12/10/10

Llanto y crujir de dientes

Dos paracaidistas

Hoy en el desfile de las Fuerzas Armadas, pese a que alejaron tanto como pudieron al público para distanciar la previsible pitada y los gritos pidiendo la dimisión del Presidente, no se pudo evitar que los micrófonos de la prensa que cubría el evento recogiera el clamor.


Unos lamentan que se no se haya respetado la ofrenda a los caídos, que se haya deslucido un acto tan solemne con estos gritos. Otros atribuyen a grupos de extrema derecha bien situados para que se oyera el ruido que hacían los asistentes al acto abucheando al Presidente.


Tarde llegan los lamentos. En España hace mucho tiempo que el respeto a las formas, la conducta civilizada y respetuosa está mal vista por los sectores de la progresía. La telebasura ayuda un montón a este clima. Nuestro Presidente, sin ir más lejos, suele comportarse con grosería. Se queda sentado ante el paso de una bandera, besa niñas en países en los que eso es un escándalo, desdeña las normas, rompe el protocolo causando problemas a los anfitriones.  No nos quejemos de lo que se fomenta desde las más altas esferas del poder. De esos polvos vienen estos lodos.


Otro factor es la ausencia de estructuras adecuadas para transmitir el descontento de los votantes a sus gobernantes, incluso a sus partidos, algo que existe en toda democracia civilizada. El señor Rodríguez debería haber dimitido hace eones, ya hizo cosas en su primera legislatura que hubieran hecho dimitir a cualquier estadista en otro país; pero la afloración de la crisis es el momento de la inflexión intolerable. Mintió, dijo que no había crisis para ganar las elecciones y hoy hay un 20% de la población en paro, familias enteras sin trabajo, un millón de parados largos que no reciben ningún subsidio.


¿Extrema derecha organizada? Vean el vídeo que les muestro abajo. Seguramente muchos integrantes de esa extrema derecha aprovechaban hoy una de las escasísimas ocasiones que se presentan, porque vive encerrado en la Moncloa, para mostrarle su descontento. Lo que hay es hartura y desesperación y eso no tiene color ni ideología.

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