Imagen de archivo de una votación en el parlamento catalán (La Razón)
Somos muchos los que tenemos muy claro que las actitudes independentistas son puro paripé, cuyo único objetivo es el chantaje al Gobierno de España para conseguir mayores cotas de autonomía en los gobiernos de las comunidades y más dinero de la Hacienda Pública central.
Si nos quedaba alguna duda, Cataluña nos lo ha demostrado estos días. El fin de semana pasado se montó una votación en Barcelona para que jóvenes entre dieciséis y dieciocho años, inmigrantes, que, unos porque aún no han alcanzado la edad que les confiere el derecho al voto y otros porque no reúnen la condición de españoles, nacionales de otros países que permitan que los españoles voten en ellos o miembros de otro estado de la UE y ciudadanos que sí tienen derecho al voto, expresaran su opinión sobre la independencia de Cataluña.
Esta asombrosa iniciativa podía permitirse todas esas licencias; porque en realidad era una consulta nula de pleno derecho y a partir de ahí, el vicio de nulidad que pudiera entrañar el voto de personas que no tienen derecho de sufragio activo es del todo irrelevante, al tiempo que resultaba muy útil para conseguir el objetivo: que votara, como mínimo, el 10% de los residentes en las áreas de la consulta.
Si es grave que desde los órganos de gobierno de una Comunidad se manifieste un desprecio olímpico a las leyes, aún es más grave que los representantes materiales de esos órganos rubriquen con su presencia en las urnas ese mensaje de que no hay que respetar las leyes cuando nos convenga. En ese contexto, un ciudadano puede decir, con todo el derecho del mundo, que si el Presidente de la Generalidad o sus consejeros no cumplen las leyes, ellos tampoco tienen por qué hacerlo; pero eso no es lo grave: lo grave es la infiltración en la sociedad de la falta de respeto a las normas, incluidas las jurídicas, que transmiten los prebostes.
Ya fue un espectáculo entre bochornoso e hilarante esa convocatoria, lo de hoy en el Parlamento catalán fue esperpéntico.
Grupo de independentistas a las puertas del Parlamento de Cataluña (I. Baucells para ABC)
La expectación era grande entre los partidarios de la independencia. Hoy se votaba en el Parlamento la Proposición de Ley para la independencia de Cataluña. Algunos ciudadanos estaban tan ilusionados, que quisieron arrimar el hombro a su manera, persiguiendo una atención especial del universo mundo hacia la sesión y demostrar a los parlamentarios su gran responsabilidad en el cumplimiento de sus aspiraciones votando a favor de la propuesta.
Fotografía e-noticies
Si piensan que es friki a más no poder lo que pasaba en el exterior, la realidad de lo que ocurrió en el interior del parlamento la supera. Artur Mas, el presidente que votó el pasado fin de semana en esa consulta popular absurda, declaró que ahora no tocaba independencia, su partido se abstuvo, él sólo se presentó en la Cámara en el momento de la votación y el Proyecto de Ley fue rechazado, cosa que demuestra que a Cataluña no le conviene lo más mínimo plantear la independencia.
Es sencillo entender ese pragmatismo. Una cosa es la aspiración y otra cosa la realidad de una Administración en bacarrota que no tiene ni para afrontar los gastos comunes, que ha tenido que reducir gastos de forma salvaje, hasta el punto de reducir las prestaciones sanitarias, despedir médicos, reducir horas de servicio en los quirófanos; porque no lo pueden pagar. No pueden independizarse; porque necesitan que el resto de los españoles aportemos el dinero que necesitan para afrontar la situación e intentar salir de ella.
Lo que ya me cuesta más trabajo entender es lo del alcalde de Barcelona. Jordi Hereu ha pedido a TVE y a Tele5 que le monten un debate con el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, para poder demostrar ante el mundo mundial que Barcelona está muchísimo mejor que Madrid.
No veo qué beneficio puede reportarle un debate en el que corre riesgos graves de ser arrollado por un político de «piquito de oro» en lugar de ganar puntos ante sus potenciales votantes. Cierto que hay una rivalidad vieja entre Barcelona y Madrid y que habrá barceloneses que disfruten de ese duelo y decidan votar a Hereu viendo ese debate; pero ocurrirá si y sólo sí, el de Barcelona no queda mal frente al de Madrid y las artes y tablas de Gallardón son temibles.
4 comentarios:
Excelente comentario, Carmen.
Hasta yo, que no entiendo gran cosa de política, daba por hecho el comportamiento de Mas y sus secuaces: predicar la independencia y retirarse en la votación real y legal. Es el chantaje moral de un gobierno autonómico con el agua al cuello para obtener beneficios, en la consciencia de lo insostenible que sería la independencia. Una llamada de atención adolescente cortándose un poquito las venas de la muñeca sin desangrarse.
Un saludo.
Gracias por su comentario, Jano. Un saludo.
Fantastico post, Doña Carmen.
Muerden la mano que les da de comer y luego pretenden que con unos lametones se les perdone.
Se gastan el dinero en referendums varios que no llevan a nada, embajadas con sus respectivos cargos que sólo sirven para colocar enchufados, y así todo. Mientras hay que recortar 1.000 millones de euros en sanidad, cierre de plantas y quirófanos, pérdida de camas y el eventual despido de auxiliares y médicos.
Espero que las movilizaciones que se dieron ayer les hagan recapacitar y pensar en lo que es verdaderamente importante para el pueblo.
Atentamente,
Esperemos que sea así, Bonnie. Un saludo.
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