20/4/11

Vuelven a arder las iglesias en España



Un perturbado provoca un incendio en la Sagrada Familia
Fotografía tomada de ABC

Un hombre, al parecer con sus facultades mentales trastornadas, incendió en el día de hoy los ornamentos que se guardaban en la sacristía de 'La Sagrada Familia', en Barcelona. Como consecuencia, ardió cuanto contenía la estancia, hubo que evacuar a las personas que visitaban la catedral proyectada por el arquitecto Antonio Gaudí, una joya arquitectónica de gran valor. Por suerte, las vidrieras originales, obra de Gaudí, no sufrieron daños y ninguna de las mil quinientas personas (cifra aproximada) que visitaban el templo sufrió daños.

El autor del atentado fue detenido y consta que tiene antecedentes policiales por hurto. No hay ningún indicio de que sea un pirómano; al menos no hay ningún antecedente en el que haya sido objeto de investigación por esta causa.

La prensa digital, en su conjunto ha relegado la noticia a los asuntos locales, sacándola de las portadas. La televisión y las emisoras de radio se han hecho eco; pero todos coinciden en señalar el acto como fruto de una enajenación mental que no deja de ser un suceso desgraciado; pero no tiene mayor trascendencia; es un accidente, sin más.

Me parece bien, por un lado, que se dé este tratamiento a la noticia y no se airee más de lo necesario por una razón. Todo lo que se convierte en noticia en los periódicos genera consecuencias. Los actos de violencia difundidos por los medios tienen un «efecto llamada» en muchos individuos. Ante la imagen de una mujer asesinada, actos vandálicos o violencia callejera, algunas personas (no está cuantificado el número; pero se sospecha que es más numeroso de lo que se quiere aceptar) imitan esos actos que, dadas sus escasas luces, desde el momento en que «salen por la televisión» cobran un rango de validez y aceptación en sus esquemas mentales. Cuanto menos se airee, mejor.

Pero hay otra realidad. Hay una corriente bien dirigida desde los ámbitos políticos, que tiende a dirigir la mirada de los ciudadanos que están sufriendo con la crisis a culpables distintos del real. Son  muy concretos: el PP y la Iglesia son los causantes de todos los males. De este modo, los ciudadanos desesperados dirigirán su ira contra estos dos focos y los verdaderos causantes se libran de esa ira y de paso, frenan la sangría de votos de los más ignorantes y fáciles de manipular, presentándose ante ellos como víctimas inocentes de una crisis económica mundial y una confabulación de la derecha y la Iglesia.

En este marco se encuadran los incidentes de la Universidad Complutense, de Almería, Canarias, Segovia, Carabanchel, Majadahonda, Barcelona... a las que hay que sumar el artículo de Gregorio Peces Barba de hace pocas semanas, que no son más que una muestra del anticatolicismo que alimenta la izquierda en su conjunto, salvo honrosas excepciones.

Así que el tratamiento de esta noticia no deja de ser, una vez más, otra muestra de la habilidad de los grupos de manipulación de masas que dominan esta sociedad y de la escasa gallardía de la derecha que, en su afán de ser impecable, se pasa de frenada huyendo de incomodar a la izquierda con cualquier declaración que no sea aceptable para ella y se convierte en cómplice de la campaña.

Porque lo ocurrido hoy en Barcelona es un paso más. No se si hubo trastorno mental o no. Lo cierto es que la quema de iglesias y su profanación ya no se circunscribe a grupos izquierdistas, sino que el ciudadano ya ha asimilado la información: debe dirigir su frustración contra la Iglesia, la causante de todos sus males


2 comentarios:

Rubín de Cendoya dijo...

Aunque estemos lejos de lo que fue aquello, no está demás tenerlo presente ya que no vamos por buen camino.

Un abrazo

Carmen Quirós dijo...

Esto tiene muy mala pinta, Neo. Abrazo de correspondencia.