5/9/11

De cómo ir por lana y salir trasquilado



José Luis Rodríguez Zapatero
José Luis Rodríguez Zapatero (lamoncloa.gob.es)


El catorce de diciembre del año dos mil tres, se firmó en  Cataluña el Pacto de Tinell. En un anexo al pacto, las partes firmantes: ICV-EUiA, PSOE y ERC, incluían una cláusula que excluía cualquier pacto de gobierno, tanto en Cataluña como en el resto de España, con el PP.

No puede ser más antidemocrática esta cláusula; pero el PSOE nacional la asumió sin parpadear y durante la primera legislatura de la era ZP, todos los españoles fuimos testigos de una actuación por parte del PSOE, apoyado por los partidos minoritarios, en la que escenificaba en cada reunión del Congreso el llamado por ellos mismos cordón sanitario, que pretendía aislar por completo al PP, abortar todas sus propuestas y, si era posible, triturarle como formación política.

Esta política iba acompañada de otras tres estrategias. Por un lado, la imagen: la Ley de la Memória Histórica tenía como objetivo desenterrar los fantasmas de la Guerra Civil para introducir con fuerza entre los ciudadanos la idea de que el PP era la herencia del franquismo, generar una tensión ya olvidada en la sociedad española y asimilar la imagen de la derecha a los culpables del estallido de la contienda

La segunda línea de actuación perseguía una profundización sociológica en el deterioro de la imagen del PP basada en tres líneas: La promulgación de leyes como la del matrimonio homosexual y más tarde la del aborto, entre otras, tenía como objetivo exasperar al segmento más conservador de la población y generar una crispación creciente que permitiera presentar a la derecha como cavernícolas violentos enemigos de los derechos individuales. El ataque constante y frontal a la Iglesia y todo símbolo del catolicismo, que incidiría en los aspectos más sensibles de los creyentes (considerando que la mayoría de este colectivo es de derechas) incrementando la tensión. Por último, la negociación con ETA, llamada a incrementar la división entre los españoles.

La tercera línea era la judicial. El llamado «Caso Gurtel» se desata con una gran cobertura mediática, presentando la trama corrupta como una vía de financiación ilegal del PP, es el más notorio; pero no el único que se promovió para intentar presentar al PP como una fuerza corrupta, que merecía la exclusión del espacio político.

Ante ese panorama, el PP contraatacó con un perfil bajo que exasperó a muchos españoles, tanto dentro del partido, como en el fragmento de votantes que practican la libertad de voto, carecen de ideología definida y optan por el candidato que más les convenza en las circunstancias que enmarcan las elecciones), sea cual sea su signo ideológico. En este marco, personas como Esperanza Aguirre, asimiladas al ala más conservadora del Gobierno, aumentaron su popularidad de modo notable abanderando una crítica que no descalificaba; pero tampoco apoyaba el Presidente del partido.

Tras años oyendo todos los días, varias veces cada día declaraciones de los dirigentes socialistas, en todos los medios de comunicación, acusando al PP de crispar la convivencia, tuvieron que abandonar la estrategia porque a los ciudadanos les daba la risa, cansados de ver a Rajoy ponerse de perfil, no entrar nunca a los capotes que se le ponían delante a cada paso y callar. Esa postura, popularizó entre la población, en buena parte irritada con el líder conservador por su pasividad, el refrán gallego que dice: «verlas venir, dejarlas pasar y, si te mean, di que llueve», aplicado a la actitud de Rajoy. No sólo dejó de ser eficiente la acusación, sino que se transformó en perniciosa. De este modo, los españoles nos libramos de un calentamiento muy peligroso de la vida pública, que era inevitable si los populares, en masa, hubieran contraatacado, colaborando con la estrategia que perfilaron los estrategas del PSOE.

En las elecciones de 2008, se decreta el acta de defunción del mantra «el PP crispa», para adoptar el de «el PP no apoya al Gobierno». Se había desatado la crisis, el PP la anunció y los socialistas, no solo la negaron, sino que atacaron a los populares como antipatriotas por sostener esa mentira. 

