compañía de bajo coste que en una de las tradicionales; pero cuando planeamos un viaje, compramos el billete en estas compañías. Esa es la realidad y contra eso, poco pueden hacer los trabajadores de Iberia; porque es el propio mercado el que la condena a la desaparición.

Rocinante se ha llevado a don Antonio





Rajoy remite sus condolencias a la familia de Mingote y a ABC: «Era un genio del dibujo y la palabra»



Estoy segura de que Rocinante y Rucio estuvieron ayer apostados en esa delgada línea del horizonte que separa la vida y la muerte para que don Antonio montara el legendario corcel de la novela que tanto amó y pudiera hacer con comodidad ese tránsito que le llevaría a reencontrarse con su abuelo, sus padres, tantas personas queridas que se fueron, como lo hizo él, en busca de esa plétora de vida cargada de sabiduría y experiencia que el cuerpo, agotado por la vida, ya no puede sostener. Don Antonio montó gozoso y se marchó ansioso de disfrutar de quienes aguardaban su llegada.

Y se fue dejándonos muchas incógnitas. Hoy necesitamos como nunca su viñeta, don Antonio. Hoy usted sabe mucho de almas y puede contarnos cómo son las de los presupuestos del Estado. No sabíamos que las cuentas públicas tenían alma; pero nos lo ha contado hoy Soraya Rodríguez que está dispuesta a presentar una enmienda a la totalidad por eso: porque no tienen alma.

También necesitamos que nos ilustre con su genialidad habitual sobre otros extremos. Usted es un experto en los personajes clásicos de nuestra fauna nacional. Necesitamos que nos diga a qué arquetipo pertenecen esos políticos que saquearon durante siete años las arcas del Estado, arruinaron España y aún hicieron un esfuerzo final para arrasar lo poco que quedaba, para que sus enemigos encontraran algo más que la ruina: una deuda insoportable que les obligara a adoptar las medidas más impopulares e impidiera que pudieran abordar planes de recuperación; porque no tenemos más que deudas que debemos incrementar porque no disponemos de recursos para financiarnos con los impuestos. Necesitamos que nos oriente sobre cómo hemos de tratar a esos desalmados y sus palmeros de la prensa, que les ayudan a generar un clima de resentimiento y tensión adicional entre una población que no ve salida para tanta ruina.

Necesitamos que, tras ver el grado de quiebra en la que estamos, dibuje una viñeta que nos conforte, nos arranque una sonrisa, nos haga sentir por un momento, que pese a todo, nada es irremediable, que todo tiene solución; porque existen personas como usted que iluminan nuestra vida cada día con un dibujo de inocencia diáfana y agudeza extraordinaria.

¿Cómo podemos afrontar la que nos espera sin la luz de su viñeta, don Antonio? ¿Cómo transitaremos por este desierto en que la estupidez y la maldad aliadas han convertido a la otrora próspera España en un país derrotado, hundido, que no sólo es pobre de solemnidad, sino que ha perdido todas las referencias, las creencias que nos unen, la identidad como nación?

Usted se ha ido a lomos de Rocinante que no es un brioso corcel, sino un caballo viejo y huesudo de paso cansino que no tiene que esforzarse para acoplarse al ritmo de su inseparable Rucio. Estará a estas horas, celebrando el encuentro con los que perdió un día con tanto dolor como nosotros sentimos al perderle a usted, don Antonio. 

Mientras, nosotros nos sumimos en el dolor más profundo. Le hemos perdido justo el día en que nos hemos enterado de que España, su amada España, nuestra amada España, está en la ruina más profunda y ya no es la orgullosa piel de toro: es un páramo desolado poblado por malandrines y villanos dispuestos a destrozar nuestro futuro por pura maldad. Y no estará usted para desenmascararlos.

Hasta pronto, don Antonio. Tome nota de todas estas cuestiones; porque cuando crucemos esa línea luminosa y tenue que separa la vida de la muerte, iremos a pedirle que nos muestre el alma de los presupuestos y no puede defraudarnos diciendo que los presupuestos nunca han tenido alma. Sería un golpe que no podríamos soportar.