31/8/10

Un abrupto despertar


Es fácil comprender los sentimientos de cualquier persona comprometida con una causa y la impotencia y la rabia que pueden hacerle tomar decisiones arriesgadas.

Es indiscutible que cuando quieres realizar una acción llamativa, lo primero que tienes que plantearte es la situación real en la que va a enmarcarse. Lo segundo, sopesar los inconvenientes o riesgos que vas a afrontar y los beneficios que va a obtener tu desafío y lo tercero, echarle imaginación al asunto para sacar el máximo beneficio en términos propagandísticos (que es lo que se persigue en todo caso con este tipo de acciones) y reducir al mínimo los efectos colaterales.

No hay que ir a la Universidad para saber esto. Es el manual básico del activista y si analizamos los hechos de forma fría, hemos de reconocer que los activistas españoles obtuvieron un gran éxit, desafiando a las autoridades marroquíes, logrando que les dieran una paliza de tal calibre que proporcionó una publicidad que no hubieran conseguido si no hubiera pasado nada; porque no hubiera tenido ninguna repercusión, hubieran vuelto a casa sin que nadie se enterara de lo que había ocurrido y no hubieran obtenido ningún resultado significativo.

Lo que asombra es que vengan quejándose de que les hayan dado hasta en el carné de identidad por promover una manifestación no autorizada. En este supuesto, en España te disuelven porque el derecho de reunión está sujeto a autorización previa cuando supera determinado número de reunidos. Si eliges, no un país que, por lo menos, respeta las formas en cuanto a libertades públicas, sino un país en el que la tortura y la muerte forman parte de la vida cotidiana, bajo la férula de Marruecos, sabes que te la juegas y (salvo que tengas una miopía política que te desacredita como activista) tienes que contemplar las consecuencias que puede tener para tu país tu espíritu solidario.

Ya anunció ayer el Presidente del Gobierno que abogaba por una diplomacia inteligente. O no conocen a nuestro presidente o viven en otro mundo; porque es evidente que la idea de diplomacia inteligente es aplicar el principio de hacer como que no te enteras y si te mean, dices que llueve. Hoy el gobierno se alineó con Rabat, dijo que lo que pasó fue que grupos de ciudadanos contrarios a la manifestación fueron los que les dieron para el pelo y que nada de policías ni antidisturbios; que se callen y no molesten.

Ahora están indignados, estupefactos; no dan crédito a la descalificación de su propio gobierno y se sienten avergonzados. Lo malo es que no sólo han sido humillados ellos, sino que, gracias a su gran visión de la jugada, España (o lo que es lo mismo todos nosotros) ha quedado a la altura del betún.

Me pregunto en qué universo paralelo viven y sobre todo, qué esperaban que ocurriera tras provocar a Marruecos con esa acción. Desgraciadamente, les ha pasado todo lo que les tenía que pasar en las previsiones objetivas de las consecuencias del acto de desafío. Ellos no lo merecen, sin duda; pero el resto, aún menos.

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