Esta intervención daría para muchas risas por muchos conceptos, si no fuera una gamberrada, una más, de los políticos que nos arruinan. Seis mil euros, (6.000), nos ha costado a usted y a mí la gracieta de ese cordobés hablando en pésimo catalán. Provocación pura en los tiempos que corren; una más de tantas perpetradas por este gobierno que padecemos.
La ridícula imagen no debe distraer, sin embargo, el punto de mira del objetivo perseguido y alcanzado por el Muy Honorable en esta sesión. Fue una bomba de profundidad más a las Instituciones del Estado y logró el pleno en la bolera. Pleno absoluto.
El Estatuto de Cataluña está pendiente de sentencia del Tribunal Constitucional. Es cierto que este alto Órgano de la Justicia no ha sido un ejemplo vivo de independencia en demasiadas ocasiones y quedó clara su sumisión al Ejecutivo cuando la señora Ministro Fernández de la Vega se permitió abroncar en público a su Presidenta sin que ella hiciera lo que tenía que hacer: cursar inmediatamente una denuncia al Ejecutivo ante el Consejo General del Poder Judicial, por inmiscuirse en los asuntos del Tribunal e intentar violar su independencia.
No se aceptó la renovación del Tribunal, por parte del PSOE; porque los miembros propuestos por el PP (con un historial impecable para el cargo) podían complicar el control que creían mantener sobre la composición del TC para obtener una sentencia lo más favorable posible al Estatuto.
La cuestión es que se encontraron con los que consideraron 'suyos' antepusieron su condición de Jueces a los intereses políticos y no dieron paso a las propuestas de sentencia sucesivas; porque consideraban inadmisible bendecir con la condición de constitucionales artículos que no lo eran de forma flagrante en su fallo.
Visto que no tenían las cosas tan controladas como creían, hay que acelerar el proceso de renovación del Tribunal, para intentar una composición más favorable, o por lo menos, dilatar tanto el fallo que será papel mojado cuando lo emitan.
Tras una cena entre el Muy Honorable, el Presidente del Gobierno, la señora Pajín y otros muy escogidos y escasos miembros del PSOE, se cocina la solución el pasado domingo. El señor Montilla propondrá la renovación, el PSOE la bendecirá y obligará al PP a estar y pasar por esa decisión usando una maniobra muy simple y efectiva: aceptar sin reparos a los dos candidatos propuestos.
¿Dónde está la trampa? Muy sencillo: los dos candidatos propuestos por el PP se han mostrado contrarios al Estatuto de Cataluña, han declarado que lo consideran inconstitucional y eso va a ser utilizado de modo falaz; pero eficaz, para presentar de inmediato una recusación contra ellos, basada en esas declaraciones que les retratan como parciales y les impiden analizar el texto con la debida imparcialidad.
Hoy hubo una ocasión de oro para que todos los senadores, presidentes de Comunidades Autónomas perjudicadas de modo grave por el texto del Estatuto de Cataluña, tomaran la palabra y mostraran una oposición frontal al texto que perjudica a sus electores, a las Comunidades que gobiernan y sacarle los colores como era su derecho y su deber; pero no. La mayoría no estuvo y los pocos que asistieron consideraron que era inoportuno defender su postura en ese momento.
Dado lo mucho que nos cuestan, creo que es hora de que todos y cada uno de nosotros les pidamos cuentas de ese silencio. Por mi parte no acepto 'política de Partido' como animal de compañía.
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