25/11/11

La increíble maternidad de Soraya



Soraya Sáenz de Santamaría. (pp.es)


Una de las mayores aspiraciones del feminismo español, plasmado en una normativa legal que permite que los hombres pidan un periodo para atender a sus hijos, fue que los hombres asumieran la responsabilidad del cuidado de sus hijos recién nacidos y no fuera siempre la mujer quien se quedara en casa, perjudicando su carrera profesional.

Soraya Sáenz de Santamaría dio a luz el pasado día once. Su marido, Abogado del Estado, pidió permiso de paternidad y ella, el día veintiuno, estaba ya trabajando con normalidad coordinando el traspaso de poderes. Al parecer, tienen un aya experta que les ayuda en el cuidado del niño. Parece que todo es impecable y que las feministas deberían estar dando palmas con las orejas, ¿no?

Hoy aparecen dos artículos en 'El País' en el que (aunque no formulan una censura abierta), sí dejan clara la cuestión que plantean: la decisión de Soraya va a perjudicar a muchas mujeres anónimas e indefensas ante sus voraces y malvados jefes que las van a obligar a reincorporarse de inmediato alegando que si Soraya pudo, ellas también pueden.

No me digan que no es alucinante. 

5 comentarios:

Belosticalle dijo...

El Evangelio dice que en situaciones así, de pura cepa farisaica, Jesucristo se burlaba con un refrán o cantinela de niños:

Os tocamos la flauta y no danzáis,
entonamos plañidos y no lloráis


«Viene Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: ‘un endemoniado’. Viene el Hombre Corriente que come y bebe, y decís: ‘vaya con el glotón borracho, amigo de banqueros y gente de mal vivir…»

Con lo caracterizado que está el fariseísmo, parece mentira que no se maquille un poco mejor.
Un saludo.

Unknown dijo...

Hagas lo que hagas, con el feminismo radical nunca acertarás: siempre será machismo toda iniciativa particular que no hayan bendecido éllas.
Pero también es verdad que en el periodo de lactancia (natural, combinada o artificial) la madre es insustituible por mucho que queramos darle vueltas al asunto; después, el bebé podrá ser cuidado por cualquiera de los padres. Toda condición tiene ventajas e inconvenientes y si una mujer antepone su vida profesional a la maternidad, mejor que no tenga hijos, porque la vida y la naturaleza no lo da todo y siempre estamos obligados a elegir.
Saludos.

Carmen Quirós dijo...

Don Belosti, ¿cómo van a reconocer un fariseo si les pone la descripción del tipo en el Evangelio? ¿Usted no sabe que esas lecturas son algo parecido a la Cábala, que sólo unos pocos comprenden y ningún progre pata negra se dignará a gastar un instante en algo tan antiguo? (Cierro aquí la ironía, por si alguien piensa que lo digo en serio.

Gracias por su comentario.

Don Jano: No estoy de acuerdo con la última parte. Si se dispone de un espacio tranquilo donde la madre pueda amamantar al niño cada tres o cuatro horas y de una persona que lo cuide entre las tomas, se pueden compatibilizar en casi todas las profesiones la maternidad y la lactancia.

Al margen de que la madre sea cirujano, con una buena organización del trabajo lo puede desarrollar perfectamente dando pecho.

Un saludo.

Jano

Unknown dijo...

