8/4/11

La discriminación brutal de los mejores




Fotografía: madridactual.es



Esperanza Aguirre ha puesto en pie de guerra al PSOE, implantando una política educativa en línea con la que figuraba en el programa de nuestro presidente en las elecciones de 2008 bajo el epígrafe «excelencia educativa» con un paquete de medidas muy similar al aprobado por la Comunidad de Madrid. El problema es que el PSOE da tan poco valor a sus programas que ni siquiera sabe las propuestas que ofrecían en ellos.

Uno de los elementos más importantes para la salud de la democracia es el nivel de educación que tengan los ciudadanos. Educación intelectual, social y personal. Una ciudadanía con una sólida formación educativa está preparada para analizar las propuestas, ver la viabilidad de que se plasmen las propuestas electorales, tiene una mayor capacidad para desarrollar criterios propios y es mucho más independiente frente a los gobernantes, además de más exigente con su casta política. Los otros dos flancos les harán más participativos y responsables, tanto en las relaciones personales y sociales, como en el plano de mejora de la convivencia. A los políticos, sobre todo a los de izquierdas, eso no les interesa nada; para los ciudadanos es esencial.

Es indispensable que la mayoría de los niños que ingresan en la escuela, terminen la enseñanza primaria con una cultura sólida, una base gramatical, matemática, de conocimientos de geografía, historia y algún idioma, dados los tiempos. 

Para llegar ahí, no es necesario meterles en la cabeza una cantidad ingente de datos. Basta con que se les dé una trama básica, los cimientos, eso sí, muy bien estructurados, de un conocimiento a partir del que, en función de sus inquietudes y su interés, puedan evolucionar hasta donde quieran llegar. Ese entramado básico pasa por enseñarles desde muy pronto a pensar, reflexionar, expresar sus ideas de palabra y por escrito, darles todas las estrategias para que sean capaces de analizar cuanto se ofrece a su consideración y llegar a la conclusión más acertada.

Cuando se habla sobre fracaso escolar, la idea que viene primero a la mente de la mayoría de las personas es la de que los fracasados son niños poco inteligentes. Nada más lejos de la realidad. Hay un porcentaje muy alto de estudiantes fracasados con cocientes intelectuales muy superiores a la media, una buena parte de ellos, superdotados.

El problema de esos niños es que cuando se les explica algo, lo entienden de inmediato; pero el maestro o maestra, tienen que pasar días trabajando con esos conceptos porque al resto les cuesta más trabajo comprender y durante todo ese tiempo los niños con más capacidad se aburren mucho. 

El estímulo es la clave para que el niño aprenda cosas. No es cuestión de edad: un niño de corta edad puede aprender (aunque sea a su manera) cualquier cosa que se le explique si le interesa muchísimo. A un niño pueden fascinarle las letras, los números, las lecciones básicas de ciencias naturales; pero si tiene que pasar días atrapado en un aula oyendo explicar lo mismo de diferentes formas, ese estímulo desaparece, se aburre y poco a poco empieza a aborrecer el estudio; porque hay tantas cosas que le interesan, le apasionan, le apetecen, que las clases que empezaron siendo una delicia acaban siendo una tortura.

En ese camino se pierden muchos alumnos. Por eso me parece villano que alguien hable de discriminación cuando se intenta categorizar a los discentes. La igualdad no es dar el mismo trato a todo el mundo, sino tratar como iguales a los iguales y como desiguales a los desiguales.

Cada niño tiene su ritmo de maduración intelectual, capacidades diferentes al resto. Si se mete a un niño con un cociente medio en un curso en el que todos sus compañeros son o rozan la condición de superdotados, le hacemos un flaco favor porque hundimos su autoestima. Incluso en el supuesto ideal de que sus compañeros sean ángeles que nunca tengan un gesto de fastidio ante la rémora que representa, que le animen y se vuelquen en él, la situación no cambia. Constata en mil detalles cada día que él es inferior de forma objetiva y sufre.

Si integras a ese niño en un grupo con una capacidad similar a la suya, será mucho más feliz, estará más relajado, trabajará con más tranquilidad; porque los demás están en su misma situación.

El drama de esos niños con capacidad por encima de la media es que no son «protegibles». Lo son los que presentan alguna deficiencia, a esos hay que cuidarlos; pero al listo  se le machaca, muchas veces con justicia razonable; porque como se aburre, está inquieto o no lo está; pero el profesor aprecia una conducta pasiva, siempre distraído, sin prestar atención a sus palabras, inmerso en el centro de una burbuja de aislamiento. 

Es muy raro un profesor (y tengo constancia personal de varios casos de niños de este tipo), que se pare a analizar las causas de esa inquietud o de la ausencia. Si tuviera una deficiencia mental, tendrían para él toda la paciencia y la comprensión, como no la tiene, sufre un intenso marcaje y le caen broncas constantes que él no puede entender; porque no ve ninguna razón para despertar tanta animadversión en sus maestros.

Hoy en día, los niños de alto nivel intelectual y los superdotados son los más discriminados. Los datos están ahí. Unos trescientos mil (300.000) niños españoles tienen altas capacidades; pero el 68,3% de alumnos de ese grupo acaba en fracaso escolar.

España no puede permitirse que doscientos cuatro mil (204.000) niños de alta capacidad intelectual, se pierdan por los fallos del sistema educativo. La medida implantada por la Comunidad de Madrid no palia el problema; porque cuando llegue la hora de ingresar en ese centro, el 68,3% de los estudiantes que tienen capacidades iguales o superiores que los que acceden a él, se habrán perdido.

Aún así, es una buena noticia que se implante de forma oficial lo que venía funcionando de forma oficiosa. Hay muchos centros educativos en este país que, de forma más o menos diplomática, fomentan el abandono de sus aulas al finalizar la enseñanza secundaria, incluso antes, a los alumnos peor dotados; o que rechazan el ingreso en el bachillerato que imparten de aquellos cuyo expediente académico no ofrezca una nota media determinada. 

Es bueno que se ponga blanco sobre negro la necesidad de ofrecerles una enseñanza más exigente a los alumnos más brillantes. Supone el primer paso para que salga a la luz que hay alumnos que necesitan más exigencia para que desplieguen todo su potencial y adquieran la mejor formación previa al ingreso en la Universidad.

El siguiente, debería ser aplicar un plan de detección precoz de niños que muestran capacidades especiales, para que se les desvíe a centros capaces de satisfacer sus necesidades de aprendizaje y que ese terrorífico 68,3% se transforme en un 0%. Por el bien de todos; si no por el de esos niños discriminados.

2 comentarios:

Neo... dijo...

Estos casos de discriminación se ven claramente en los hipódromos. A ver, ¿alguna vez se ha visto correr en el " Gran Premio de Primavera" a algún burro contra los "pura sangre"?. No,¿verdad?. Pues eso es discriminación.

Nota: ¿Tiene alguna utilidad el tener que teclear una palabra rara para poder publicar un comentario? Es que yo lo quite en mi blog, y no sé si he hecho bien.

Carmen Quirós dijo...

El tecleo de esa clave frena la excesiva repetición de mensajes. Es una especie de anti spam, hasta donde yo sé. No creo que pase nada por eliminarla. Si aparece el problema, con restablecerla lo resuelve.

Gracias por su visita, Neo.