30/9/11

El despertar de la 'Bella Durmiente'



Cavaco Silva (Fotografía: Wikipedia)

Don José Bono despliega en las últimas fechas sus mejores artes diplomáticas para adelantarse a los acontecimientos que prevé y llamar a los dos grandes partidos a un gran pacto para que el que pierda no incendie las calles.

El mensaje es claro: el PP no va a incendiar nada en caso de que pierda. Ya demostró en un escenario tan caótico como el de las elecciones del 2004, que acepta los resultados de las urnas. Es el PSOE quien va a sumirnos en el caos y Bono, en su papel de «poli bueno» le cuenta al PP que si no cuenta con ellos y les reserva una cuota de poder aunque se descalabren, el «nunca mais» le va a parecer música celestial ante la que le van a montar

Imaginemos que el PSOE pierde las elecciones por un porcentaje cercano al 28%, frente a su rival que conquista el 33%. Imaginemos que el ganador de las elecciones, en sus primeros cien días de mandato, toma estas medidas:


1.- Impuesto adicional sobre el salario de todos los trabajadores equivalente al 50% de la paga extraordinaria de Navidad.
2.- Subida de precios del transporte público, de la electricidad y el gas. 
3.- Suspensión de las inversiones públicas.
4.- Recorte drástico de subsidios sociales.
5.- Venta de las principales empresas públicas que se mantienen en manos del Estado.
6.- Reducción drástica de altos cargos en la Administración central y local. 

Todas esas medidas reciben una respuesta virulenta de los sindicatos que convocan huelgas vandálicas, siguiendo su estilo tradicional.

Aún así, pasados los primeros cien días de la toma de posesión, el nuevo gobierno sigue sufriendo una intensa presión de los mercados de deuda que encaran a los ciudadanos a una realidad dolorosa: pese a todas esas medidas que les someten a tantos sacrificios, no ganan nada; porque su deuda se incrementa de modo grave como consecuencia de los altos tipos que les imponen. 

A estas alturas ustedes pensarán: el nuevo Presidente de Gobierno, tras esas medidas tan impopulares y el fracaso que muestran con la respuesta de los mercados, estará acabado, pendiente de una moción de censura que lo tumbará en cualquier momento.

Pues miren ustedes por dónde: para nada

El ejercicio que les he propuesto es el de un escenario real: el de Portugal. Aníbal António Cavaco Silva (PSD) se impuso en las elecciones frente a José Sócrates (PS) con un porcentaje de voto del 33%. Tras adoptar medidas tan impopulares, el último sondeo arroja los siguientes datos: si en este momento convocara nuevas elecciones, el porcentaje de voto que obtendría su partido sería el 45%. Supera al presidente de la República, Cavaco Silva, que obtiene un 40% de apoyos en las encuestas. El sucesor de José Sócrates, Antonio José Seguro sigue en la misma cota: rozando el 28% de las pasadas elecciones.

Portugal tiene una cultura y una idiosincrasia asimilable en un alto porcentaje al carácter español. Son mucho más educados y prudentes; pero en el fondo, son nuestros mellizos. 

Si yo estuviera en la piel de Mariano Rajoy,  estaría pendiente de la evolución sociológica de Portugal. Observaría con lupa lo que ocurre allí tras el cambio de gobierno y me fiaría más de los resultados demoscópicos que muestran el sentimiento de confianza de los portugueses ante su nuevo Gobierno, que de las previsiones, sin duda fundadas, porque sabe bien o intuye con una base de conocimiento de cómo funciona el PSOE, si no con un conocimiento directo de los planes de actuación del partido cuando pierda las elecciones, del excelentísimo señor Bono. 

Porque ocurre que un pueblo puede pincharse el dedo y quedarse dormido con el veneno de las promesas populistas, las frases huecas, las proclamas que nos anuncian que avanzamos hacia una arcadia feliz, cuando abunda la riqueza y el confort; pese a que vemos desgobierno, despilfarro e imprevisión.

Algunas voces intentan alertarnos del riesgo en que estamos; pero basta llamarles cenizos o antipatriotas, si conviene elevar el tono censor desde las instancias de poder y el colectivo aplaude esa reprimenda; porque no quiere que nada ni nadie trunque su ilusión de que ese edén en el que habita no tiene marcha atrás, haga lo que haga el gobierno.

Ocurre que un día, quien tomó posesión de lo que creyó fuera de su alcance (la propiedad de una vivienda, por ejemplo) se vio despojado tras quedarse sin empleo. Vio millones más en su situación, vio tantas cosas que nunca pudo imaginar que descubrió, no sólo que le engañaban, sino la esencia del engaño y ahora que lo ha perdido todo, incluso la esperanza, ya no escucha los cantos de sirena. Recuerda que le inculcaron que el esfuerzo, el sacrificio y la superación son las únicas vías para obtener un futuro mejor. Sabe no solo que está arruinado él, sino también, que lo están las arcas del Estado y ya no escucha a los demagogos.

Por duros que sean los sacrificios y las privaciones que le impone el Gobierno que intenta equilibrar las finanzas, los reconoce como la vía inevitable, la que él mismo impondría si fuera presidente del Gobierno; porque es lo que él haría en su casa si tuviera oportunidad de administrar su crisis personal. 

Por eso se incrementa la confianza en el que «maneja la motosierra o la guadaña» y mantiene o pierde puntos el que ofrece seguir con el engaño. Será bueno que tanto Rajoy, como Bono y Rubalcaba tomen buena nota de la metamorfosis de la 'Bella Durmiente' en su despertar.

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