6/10/10

La cuadratura del círculo


«El Gobierno no puede compartir la afirmación de que la interrupción del embarazo sea la eliminación de la vida de un ser humano».

Vamos a ver si podemos entender estas palabras pronunciadas por nuestra ministra de igualdá:

Vayamos al núcleo: embarazo. Según la OMS (lo tomo de la Wikipedia), el embarazo es el periodo que transcurre entre el momento en que el óvulo fecundado se implanta en el útero y el momento del parto. 

Los óvulos son células sexuales femeninas haploides. Los espermatozoides son células sexuales masculinas, también haploides. Este tipo de células se diferencian de otras en que contienen sólo un par de cromosomas. Cuando un espermatozoide consigue fecundar el óvulo se mezcla el material genético de ambas células y ya tenemos los cuatro cromosomas  necesarios para que el cigoto (óvulo en periodo de división) vaya  evolucionando hasta madurar en un ser capaz de mantener una vida independiente del claustro materno.

Si la madre es una gacela, en el mismo momento de la fecundación se inicia el proceso de fabricación de una gacela. Si es una mujer, el cigoto constituye la fase inicial del proceso de generación de un niño.

Y fíjate: ese cigoto que aún no es más que un amasijo de células llamadas a evolucionar en partes diferenciadas del cuerpo, órganos, sistemas, aparatos, extremidades, incluso partes accesorias como cabellos o uñas, tiene derechos hereditarios y si muriera su padre en el momento en que se desencadena el proceso de gestación, la herencia no puede tocarse hasta que no nazca y si muere tras el parto, el recién nacido será el que marque quienes tienen derecho a la parte o el todo de la herencia que le corresponde. 

Eso quiere decir que desde los primeros momentos de la gestación, la criatura tiene ya reconocida la condición de persona física y un nombre específico: el nasciturus (el que ha de nacer) y si no se respetan sus derechos, da lo mismo. Cuando llegue el momento, él podrá reclamar la herencia y despojar a todos los parientes de los bienes que le hayan birlado. 

Volviendo a la literalidad del significado, si gestación es el periodo en el que se desarrolla la evolución de un ser humano en el claustro materno, la interrupción del embarazo supone la interrupción de un proceso que aborta ese desarrollo de un ser humano y conlleva la muerte de ese ser humano llamado a nacer; porque ya está vivo. Esa vida puede ser embrionaria o fetal; puede seguir las pautas iniciales de la existencia cuando se inicia la vida tras la fecundación; puede ser un feto en desarrollo; pero es un ser humano que vive ya en el medio adecuado para esa fase vital, que le llevará a culminar el desarrollo de capacidades para sobrevivir fuera de él.

Mira Bibiana: En los pueblos más antiguos, como Egipto, Roma y Grecia, en las aldeas de la geografía española de todos los tiempos, se siguieron métodos de anticoncepción y también se aplicaron lavativas para desprender el óvulo fecundado, absolutamente infalibles. Conozco mujeres que si no les bajaba la regla el día que tocaba, se irrigaban con una mezcla a base de agua hervida con unas hierbas, una dosis de jabón de lavar la ropa y algún otro ingrediente y en pocas horas tenían su regla, sobre todo si estaban embarazadas. 

No se sentían culpables; porque preferían tener los hijos que pudieran alimentar y cuidar bien, que parir criaturas condenadas a la miseria; pero ninguna de ellas consideró jamás, menos en el caso de que no aplicaran ese remedio inmediato y se provocaran el aborto en fases más avanzadas, que lo que llevaban en su útero no fuera un niño. 

Las sociedades han tomado decisiones a través de sus órganos políticos para regular la natalidad. Fijaron en qué periodo era lícito deshacerse de un niño y no intentaron justificarlo con pamplinas: si  los padres no pueden cuidarle o no quieren niñas, al hijo deforme o disminuido, lo matan, lo abandonan, lo exponen en la plaza pública para que lo adopte otro.

Nadie niega que puede haber circunstancias personales, políticas, económicas o adventistas del séptimo sello, que justifiquen que se dicte una ley para despenalizar el aborto del feto, la matanza o abandono del recién nacido o de los niños hasta determinada edad; es tan viejo como la humanidad. Lo que rechazamos es  que intentéis disfrazar los hechos y hacernos comulgar con ruedas de molino, como si necesitáramos que nos ilustréis con vuestro verbo florido para entender las cosas.

En el aborto se trunca la vida de un ser vivo y si ese feto es fruto de la coyunda humana, muere de forma natural o accidental o se mata a un niño. Se puede despenalizar, eso es legítimo; pero las cosas son como son y no tienen vuelta de hoja. 

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