15/11/11

El retiro de la razón





Existe una suerte de obligación de mantenerse informado, de deglutir cada día lo que nos oferta una serie de comentaristas, analistas, profesionales de la información en suma, que generan la ilusión de que disponemos de todos los datos que necesitamos para formar una opinión; pero no es cierto. 

Por mucho que luchemos por beber de diferentes fuentes para evitar la contaminación, al final seguimos una suerte de dogma no escrito que orienta la línea, en especial, cuando parece que se va a producir de modo inevitable un cambio y todos los opinadores independientes toman posiciones en la nueva etapa.

La vacuna para esta ingesta compulsiva está en la distancia. De repente, de grado o por fuerza, te alejas del mundanal ruido, desconectas, no lees la prensa, no ves la televisión, te concentras en labores manuales, rutinarias, disfrutas del paisaje, el silencio y el aislamiento y, de forma subrepticia, toda esa información que llevabas en el buche se condensa en unos pocos mensajes, muy simples, muy elementales, como corresponde a una situación en la que todo eso queda muy lejos de tu realidad del momento, en la que tu mente se concentra en otros asuntos y sólo se mueve en áreas ignotas de tu cerebro lo que te preocupa.

Y entonces, mientras limpias el polvo o paseas en un atardecer en el que el mundo queda lejos y sólo existe un entorno ancestral de fuerte raigambre emotiva, la luz difusa y embriagadora de poniente decanta a espaldas de tu razón ideas básicas, simples, cargadas de sensatez.

Y la tarde muere. Te sumes en el descanso plácido de una velada que antecede a un sueño profundo y reparador; porque ningún ruido exterior perturba un descanso mecido por los crujidos ocasionales de las viejas maderas que te arropan en tu descanso,de cuando en cuando. Amanece un nuevo día, vuelves a empaparte de luz, aire puro, cansancio físico gratificante, derivado de tareas llamadas a acopiar recursos o garantizar el bienestar en el regreso, similares a los que ejecutaron tus ancestros hasta la noche de los tiempos.

Y vuelves. Abandonas el paraíso y retornas a la rutina de la lectura de la prensa, la recogida de datos, el análisis de las opiniones; pero hay un pequeño cambio: ya no lees con el mismo ánimo. En el telón de fondo de tu mente está ese pequeño paraíso aislado del tiempo, que lucha por sobrevivir y lo hará, sin ninguna duda, como lo hizo a lo largo de milenios y esas reflexiones inconscientes saltan al primer plano, condensándose en una visión de claridad meridiana: en tiempos convulsos, si tenemos una oportunidad de sobrevivir, hemos de elegir la sensatez, la seguridad, la opción por la cordura y el orden. 

Sólo la buena administración, la adopción de medidas encaminadas a dedicar los escasos recursos que tenemos a atender a lo esencial y a liberar de trabas innecesarias a quienes tienen proyectos llamados a crear riqueza, empleo y un entramado potente de productos con un alto nivel de demanda potencial, nos sacará de este pozo. Dejémonos de políticas sociales, paternalistas y engañosas y confiemos en que todos y cada uno de nosotros somos capaces, si se nos proporciona trabajo, de cubrir nuestras necesidades y enriquecer a los demás con nuestro esfuerzo.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Carmen, ha sido preciosa su reflexión en el contenido (siempre brillante y certero) y en la forma (una prosa poética inspirada y perfecta). En el fondo la vida son cuatro cosas importantes e inmutables a través del tiempo, adornadas por otras cosas más superfluas que a veces anteponemos a lo principal.
Una buena reflexión para estas elecciones que se avecinan y para lo que sucederá después: la prueba del 9 para comprobar la madurez de nuestra sociedad, que habrá de enfrentarse a retos aún desconocidos por la inmensa mayoría, incluídos los políticos, porque ya somos Grecia.
Un abrazo.

Carmen Quirós dijo...

Muchas gracias por sus palabras, Jano. El final es lo que me ha inquietado.

Quiero creer que al fin, nuestra sociedad ha madurado en la crisis; pero no lo tengo muy claro. Hemos tragado años mentiras clamorosas y jaleado a quienes era evidente que nos llevaban a la ruina. Solo unos pocos temblamos de horror cuando supimos el 13 de marzo de 2004 quién iba a regir nuestros destinos. En 2006 ya percibimos las primeras señales de crisis los ciudadanos de a pie, los que no tenemos información confidencia; se notaba en pequeñas cosas que fueron acentuándose y en 2008, atónitos, vimos que la sociedad seguía adquiriendo abalorios.

Basta ver lo que está pasando con la huelga de profesores en Madrid para prever que todo va a ser muy complicado.

Un saludo.