Probablemente tenga razón en lo general, pero en el caso de una madre cirujana, no. Un hospital no es el mejor lugar para un bebé por la cantidad de gérmenes muy patógenos y rebeldes ante la antibioterapia, que pululan por esos lares. Además, no me imagino a una cirujana interrumpiendo una intervención quirúrgica para darle el pecho a su bebé y tener que volver a reiniciar su trabajo, pasando nuevamente por el ritual de la asepsia que impone la entrada a quirófano.
Mi profesor, catedrático de anatomía y decano de la facultad de medicina decía: "si los hombres tuviéramos que parir, se habría acabado la especie humana hace mucho tiempo". No era precisamante un feminista aunque amaba a la mujer, y se le pintaba la sonrisa al decir que el cerebro de las mujeres pesaba menos y ocupaba menos espacio que el de los hombres. Su mujer, que no tuvo hijos, era también profesora en el departamento de anatomía y manejaba las preparaciones cadavéricas, conservadas en formol.
Creo que las mujeres merecen un descanso, después del largo embarazo y el trance del parto, y que los hijos también merecen protección y ternura, tan frágiles como son especialmente en el primer año de vida. La ley debería proteger esa circunstancia esencial para la vida, pero la mayoría de las mujeres políticas esconden su condición de madres (las que lo son) en un falso feminismo que pretende liberar a las mujeres del yugo de ser mujer en el concepto más grande: el privilegio de la procreación y el orgullo de la educación de los hijos en los primeros pasos de su vida.
Los Jesuítas y otras órdenes religiosas han optado por la educación desde tiempos inmemoriables por el poder que ello entraña. Las mujeres, en su mayoría, han perpetuado el sentimiento machista en sus hijos e hijas repitiendo los patrones aprendidos de sus madres, dando a sus hijos varones la supremacía de especie. Por experiencia laboral sé que muchas mujeres maltratadas repiten, e incluso tripiten, el patrón de pareja masculina que las maltrata y las somete a la nulidad como personas.
El problema, me temo, es mucho más complejo de lo que las feministas de carné y pata negra pretenden, secundadas por las ministras-bazofia que nos endosó Zapatero, con la pretensión ofensiva para las mujeres de ser representativas del sexo femenino. También deberemos contemplar el fenómeno, nada nuevo, de la productividad por encima de todo:
Las personas, hombres o mujeres, valemos lo que rendimos en un trabajo y la rentabilidad de una empresa está por encima de todo ello: somos herramientas para el voto, para el trabajo y para todo, máxime con ejemplos como China y Japón que viven para producir y trabajar, compitiendo con Europa y EEUU. Marcan el paso de oca que deberemos aprender los europeos para seguir viviendo y olvidarnos de aquel sueño, cada vez más lejano, de la comodidad de nuestro continente.
Saludos, querida Carmen.

Carmen Quirós dijo...

Estamos totalmente de acuerdo en la mayor parte de lo que ha expuesto; pero hay aspectos que son verdades parciales.

Uno de los problemas que enfrenta la mujer trabajadora en la actualidad es el del triunfo del modelo de familia nuclear. En esa estructura, la mujer que acaba de dar a luz está muy desprotegida. Dice usted que necesita tiempo para reponerse y es cierto; pero, incluso en el caso de que se dedique solo a la casa, el trabajo es ingente. Imposible descansar con un bebé que tienes que alimentar cada tres o cuatro horas. No digamos ya, si llora por las noches. Aumenta de modo asombroso el volumen de la colada, tú misma te manchas más, muchísimo más que antes...

Le aseguro que puede ser mucho más adecuado para descansar tras un parto ir ocho horas a la oficina si dejas a tu hijo en manos de alguien que te ofrece una tranquilidad absoluta, que quedarte en casa con él.

Por otro lado, hay otro matiz: Hay mujeres que han hecho una carrera (o conseguido un trabajo que les encanta). O buscamos soluciones para que quienes quieran tener hijos puedan compaginar su carrera con sus aspiraciones o no los tendrán.

No están los índices de natalidad en nuestro país para ponerles problemas a las mujeres para ser madres. Incluso las que, tras un análisis serio y con pleno convencimiento deciden dejar de trabajar para tener hijos, se encuentran, atónitas, con que su entorno les censura la «irresponsabilidad» y caen en la estima social porque, no nos engañemos, ser ama de casa no es algo que se respete ni apoye en nuestra sociedad.

Podríamos eternizarnos en este análisis. En lo que no discutiremos en ningún caso (y ya lo exponía en mi réplica) es que el único sitio donde no puede llevarse a un bebé es a un hospital.

Un saludo, Jano.