3/9/11

Estadista de terrones y eriales




Durán Lleida (elconfidencial.com)

La llamada reforma de la Constitución ha hecho que los españoles tuviéramos la oportunidad de disfrutar estos días de un espectáculo soberbio en el que la categoría de nuestros políticos volvió a quedar demostrada.

No les aburriré informándoles; basta que, quienes no tengan ni idea de lo que cuento, sigan este enlace (uno de tantos; porque toda la prensa lleva mareando con el tema varios días y creo que es uno de los que describen el espectáculo con menos ánimo de adoctrinarnos).

Voy a centrarme en una realidad asombrosa, en un consenso que han mantenido estos días todos los periodistas de cualquier lugar del espectro ideológico y que a mí me resulta asombroso: definir, una vez más, a don José Antonio Durán y Lérida (Josep Antoni Durán y Lleida, en catalán), como un estadista.

Empecemos por definir estadista. La palabra tiene tres acepciones: Jefe de Estado, especialista en asuntos políticos y de Estado y técnico o especialista en estadística. Eliminamos el último y el primero; porque el señor Durán no es Jefe de Estado ni especialista en estadística, hasta donde yo sé.

En el lenguaje político, un estadista es un hombre con una visión muy amplia y completa de los asuntos de gobierno, que no solo comprende en toda su dimensión los problemas cuando aparecen, sino que tiene un don especial para preverlos con antelación, diseñar una política encaminada a evitarlos o minimizarlos y a generar altos niveles de desarrollo en todos los ámbitos con su inestimable visión de futuro. Un estadista persigue siempre el bien común, nunca intereses privados o partidistas.

Centrada la figura del estadista, analicemos al señor Durán. Yo le veo como un representante genuino de un fenicio moderno (sin excederse demasiado en los aires de modernidad). Tiene maneras afables, voz mesurada, no se altera ni se excita si no es en el marco de una actuación muy estudiada. Es buen orador, no puede ser de otro modo; puesto que la eficacia de su trabajo depende de la habilidad en la exposición para seducir al contrario y persuadirle de que lo mejor para él es que se deje cortar el cuello por el bien de todos.

¿Cuál ha sido la misión del señor Durán todos estos años? Muy simple: utilizar la debilidad del Gobierno para obtener grandes sumas de dinero y todos  los privilegios posibles para Cataluña. Es decir: se ha revelado como un mercader excelente, que sabe aprovechar la necesidad del cliente para venderle el burro cojo  a precio de pura sangre.

Si fuera un estadista auténtico, hubiera sido capaz de ver de lejos la crisis económica que se estaba gestando (como la vimos venir muchos españoles en el año 2007) y hubiera trabajado con empeño para persuadir al Gobierno de que adoptara medidas urgentes y drásticas para combatirla. Un estadista entendería que la prosperidad de Cataluña va unida de modo indisoluble a la de España, más, cuando la hacienda pública catalana estaba en la ruina como consecuencia de una insensata política que suponía enormes gastos carentes de retorno. En Cataluña se gastaba sin tasa; pero no se invertía apenas nada en implantar líneas de estímulo al desarrollo económico y social.

Bien al contrario. El señor Durán usó todos sus recursos para paliar esos agujeros obteniendo fondos millonarios a cambio de su apoyo a leyes absurdas, que no sólo no resolvían el problema, sino que en muchos casos lo agudizaban, también en Cataluña.

El señor Durán  es un gran defensor de la política de exclusión del castellano en Cataluña, bandera irrenunciable de su partido. Apoya sin fisuras que la enseñanza en Cataluña se haga en catalán, en exclusiva, sin ver las consecuencias o lo que es peor, conociéndolas y ocultándolas. 

Les guste o no a los catalanes, su lengua es un dialecto del castellano, como todas las lenguas regionales de este país. Sobran los estudios que demuestran que uno de los elementos determinantes en el desarrollo del cerebro de un niño es la lengua. Cuanto más compleja sea, mejor para su cerebro; porque esas estructuras lingüística generan mayores capacidades intelectuales. Si la lengua es pobre, se limitará el potencial de los niños de forma automática.

Por otro lado, es obvio que, aunque uno domine su lengua vernácula, es muy importante que maneje con toda soltura un idioma que hablan quinientos millones de personas en el mundo, cosa que le proporcionará mayores ventajas al comunicarse y ese potencial beneficiará a Cataluña a largo plazo.

Por el contrario, la política lingüística catalana ha llevado a algo que se puede constatar en las redes. No sólo manejan mal el castellano y tienen un vocabulario bastante limitado. Incluso los que manejan mejor el idioma y poseen un nivel cultural muy alto, que incluye habilidades en la escritura, cometen faltas de ortografía constantes; seguramente derivadas del empeño de los catalanes de llevar un paso más allá su singularidad y darles otra ortografía a sus fonemas, aunque eso signifique sacrificar el rigor etimológico de las palabras escritas. 

