7/1/12

¡A las barricadas!




Luis de Guindos Jurado
Luis de Guindos (www.lamoncloa.gob.es)


El Consejo de Ministros celebrado ayer aprobó una medida cautelar que aplaudo con las orejas: la revisión previa de la Ley de Presupuestos de las CCAA antes de su presentación en las cámaras autonómicas.

Como no podía ser de otro modo, el País Vasco, Cataluña y Andalucía se han rasgado las vestiduras. ¡Atentado contra la autonomía y los conciertos autonómicos! ¡No pasarán!

Las autonomías gobernadas por el PP se han mostrado conformes. No vamos a entrar en la disciplina de partido y esas cosas. Lo que me interesa es si mi alegría ante la imposición de esa tutela la comparten más españoles o es algo mío derivado de «eso malo de la cabeza» que me aqueja.

Sospecho que no estoy sola. Cabe suponer que muchos catalanes afectados por los recortes suspirarán por la implantación de un mecanismo que impida que su Gobierno gaste una pasta gansa en «embajadas», «normalización del idioma», ayudas al doblaje de las películas al catalán y un sin fin de gastos que parecen suntuosos en estos tiempos de escasez, mientras se recorta en sanidad, educación, servicios sociales, seguridad ciudadana...

Los vascos saben lo suyo, como los demás. Todos vemos en la pequeña taifa que nos gobierna el despilfarro de nuestros califas y trinamos al ver la alegría con que gastan el dinero que tanto nos cuesta gastar. Así que, por lógica, debemos ser muchos los que estamos encantados de que, antes de aprobar, tengan que someter el proyecto de Ley de Presupuestos a estudio por el Gobierno Central para que vete partidas intolerables que venían siendo aprobadas con la mayor desfachatez año tras año.

Hay quien se pregunta si el Gobierno se arrugará; pero yo creo que no. Al final, todas las medidas que se están tomando de un modo que parece precipitado obedecen a un hecho: el nuevo Gobierno no sólo ha tenido acceso a los datos contables y comprobado que la situación es dramática. Junto a esos archivos hay otros, aún más secretos, que esconden un tráfico de comunicaciones entre la UE, la cancillería alemana, tal vez la francesa y el anterior Gobierno de España, en la que se le «aconseja» un marco de medidas a aplicar. 

No habrá detalles, no pueden llegar ahí porque invadirían el territorio sagrado de la «soberanía nacional» que es inviolable, en teoría. Aún así, en la sutileza del lenguaje diplomático, estarán entretejidas directrices insinuadas que marcan el paso que debe seguir el Gobierno y, si Zapatero y sus cuates optaron por ignorarlas, Rajoy ha tomado nota por la cuenta que le trae y se ha apresurado a aplicar las políticas exigidas con la máxima celeridad.

Una de las primeras, sin ninguna duda, es atajar el mayor problema de nuestra economía: la organización autonómica. La deficiente regulación y la irresponsabilidad de los califas locales, ha generado una deuda mostruosa que hay que corregir. 

Cambiar la estructura es muy complicado. Habría que cambiar la Constitución, abordar una tarea legislativa muy compleja y eso exige un tiempo que no podemos permitirnos. 

Hay otro camino que no exige tanto trabajo y es mucho más sencillo; porque nada impide que un gobierno apoyado por una mayoría absoluta saque adelante una ley que introduzca ese control previo de las cuentas autonómicas por el Gobierno Central, casi seguro a través del Tribunal de Cuentas. 

Al final, todo es cuestión de dinero. Si restringes la libertad en el gasto, restringes de facto las competencias de los califas y sus visires. Si introduces controles drásticos a las partidas, si para que se apruebe la dotación  a un plan de infraestructuras destinado a construir un aeropuerto o unas instalaciones carísimas, tanto en su ejecución como en su mantenimiento posterior, por poner un ejemplo, se exige un estudio previo exhaustivo que demuestre la viabilidad del plan, no se remediarán los desmanes pasados; pero se evitarán los futuros. 

Nos libraremos de la torticera utilización de los presupuestos para crear redes clientelares, para derivar a bolsillos particulares caudales públicos a través de empresas públicas fantasmas y un sin fin de corruptelas que ahora son el pan nuestro de cada día.

Tiene sus riesgos ese control; pero prefiero correrlos en la situación que afrontamos, con toda sinceridad. La situación es desesperada y toda medida llamada a controlar la sangría que generan los califas me parece no solo imprescindible, sino maravillosa.

3 comentarios:

José Antonio del Pozo dijo...

coincido: si se concreta, es magnifica medida
saludos

Unknown dijo...

Pues no es mala idea, Carmen, siempre que se aplique de forma equitativa y sin tener en cuenta la presión que suelen ejercer las "comunidades históricas/histéricas" para llevarse la mejor tajada. Que no se olviden de Asturias.
Saludos.

Carmen Quirós dijo...

Me alegra ver que somos tres los que recibimos con agtrado el control.

No sé si quiero que nos olviden, Jano. Hay mucho que limpiar en esta tierra. Si mira la Ley de Presupuestos se cae de espaldas al ver muchas partidas. No vendría mal que eliminaran órganos que nos cuestan millones, en los que la plantilla de trabajadores es cuatro y el órgano rector una docena entre sindicalistas, miembros de la patronal, etc.ç

El problema sería que el órgano revisor usara sus competencias de forma torticera para impedir la puesta en marcha de proyectos necesarios o beneficiosos, para favorecer el desarrollo de esa idea en una comunidad de las que nos rodean, otorgándole ventajas a nuestra costa.

Un saludo a ambos.