En la mayoría de los países occidentales las normas de Orden Público prohíben con carácter general el uso de toda prenda que oculte el rostro en suficiente medida para impedir reconocer a la persona. Sólo se admite como excepción el uso de máscaras y antifaces en fiestas privadas o en las fiestas de Carnaval.
En España se montó el Motín de Esquilache cuando se intentó prohibir el uso de sombreros de ala ancha (chambergos) y capas largas; porque permitían ocultar armas, esconder el rostro con facilidad embozándolo en el vuelo de la capa y eso facilitaba la comisión de muchos delitos. No fue la causa real de la revuelta; pero fue el detonante. Aún así, la norma se aplicó y fue bueno.
Es de cajón que toda persona que circula por lugares públicos debe llevar el rostro descubierto y una indumentaria adecuada para dificultar que una persona vaya armada, que pueda cometer un delito con toda impunidad; porque no podrán ver su rostro, ni su silueta con suficiente precisión para ser identificada.
El burka, el chador, el niqab y el hiyab no son prendas religiosas. Son muchas las culturas tradicionales que imponen vestimentas que cubren el cuerpo de la cabeza a los pies y en muchas sociedades el uso de los velos femeninos en sus distintas versiones eran un distintivo de aristocracia, sin ir más lejos, en Arabia, antes de Mahoma, que distinguía a las mujeres libres de las esclavas. En Roma, 'la palla' era un manto con el que se cubrían las mujeres libres y casi siempre cubrían con él la cabeza.
El Corán no ordena el uso de estas prendas, ni siquiera lo aconseja, luego el debate sobre el uso de estos usos no es religioso, sino costumbrista.
A mí me parece bien que las musulmanas usen el velo islámico que les oculta el pelo y el cuello. Me parece triste; porque lo que ha impuesto ese uso es el fetichismo: el cabello y el cuello de la mujer resultan muy eróticos para muchos hombres y para evitar que la mujer (una bomba de pecado andante para los musulmanes y también para los cristianos, que también) tiente a los hombres se la tapa, con lo que se consigue el efecto contrario: que la visión de la punta de un mechón o un cuello femenino, por fugaz que sea, desate una violenta conmoción. Aún recuerdo anécdotas muy divertidas de chicos vigilando los tranvías para conseguir ver los tobillos de las mujeres que tenían que remangar un poco el vuelo de sus faldas para no correr riesgos de tropezar.
Aún así, si una persona se siente más segura y cómoda con cualquier prenda, me parece que tiene todo el derecho a usarla, del mismo modo que las mujeres españolas de los '60 - '70 se adornaban con pañuelos atados al cuello o sujetos por un nudo en la nuca, sólo porque les parecía muy mono.
Lo que me parece intolerable es que una mujer sea obligada a ir por la vida con la cara tapada. Es posible que ellas, al igual que las que optan por el velo, no tengan conciencia de que su obligación de ir tapadas no es más que una forma de sumisión extrema al varón que las borra del paisaje de su entorno bajo la excusa de que protege su recato librándolas de la concupiscencia que desataría la visión de su rostro o su figura. Me gustaría saber las fantasías que corren por la mente de los varones en cuanto ven un burka en el que se adivina una figura esbelta debajo; pero eso es otro asunto.
Si vas con un burka es imposible que salgas sola. Si te mueves por el entorno en el que has nacido, aún puedes tener mayores facilidades; pero en una ciudad nueva, extraña en todos los órdenes, circular bajo esa tienda de campaña sin más visión que la estrecha que te proporciona la rejilla tiene que ser una tortura.
¿Cómo puede una mujer orientarse en un medio desconocido tapada de ese modo? Es imposible y eso garantiza que experimentará tanta inseguridad y miedo, que ni se le ocurrirá salir por su cuenta a la tienda por media docena de huevos. Siempre dependerá de otra persona para moverse con seguridad por el entorno de su vivienda. No hablemos ya de largas distancias.
Por mucho que argumente la «miembra» Pajín que hay que respetar esas costumbres, no deja de incurrir en su inveterada tendencia a decir las mayores estupideces. Una mujer tapada vulnera las normas de Orden Público de este país (primer pequeño detalle). Una mujer tapada asume que se limite hasta extremos que degradan su condición de ser humano su libertad de movimiento, su independencia y su dignidad. Más si esas mujeres que usan esas prendas, no son chicas liberadas que optan por ellas, sino muchachas educadas en un ambiente estricto que no les concede el derecho a la educación, a la elegir por si mismas, las somete de forma estricta a la autoridad del varón, hasta el punto de que puede matarlas con toda impunidad si considera que han hecho algo que empaña el honor de la familia.
Y en cuanto al velo islámico: ¿Ha pensado alguien que en los centros de enseñanza, cuando una chica opta por esa prenda y hay exámenes, se hace necesario disponer de una profesora que la lleve al baño de niñas y la haga retirar el velo para asegurarse de que no lleve auriculares? Incluso esa prenda tiene que estar excluida por la normativa de los centros en determinadas ocasiones.
Creo que la «miembra» Secretario General y las «miembras» del Ejecutivo deberían ser más coherentes, sobre todo, más cultas y no mezclar religión y patriarcado, que es el sistema que sustenta e impone estas costumbres, y, para mayor escarnio, tienen en las mujeres el Argos vigilante que colabora con los hombres para que no haya nadie que escape a la sumisión.
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