Había crisis, muchos lo teníamos muy claro y era una crisis muy grave que exigía artes de gobierno de primera magnitud para capearla con éxito. A la crisis externa, se sumaba la generada por la política de ingeniería social destinada a triturar al PP. El desarme moral de la sociedad perpetrado estos años, sumado a la ceguera de los agentes sociales, la incapacidad del Gobierno para diseñar una política eficiente, sumaron los peores escenarios para atacar con éxito el problema

El mantra «el PP no ayuda» también se agotó pronto. La destrucción acelerada de la economía, que había dilapidado sus reservas como si el dinero no fuera a acabarse nunca, invirtieron la situación previa de modo dramático para los socialistas. Salvo sus fieles, que sostendrán a sangre y fuego los idearios que hace circular de modo constante el PSOE entre sus afiliados, el resto de la ciudadanía tomó conciencia de que esa actitud de oportunismo, egoísmo, inmoralidad, falta de escrúpulos, destierro de las conductas honorables, promovidas por el equipo de Gobierno y filtradas a toda la sociedad era tan malo como la crisis económica.

Los propios ciudadanos reclamaron rescatar los valores, apoyaron la protección a los maestros, víctimas hasta entonces de alumnos y padres de alumnos que les faltaban al respeto, agredían, estorbaban el desarrollo de las clases, sin que el profesor tuviera ninguna herramienta efectiva de defensa. 

Muchos de los que aplaudieron en la primera legislatura la persecución religiosa, descubrieron que la Iglesia era mucho más necesaria de lo que imaginaban, cuando se vieron en la pobreza y tuvieron que acudir a Cáritas, los comedores sociales o al cura de su parroquia para cubrir sus necesidades elementales, incluso para encontrar trabajos que les permitían ganar un dinero que, sumado a las ayudas alimentarias y de vestuario, les permitían afrontar su drama con las necesidades básicas cubiertas. El fracaso del anticlericalismo quedó certificado con el rotundo éxito de la celebración de las Jornadas Mundiales de la Juventud en Madrid.

La sociedad, hasta entonces instalada en la Arcadia feliz de Zapatero, despertó a una realidad terrorífica. Empezaron a ver su política con mirada crítica y, lo que es peor, a analizar los hechos: cierto que la derecha estaba bajo sospecha de corrupción; pero el «Caso Faisán» es mucho más grave para la mayoría, especialmente los cientos de miles de personas que sufrieron de forma directa o conocieron gente asesinada o herida en atentados. Las diversas tramas de corrupción en Andalucía y otros muchos lugares, el despilfarro irresponsable, la mentira constante y compulsiva, la volubilidad de nuestro Presidente y sus ministros, tantas y tantas muestras de que no podíamos seguir así, acabaron por aniquilar los efectos de esa estrategia.

El Gobierno de Zapatero se inauguró con una maniobra política sobre la mayor empresa eléctrica: la opa de Gas Natural sobre ENDESA. El lobby catalán pretendió hacerse con ella a precio de saldo. Esta empresa nació en la época franquista al quebrar varias empresas eléctricas, algunas de ellas catalanas, debido a la gestión desastrosa seguida por sus propietarios. Nos costó mucho a los españoles, tanto en términos directos: empleo de dinero del Presupuesto del Estado para comprarlas y sanearlas, como de modo indirecto; puesto que durante todo el gobierno de Felipe González, la normativa eléctrica se diseñaba para potenciar los beneficios de ENDESA, en perjuicio de otras empresas eléctricas y del coste de la energía para los ciudadanos, como clientes finales. El entonces Presidente de la saneada y potente empresa, se opuso a entregarla en perjuicio de sus accionistas, sufrió todas las presiones posibles; evitó que se malvendiera; pero no pudo evitar que terminara siendo propiedad de una empresa extranjera: Enel, empresa pública italiana. Se despide con una maniobra similar sobre Repsol (de esto me ocuparé otro día). 

