26/10/11

Toque a rebato ante una crisis aguda



Yo me acuso de escepticismo. Me alertaron de los riesgos del «Pacto del Duernu» y no lo creí. Era una paranoia de los amantes de encontrar explicaciones peregrinas a hechos que, si entiendes cómo funcionan las cosas, resultan mucho más simples y vulgares.

Empecé a inquietarme con la constitución de la Junta General y no tardé en aceptar, con fe ciega, la existencia del pacto.

Asturias es el Finis Terrae. Un lugar en el que la combinación de una estructura social, una pobreza endémica en los suelos, paliada por unos pocos valles fértiles y una política nefasta, lo condenó a la nada hace mucho tiempo.

El caciquismo, primero de la Iglesia, luego de los próceres y al final de los paniaguados, nos mantiene en el furgón de cola del desarrollo

Quisimos cambiar eso, elegimos a Cascos; porque era una promesa de rigor y pragmatismo. No contamos con la pinza del caciquismo establecido y el «yo acuso» debe ser entonado.

Se está gestando algo gravísimo. El legislativo autonómico, en una flagrante vulneración de los principios de separación de poder, está gestando un vaciado de poderes al ejecutivo de extrema gravedad.

Planea legislar para que el Ejecutivo regional no pueda gobernar sin que todas y cada una de sus decisiones pasen por el escrutinio y la aprobación de la Junta. 

El «pacto del duernu» ha atado y bien atado los pesebres de los poderes fácticos. Areces, en la presidencia de honor del Niemeyer, dispone eventual fuente de ingresos, aunque sea por vías indirectas, según me cuentan (pongan en el apartado «rumores» esta información). Sumamos una red nutrida de empresas en las que están colocados de modo espléndido prebostes de uno y otro bando o personas anónimas; pero que en todo caso, parte de los dineros públicos que captan esas empresas acaban en determinados bolsillos. Dinero aportado por todos nosotros para que una minoría vivan como reyes, mientras el resto, yo misma, hace cuentas para llegar a fin de mes.

Los proyectos de Ley no están encaminados, como sería  deseable, a poner coto a todo gasto decidido por el Ejecutivo, que ponga en peligro nuestra maltrecha economía autonómica; sino a que no pueda hacer recortes sin ser autorizado por la Junta o lo que es lo  mismo, para que los comederos no sufran mermas, aunque eso suponga la ruina de todos los asturianos.

Yo acuso a Javier Fernández y a Pérez Espinosa de traición a los contribuyentes asturianos. Nada puede hacer el ejecutivo para oponerse a esta medida. Los ciudadanos estamos a tres años de sancionar esta vileza en las urnas; pero no me resigno.

Es hora de que los asturianos hagamos saber a nuestros políticos que gobiernan a los hijos de la batalla de Covadonga y no les vamos a tolerar que sigan burlándose de nosotros. Son una panda de inútiles que constituyen una carga que no tenemos por qué soportar y ha llegado el momento de hacer oír nuestra voz.

Hemos de organizarnos con un respeto absoluto a las formas democráticas para hacer que se oiga nuestra voz y poner coto a esta insensatez que se ha apoderado de nuestros políticos.

Necesitamos ahorrar de modo desesperado. Lo siento mucho por Areces de quien fui ardiente defensora y por muchas otras personas; pero no hay dinero, somos pobres, nunca hemos dejado de serlo y las fantasías faraónicas de dirigentes que prescindieron de la realidad y montaron entes que no podemos sostener, no eliminan esa realidad.

Hay que hacer frente al pacto del duernu con firmeza y civismo. No podemos consentir que los intereses de casta nos lleven al abismo. Es hora de que hagamos saber a los políticos que la soberanía reside en el pueblo y ellos son simples criados a nuestro servicio. 


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