7/4/10

La Ley vale para lo que vale

Los sucesos recientes llevan a muchos ciudadanos a solicitar una modificación de la Ley del Menor. Unos dicen que no hay que legislar en caliente y otros opinan que ya hace ya muchos meses que se dijo eso y en consecuencia, ya debe haberse enfriado lo bastante la idea (así lo he entendido yo).

Lo que no dicen ni unos ni otros es que la ley por sí sola no tiene ninguna efectividad. Voy a explicar esta afirmación.

La organización social se compone de tres estratos. Uno está constituido por una capa profunda: la ética o estructura de principios morales proporcionada por la religión.

Las creencias en la existencia de un ser superior que observa al individuo para tomar nota de su comportamiento y premiarle con un lugar privilegiado tras la muerte o arrojarle a una existencia terrible por toda la eternidad, funciona como un mecanismo que mueve al individuo a actuar con honestidad.

Por otro lado, las creencias proporcionan al individuo un sentimiento de seguridad ante el entorno hostil en que se desarrolla su vida, con la confianza que le proporciona saber que hay un ente todopoderoso protegiéndole.

En tercer lugar los rituales religiosos aglutinan al grupo y le proporcionan signos de identidad muy poderosos.

Por tanto, la moral es el primer elemento de contención de la conducta tendente a infringir las normas establecidas, para proporcionar al grupo la confianza razonable de que cada individuo se comportará respetando esos principios.

El segundo estrato es de carácter horizontal. El grupo adopta una serie de normas de comportamiento social y grupal. Corre a cargo de las familias adiestrar a los niños en una conducta regida por un principio elemental de evitar molestar con sus actos o palabras y no crear conflictos innecesarios. Corre a cargo del grupo imponer unos criterios de respuesta ante conflictos internos o externos, para que el conjunto de la comunidad reaccione sancionando al individuo que infringe la norma adoptada o actuando como bloque ante la agresión exterior.

El tercer estrato es vertical, constituido por las leyes que solo son eficaces cuando están apuntaladas sobre las otras dos categorías de normas, responden a un problema previo que se ha ido resolviendo aplicando los operadores sociales caso por caso y obtenido una serie de resultados. Los más eficientes se elegirán para elaborar la norma.

No se puede legislar en caliente. En buena técnica jurídica es imposible que ocurra eso; porque el legislador tiene que examinar el problema, las soluciones previas que se han adoptado, ver cómo han funcionado, hasta qué punto han sido eficientes e introducir nuevas fórmulas para mejorar los resultados si es necesario.

La ley necesita el parámetro moral y el cívico. Sin ellos, su eficacia es muy escasa.

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