El recrudecimiento de la crisis, los sucesivos episodios que nos zarandean con tanta fuerza que hasta los ciudadanos menos informados entienden que las cosas están muy mal y que nos estamos endeudando tanto que costará décadas pagar los créditos y la evidente incapacidad del Presidente y el candidato a la sucesión para presentar medidas que nos muestren un camino de salida, no sólo dieron una victoria aplastante al PP en las elecciones locales, sino que incrementan sin pausa las previsiones de las empresas que elaboran las encuestas de previsión de voto, ampliando en cada sondeo la distancia entre PSOE y PP, a favor de este último.

La última convulsión nos llevó del cinturón sanitario a la alianza PSOE-PP que nunca creímos posible, no tanto por parte de los conservadores, como por parte de los socialistas, que habían firmado que nunca pactarían con el PP. Este último paso ha sido la puntilla para la cohesión de un PSOE desnortado, sin líderes ni ideología clara.

Hoy, 'El Mundo' publica la última encuesta, elaborada por Sigma-Dos, que arrojan un porcentaje de 47,1% a favor del PP, contra un 32,3% del PSOE. Eso significa que si se cumplieran las previsiones, el PP superaría los 183 escaños, mientras que el PSOE quedaría por debajo de 125, la peor cifra que obtienen desde la época de la transición. 

En las pasadas elecciones locales, los firmantes del 'Pacto de Tinell' sufrieron una contundente derrota en las urnas, retrocedieron en su cuota de poder e influencia, algunos quedaron en el borde de la desaparición, mientras el PP creció, incluso en Cataluña, y ganó por goleada en la mayoría de las Comunidades. Ya han tomado posesión de sus cargos y los ciudadanos vemos que están aplicando medidas drásticas de contención de gasto, eliminación de gastos superfluos, oficinas que sólo servían para colocar a amigos, prebendas absurdas en todo caso, e insostenibles en tiempos de ruina económica como los que vivimos. Apuesto a que los ciudadanos lo entenderán y aplaudirán.

De este modo queda demostrado que cuando se vulneran las bases de la democracia, cuando un espectro de los partidos intenta destrozar a otro de carácter mayoritario, cuando la estrategia de Gobierno se basa en la mentira, el desprecio a la Ley, el abandono de las normas de buen gobierno y el respeto a los ciudadanos, se corre peligro de que sean los propios ciudadanos los que castiguen a los antidemócratas expulsándoles del poder y reduciéndoles a una minoría que necesitará años para recuperarse del destrozo que les causará el desprecio de los votantes que les darán la espalda con justa causa y fundados motivos.

3 comentarios:

José Antonio del Pozo dijo...

Cierto, Carmen, pero creo que si esa conculcación de los mecanismos elementales, más el desastre de la gestión económica lo protagoniza el PP simplemente desaparecen; el Psoe nunca baja del 30% y eso se debe, creo, a su extraordinario manejo de la propaganda, agresiva, y en campaña lo veremos otra vez, y a la debilidad comunicativa del PP.
Saludos blogueros

Belosticalle dijo...

Pie de foto: ¿"El villano en su rincón"?...
No; mejor "El rincón del vago".

Carmen Quirós dijo...

Estamos de acuerdo en que el PP debe mejorar su equipo de comunicación mucho; pero no es menos cierto que la sobresaturación de agresividad de la campaña socialista puede ser nociva para los intereses del candidato en esta legislatura.

La explicación de ese 30%, en mi opinión, se debe a una diferencia entre el electorado de izquierdas y los neutros o conservadores: los de izquierdas han asumido la ideología como una creencia religiosa, con lo que su voto tiene más de ritual de fe que de acto político de selección de un equipo idóneo para gobernar.

¡Buenísimo el pie de foto, don Belosti!

Un saludo a ambos.