16/12/10

Blanco y en botella



Comparecencia
Blanco no confía en que los controladores cumplan su palabra

Así formula 'El País' el titular de un artículo en el que nos cuenta la última entrega de esta tragicomedia cocinada por los excelsos guionistas del Gobierno, Blanco y Rubalcaba, o Rubalcaba y Blanco, con la colaboración especial, tal vez eventual o etérea, del gran Zapatero.

Yo respeto mucho los sentimientos de confianza o desconfianza; pero don José debería entender que no se juega con las cosas de la democracia. No sólo están sometidos a la suspensión de derechos los controladores. El estado de alarma afecta  a todo el país. Quiero decir: el Estado de Alarma; porque lo de estar más que alarmados, aterrorizados, por esta pandilla de simpáticos gamberros tan amantes de epatar a la peña con su amor a la transgresión viene de lejos. 

Ya era difícil sostener el estado de alarma pensado para otro tipo de situaciones, no para conflictos laborales. De hecho, se hicieron huelgas salvajes con grandes destrozos, agresiones, daños a propiedades privadas y bienes públicos y a nadie se le ocurrió una idea así. Ahora, tras el comunicado de los controladores, va a ser un ejercicio de contorsionismo político y mental de primer orden, mantener la medida. Me temo que les han dejado con el culillo al aire; pero también me temo que ellos harán como que no pasa nada, que es una nueva moda y sostendrán su postura.

La cuestión es por qué tienen tanto empeño en mantenerla y lo único que se me ocurre es que estén cocinando algo serio que sacarán pronto, que soliviantará, no ya a los controladores, sino a toda la ciudadanía, tal vez y quieren tener este régimen especial instaurado para que no se muevan ni las hojas de los árboles.

Otra cosa no se explica. Los controladores se han comprometido de modo individual, por escrito a no hacer huelga en Navidad. Una vez hecho esto, por mucho que en el 'conceto' de nuestro entrañable Milhouse haya que desconfiar, no tiene otra que aceptar el compromiso.

No hay otra salida. No puede tener militarizados a los controladores sine díe. Algún día tendrá que levantar la medida y nada le garantiza que no se le pongan en huelga en pocos días. 

Ni siquiera puede garantizar ahora el buen funcionamiento de los aeropuertos. El Estado y los organismos internacionales que regulan la navegación aérea promulgaron normas de seguridad que, en principio, los controladores deben aplicar a rajatabla y si lo hacen, como es su deber, los retrasos serán notables. Ellos pueden asumir la responsabilidad de saltarse algunas de menor entidad en aras de la agilidad, para evitar retrasos; pero lo hacen bajo su responsabilidad. Nadie puede obligarles a apartarse de la normativa y la huelga de celo está servida. Ni la militarización puede evitar eso.

No tiene con quién sustituirles. Formar controladores supone mucho dinero y un tiempo que no tienen, al menos antes de las elecciones generales. 

Espero ansiosa el resultado del debate en el Congreso; porque va a ser muy divertido ver a Milhaus intentar defender lo indefendible ante SS. SS. (hablo de sus señorías, no sean malpensados). 


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