3/6/11

El Medio Ambiente versus la salud y la propiedad






Marta Andreasen publicó el pasado día uno en el blog «Europa a tiro de blog» de elmundo.es una entrada que titula «Apoyad el Respeto al Derecho de Propiedad en España». Como ven, es una llamada a todos los españoles para que apoyemos la lucha contra los efectos de la aplicación de la Ley de Costas actual. 

No niego que se han cometido muchos desmanes por parte de los constructores, en particular en la costa mediterránea. Recuerdo, hace treinta años, en la provincia de Valencia, que intentamos acceder a una playa y no pudimos; porque habían construido una urbanización para alemanes y el camino de acceso a la playa estaba cerrado por una barrera, custodiada por un guardián que no permitía que nadie accediera a aquella playa. Era ilegal de todo punto y sigue siéndolo; pero la solución a estos episodios de ilegalidad u otros tiene que pasar por una aplicación racional en el que el interés común y los derechos de la propiedad individual sean tratados con el mayor sentido común y la máxima equidad.

La lectura de ese artículo me llevó a reflexionar sobre otro desmán que se está cometiendo en Asturias, concretamente en el concejo de Villaviciosa. En este lugar, hay una ría bien conservada, por cierto, desde el punto de vista ecológico, que sufrió una intervención en el siglos XVIII para drenar las aguas estancadas en las márgenes de la ría, consideradas insalubres en la época. En 1859, como consecuencia de la desamortización civil de Madoz, esos terrenos, hasta entonces propiedad del Ayuntamiento, fueron vendidos a particulares para capear la crisis económica. El vídeo que encabeza esta entrada muestra esos terrenos llamados «los porreos» o terrenos ganados al mar.

Dado el valor ecológico de la desembocadura del río Valdediós, se puso en marcha un primer plan de protección de la Ría de Villaviciosa con la declaración el 27 de abril de 1995 de espacio natural protegido. A partir de ahí, los desarrollos de sucesivas leyes culminaron con la decisión de devolver a la ría su fisonomía previa a las intervenciones del s. XVIII.

El sistema que usó el ingeniero encargado de la obra en aquella época, fue canalizar la ría, construyendo un dique dotado de exclusas que permiten que, tras la subida de la marea inundando los terrenos, estos drenen el agua a la ría, a través de canales diseñados para ese fin y se impida la formación de charcas de agua estancada.

Para lograr ese objetivo, se prohibió a los propietarios de las fincas toda intervención, aún las de mero mantenimiento en el dique. Es obvio que si no se repara periódicamente acabará hundiéndose, ese es el objetivo.  Desaparecido el dique, las aguas volverán a estancarse y a recuperar la maravillosa diversidad de fauna e insectos que tenían en el pasado. 

Ahora, la última vuelta de tuerca la da la Ley de Costas, que implanta un nuevo deslinde y reclama esos terrenos como dominio público, a despecho de la ley anterior que los desafectó y legalizó la venta a los particulares para combatir la quiebra de España a través de las desamortizaciones y realizaciones de los bienes desafectados. En el enlace les proporciono una muestra de los perjuicios de esta medida.

Sin embargo, quiero ir más allá. Tengo en mi poder, gracias a la generosidad de unos amigos que me lo regalaron en su día (gracias a Alberto y Paquita) un facsímil titulado «Historia Natural y Médica de El Principado de Asturias», obra póstuma del doctor Casal, que ejerció su profesión en Oviedo (visitó toda Asturias e hizo un informe exhaustivo de sus condiciones sanitarias) y murió en el año 1759.

El doctor Casal hacía una ficha de cada paciente, anotaba en ella todos los síntomas, el tratamiento y la evolución feliz o luctuosa. Teniendo en cuenta que aquellos años fueron los que, tras la implantación del cultivo del maíz, resultaron más florecientes para la economía asturiana, es sobrecogedora la lectura de esta obra.

Lo más importante, por lo que nos ocupa, es la relación de epidemias que sufre el Principado. Da fe expresa, como testigo, de que en el año 1719 se declaró una epidemia en Asturias que afectó con especial intensidad a los pueblos situados junto a las rías y fue particularmente funesta  a las orillas del Nalón, afectando a Pravia y La Arena de forma especialmente funesta. Se reprodujo en 1720 y diezmó una cuarta parte de la población de la Arena, causando un grave empobrecimiento. 

El relato de los síntomas, por si pasa por aquí algún médico es el siguiente: fiebres continuo - periódicas; esto es, compuestas de intermitente y continua, color de la cara amarillo sucio, ojos entumecidos, tristes y turbado lo blanco de ellos; los labios descoloridos, lengua sucia y reseca, manos y pies resecos y fríos, poca sed, intolerancia al alimento, modorra rayana en el letargo, intensas diarreas y orina con «sedimento farináceo». Al cabo de veinte días, el paciente falleció. 

Atribuye, en diversos episodios, estas epidemias que azotan con singular rigor a los habitantes de pueblos cercanos a los ríos, a las aguas estancadas. No tiene argumentos, pero apunta esa posibilidad tras lo observado a lo largo de muchos años.

Cierto que hoy disponemos de antibióticos; pero la recuperación de las charcas de aguas estancadas, supone el retorno de la malaria o paludismo y otras enfermedades que habíamos conseguido desterrar.

De nuevo: equilibrio entre el interés de los ciudadanos y la protección al Medio Ambiente. Algo que parece que los fanáticos del retorno a la virginidad del planeta no les cabe en la cabeza y el problema, es que hoy por hoy, ellos son los que tienen la autoridad y la van a imponer cueste lo que nos cueste.

2 comentarios:

elquiciodelamancebia EQM dijo...

Doña Carmen, no hay dudas de que estamos viviendo nuestra decadencia en materia de especie protegida. Cualquier animal menos racional o cualquier medio ambiente, siempre delante. Sus comentarios respecto a la insalubridad me recuerdan la ruina que deparaban los arrozales mediterráneos a los habitantes de la zona. Afortunadamente, parece que en esta cuestión no han querido restaurar pandemias pero sí están liquidando todo patrimonio privado viviente cercano a la costa. En este país lo primero que tendremos que regenerar es el sentido común. Un abrazo.

El quicio de la mancebía [EQM]
elquiciodelamancebia.lacoctelera.net

Carmen Quirós dijo...

Estamos de acuerdo, por lo que veo. Un abrazo.