11/5/10

Reflexiones en contraluz

En la pasada convocatoria electoral una persona intentaba convencerme de que había que votar a Zapatero; porque no podía entender que un trabajador votara a la derecha. Yo callaba; porque suscribo esa frase que dice que a cualquiera puede salirle la cría cambiada y los incompetentes y los mentirosos compulsivos no entienden de ideologías, los hay en todas partes, aunque hay que reconocer que este Gobierno ha conseguido reunir un buen ramillete.
No iba a pasar nada. Eso me repetía mucha gente. Bien: aquí tenemos la realidad que muchos no querían ver: los parados, el déficit, la deuda...
Ahora Europa ha aprobado un fondo de rescate dotado con 750.000 millones para ayudar a que «no pase nada». La cuestión es que, mientras la mentalidad española considera que el dinero público no es de nadie, los europeos, en especial los alemanes, tienen muy claro que el dinero público es suyo y no están nada contentos con tener que detraer fondos para ayudar a países de estúpidos que votan a incompetentes que mienten con todo descaro, derrochan dinero a espuertas, no administran los recursos, los dilapidan, no toman medidas contra la crisis y están inmersos en la corrupción sin que los ciudadanos adopten ninguna medida para poner coto a la situación.
Ya sufrieron mucho en el periodo de unificación. En esa ocasión aceptaron (una amplia mayoría, aunque no todos) los sacrificios necesarios para relanzar la economía de la antigua Alemania del Este; porque era un largo sueño volver a ser un país, podían pagárselo y eran sus compatriotas, después de todo.
No contemplan del mismo modo la ayuda a los países del sur. No son sus compatriotas, no ven por qué motivo hay que ayudarnos (confieso que yo tampoco) y ya se ha pasado una factura a la Primer Ministro en Renania. Un sesenta por ciento de los alemanes quiere abandonar el euro y volver al marco y como ciudadano de a pie lo entiendo. Es injusto que ellos tengan que destinar su riqueza a resolver los problemas de incompetencia e insensatez de otros.
Lo que veo, también, es que estas situaciones de crisis le vienen de maravilla a la Unión Europea para desarrollar una estructura política más fuerte, avanzando hacia la figura de la Federación o la Confederación, si saben o quieren aprovecharla.
Es evidente que la irresponsabilidad democrática de los votantes de un estado concreto en una estructura en la que la competencia o incompetencia de los gobernantes afecta a toda la Unión, no es indiferente y esta crisis de los países del Mediterráneo (Grecia, España, Portugal e Italia) es una ocasión magnífica para implantar convenios en los que, en previsión de que se repita esta situación en el futuro, se desarrollen mecanismos de control de lo que hasta ahora era la intocable soberanía nacional de los Estados en el ámbito interno, buscando una fórmula para recortarla en las ocasiones en las que la política interna de un estado entrañe un riesgo para la la economía o un interés esencial de la Zona Euro.
Pensar que lo único que vamos a tener que pagar por esa ayuda son intereses, sería muy ingenuo. Los observadores van a mirarnos con lupa y a exigir medidas. La cuestión es qué va a pasar si no se adoptan ; porque es muy poco probable que se haga.
La riqueza de un pueblo está en las manos que producen riqueza ejerciendo oficios, comercio, profesiones. Es necesario que haya administradores públicos de esa riqueza y es necesario que se detraiga parte de las manos que han de producirla y se les remunere, a expensas de los productores; pero sin olvidar que han de reducirse al los necesarios para ese trabajo.
No es ese el caso de nuestro país. La Administración es un auténtico monstruo formado, tanto por funcionarios imprescindibles, como por funcionarios más que prescindibles, que está sobredimensionada: Estado, Autonomías, Administraciones Locales, a las que hay que sumar un número interminable de entes de diversa índole de utilidad dudosa para el administrado que consumen muchos recursos.
Sumamos el coste de los Sindicatos, que pagamos todos, no nos engañemos, que reciben cantidades ingentes de dinero a través de una compleja red de subvenciones diversas. Sumamos la legión de asesores (que no son, hasta donde sé, altos cargos de la Administración que asesoran en las áreas de su competencia, que sería lo lógico, sino «gurús»que gozan de la confianza o la amistad de quien reclama su ciencia) al Presidente de Gobierno y Ministros y a los Presidentes autonómicos y sus Consejeros. Sumamos...
Ya avisa hoy 'La Nueva España' de que el recorte del gasto se hará en Sanidad y en Educación. ¡Vamos bien! Dentro de unas horas va a intervenir en el Congreso nuestro Presidente para presentar medidas destinadas a enderezar la situación. Tiene elecciones a la vuelta de la esquina. No puede permitirse incomodar a los Sindicatos. Dudo de que anuncie la congelación del salario de los funcionarios. No tengo ninguna duda de que no se atreverá, ni vivo ni muerto, a abordar la reforma del mercado laboral y afrontar una revuelta sindical. Ni en sueños cabe que se deshaga de las infinitas camarillas en forma de asesores, comisiones, comisiones de comisiones y menos aún que las Autonomías se avengan a contener los gastos, con lo bien que tenían repartido el corralito.
No va a pillar el toro por los cuernos y si no lo hace, pueden pasar dos cosas. La más razonable es que nos obliguen a abandonar el euro y la alternativa es que, si la Unión considera que le perjudicaría mucho el abandono de España, le imponga una especie de «tutela» a su gobierno con una argumentación muy simple: o hace lo que se le ordena o le echamos fuera. La cuestión es que si lo hace limita mucho su capacidad para conseguir votos por los cauces que ha seguido de forma habitual en estos años.
En cualquiera de los escenarios, el Presidente del Gobierno está perdido. Le quedan dos años para maniobrar para ser reelegido. Como gobernante está acabado. Sólo le queda apuntarse el tanto de la desaparición de ETA. Ya hay indicios suficientes de que está negociando. O representan la escena del sillón y ETA anuncia que se disuelve o está perdido.
Así que tendremos negociación, tendremos rendición y volverá a darse, como en el pasado, una escisión en el seno de la banda, protagonizada por unos disidentes que no aceptan el pacto. Nos quedaremos con De Juana, Otegui y el resto de abueletes, que conseguirán una buena pensión a cargo de nuestros bolsillos y los disidentes se encargarán de que pocos días antes de la fecha de la votación, caiga en un atentado un miembro del PSOE. Esta vez tendrá que ser un miembro relevante para lograr aún más conmoción. Alguien que represente una esperanza, un sueño o sea una figura carismática, para que el impacto sea lo bastante fuerte para despertar solidaridad con el partido de la víctima.
Nos jugamos mucho y creo que es hora de que la paciente ciudadanía empiece a estudiar una estrategia para organizarse y poner coto a una deriva que solo tiene dos opciones: ser suicida o ser suicida.

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