No han movido un dedo para remar a favor de los desempleados en todo este tiempo. No les ha preocupado lo más mínimo la pérdida de puestos de trabajo; pero claman justa ira ante la noticia del recorte de salarios a los funcionarios y muestran todo su apoyo a la huelga que han convocado, avisando de que puede no ser la única.
No me parece bien esa medida, vaya por adelantado. Funcionarios son los guardias civiles, los policías, los maestros, gente que tiene un trabajo muy duro y sacrificado, incluso peligroso y que no reciben una retribución ajustada al servicio que prestan. Recortar esas retribuciones, ya escasas de antemano, más si consideramos que no habría sido necesario llegar a este extremo si se hubiera abordado con honradez el problema, se hubiera reconocido la crisis desde el primer momento y se hubiera empezado a aplicar medidas inmediatas, es injusto y vergonzoso.
Aún así, ante los hechos consumados, ante la necesidad de aplicar medidas desesperadas, al menos ellos van a conservar sus puestos de trabajo. Es difícil entender que les resulte indiferente el 20% de parados, muchos de ellos sin posibilidades de encontrar empleo y reaccionen ante un recorte salarial.
No me gustan las huelgas. Me parece que son una medida poco eficiente, causan más daños que beneficios y creo que, a estas alturas, las medidas de presión deberían de haber sufrido una evolución hacia fórmulas que resultaran más eficaces y menos dañinas; pero eso es una apreciación personal y tampoco vamos a pedir imposibles: como esperar que los Sindicatos evolucionen y desarrollen estrategias imaginativas y contundentes.
Considero que, en este momento, sería una irresponsabilidad flagrante convocar manifestaciones que, por lo experimentado hasta este momento, sólo consiguen alterar la paz social, causar daños en el mobiliario urbano y en inmuebles en los que se ubican las oficinas de alguna empresa o entidad que despierta las iras de los vándalos que siempre aprovechan el río revuelto para divertirse destrozando cosas de forma arbitraria y que no tienen nada que ver con el común de los manifestantes, que se limitan a dar salida a su protesta.
Espero que no veamos las bochornosas escenas que ofreció Grecia en fechas recientes. Entiendo que mantener la pasividad que han mostrado hasta ahora es una abdicación de su papel que no pueden permitirse; pero sigo pensando que es un contrasentido no hacer nada cuando crece a raudales la masa de trabajadores que se queda sin ingresos, luchando por encontrar fórmulas para alcanzar una remodelación del sistema, poniendo todo su empeño en abrir cauces para generar puestos de trabajo cuanto antes y lanzarse al ruedo cuando se trata sólo de un recorte salarial.
¡Cosas veredes!
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