No cometeré la osadía de analizar el asalto a la embarcación pacifista por parte de Israel. Son tantos los analistas sesudos que hilan tan fino, llegando a analizar el carácter internacional de área económica exclusiva, que siento un cansancio infinito. Me limito a lamentar que hayan muerto personas en ese choque perseguido por los fletadores del barco y a huir del «dejà vue» que me ha estremecido al ver tanto identidad entre el modus operandi de los pacifistas y de las huestes batasunas.
Lamento también que el objetivo de hacer saltar por los aires los intentos de pacificar la zona haya tenido éxito. Ese era el objetivo y lo han cumplido con creces. No considero casual que se produzcan estos sucesos cuando Turquía se acerca a Irán y Lula se ofrece como mediador. Tantas casualidades no pueden ser mero azar. Mi más sentido pésame a las familias de los inmolados por quienes desprecian la vida tanto como la paz.
También le di un adiós a la paz al leer hoy el diario de navegación que traza Jordi Sevilla en su blog. El señor Rodríguez es un Ave Fénix capaz de reinventarse a sí mismo y estoy segura de que la estrategia que dibuja el señor Sevilla para que vuelva a ganar unas elecciones, es una hipótesis que ninguna persona sensata debe ignorar.
Es terrible; pero en este país no se vota para que las cosas vayan lo mejor posible, sino para que pierda el otro y tras el infinito desconsuelo que habrán sentido multitud de ciudadanos que ven que «los suyos» van a perder, a poco que mejoren las cosas con las medidas que se apliquen, recuperan el voto y volvemos a tener Rodríguez por otros cuatro años.
Nunca había sido pesimista, ahora que lo pienso.
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