Para ir terminando el análisis de la figura del estadista Durán, una pincelada más: Cuando la crisis se desató con toda crudeza, cuando el interés general, incluida Cataluña, era convocar elecciones cuanto antes para eliminar la desconfianza que genera nuestro Gobierno incompetente y tornadizo, cuando aún era posible evitar males mayores a nuestra economía, frenando el interés de la deuda, el señor Durán antepuso los intereses de su partido otorgando el apoyo que necesitaba el Gobierno a cambio de concesiones que no fueron más que pan para hoy y hambre para mañana.

La reforma constitucional tiene una intención obvia. En el año 2004, España estaba en una situación económica boyante. La deuda era escasa, el crecimiento económico se sostenía, el paro era asumible, los marcos legales eran claros, con lo que empresas e inversores podían planificar sus estrategias con tranquilidad. 

El actual Gobierno derrocha a manos llenas al encontrar la hucha llena, convierte la ley en papel mojado, implementan la inseguridad jurídica absoluta, modifican la Ley de Equilibrio Presupuestario permitiendo que las autonomías se endeuden a placer. Aún sin crisis, esta política era ruinosa para la economía y el país se hubiera hundido, tal vez más despacio; pero lo hubiera hecho.

La crisis desnudó la urgencia de evitar que estos hechos se repitieran y por eso se ha promovido la incorporación de una norma de equilibrio presupuestario en la Constitución. Es una medida preventiva de futuro; puesto que no entrará en vigor hasta 2020.

El estadista Durán, ha escenificado un penoso, divertido y asombroso rol de ultrajado. Opina que esa medida es una afrenta a Cataluña, que ha de ser su parlamento quien decida en todo momento sobre sus presupuestos y que este acuerdo entre los dos grandes partidos es una ruptura de los pactos constitucionales. ¡Manda narices que diga esto quien defendió el estatut anticonstitucional y viola cada día la norma constitucional de que el español sea la lengua vehicular en todo el territorio nacional, por resumir con dos ejemplos claros la política de vulneración constante de la Constitución que practica Cataluña!

Los españoles nos hemos reído a placer ante ese papel sobreactuado. Para empezar, CIU es quien menos representantes catalanes tiene en el parlamento; puesto que los diputados del PP y del PSOE son tan catalanes como los de CIU y les doblan en número, así que resulta un poco excesivo afirmar que la no admisión de su propuesta es una afrenta a todos los catalanes; puesto que la mayoría de los catalanes eligieron sus representantes en otras formaciones que votaron a favor de la reforma. 

El estadista Durán demostró, una vez más, que ni siquiera tiene visión de estadista a la hora de proteger su figura, arrancándose en una actuación que todos sabemos lo que significa. Si PSOE y PP se ponen de acuerdo, se acabó el tiempo del chantaje, se acabó la ocasión de rebañar fondos y privilegios que perjudican al resto de España y tampoco benefician en nada a Cataluña; puesto que los hechos demuestran que es la región más endeudada, que los caudales conseguidos a cambio de sus votos, se derrocharon sin provecho para Cataluña

Es tan obvio para todos que Durán es un mercader, no un estadista, que no salgo de mi asombro ante la insistencia de todos los periodistas al manifestar su incomprensión ante la postura de este gran estadista en esta ocasión. ¿Por qué ese empeño en darle un lustre al fenicio que ni tuvo nunca ni tendrá así permanezca mil años en la vida pública? ¿Qué provecho o necesidad hay de intentar vendernos el burro cojo como pura sangre? 

Misterio insondable. Lo único cierto es que siguen empeñados en que este personaje mediocre es un gran estadista. 

2 comentarios:

Belosticalle dijo...

Excelente comentario, doña Carmen.
Aunque prepárese, si le leen los forofos de las lenguas propias. ¡Dialectos, el catalán, el vascuence, el gallego...! Lo toman como el peor insulto, 'dialecto', esa palabra inocente que en su origen significó eso precisamente, y nada más: 'lengua propia'.
Recuerde el comentario del público en Pentecostés:

"Los que hablan son galileos. ¿Cómo es que les oímos (entendemos) cada cual en el dialecto propio nativo? Partos, medos, elamitas, más los habitantes en Mesopotamia, Judea y Capadocia, Ponto y Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y la parte Cirenaica de Libia, con los establecidos en Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, les entendemos hablar en nuestras propias lenguas" (Hechos, 2).

P. S.: Ayer no conseguí poner un comentario en el blog y dejé una nota en el mío. Un saludo afectuoso. Belosticalle.

Carmen Quirós dijo...

Los forofos de las lenguas propias se pueden llevar un revolcón del quince si aparecen por aquí, que soy yo muy guerrera y tengo munición «a esgaya» (locución asturiana que significa «muy abundante») contra esa panda de vividores.

Gracias por hacer el esfuerzo. Intentaré averiguar qué pasa. Un saludo igual de afectuoso.