7/12/10

Seis de diciembre

La decisión de cómo, cuando y quién informada fue acertada.
Titular y fotografía Libertad Digital


Hoy fue uno de esos días en los que uno se pone nostálgico recordando aquella época apasionante en la que la incertidumbre temerosa que sucedía a la muerte de Franco, iba trocándose en júbilo, viendo que las fuerzas vivas, tan temidas por la ciudadanía, adoptaban posturas razonables y alumbraban una Constitución que nos entregaba la tan ansiada democracia.

Hoy fue uno de esos días en los que uno recuerda el entusiasmo con que se seguía la redacción de la Constitución, hasta el punto de que en la Universidad estudiábamos el proyecto, antes de que fuera aprobado.

Hoy fue uno de esos días en que se hace balance de aquella criatura que nació en un medio tan incierto, logró sobrevivir, asentarse y mantenerse durante treinta y dos años. ¡Toda una señora a estas alturas!

Una señora, es cierto, que estuvo muy lozana hasta hace poco tiempo; pero desde hace seis años acá, está cayendo en un declive constante. 

El Gobierno que nos aflige a todos los españoles la ha violado reiteradamente. Le ha metido una estocada por detrás promoviendo un Estatuto inconstitucional, burlando derechos fundamentales sin ningún pudor, vapuleándola, día sí, día también.

Y para colmo, celebra su treinta y dos aniversario en estado de alarma. Bueno... En estado de alarma llevamos seis años; pero ahora se ha reconocido mediante Real Decreto y eso elevar la realidad cotidiana a la categoría de realidad oficial.

Ocurrió que a lo largo de toda la democracia hubo huelgas que paralizaron el país una y otra vez. Que hubo manifestaciones salvajes que no sólo paralizaron los servicios esenciales, sino que atentaron con la libertad para sumarse a la huelga, contra la integridad de las personas y sus bienes y no pasó nada. No está tan lejos la última: el pasado mes de octubre, con una crisis galopante, tras seis días en los que España estuvo en quiebra en mayo.

Yo no voy a repetir el mantra: «los controladores son indignos, irresponsables, unos sinvergüenzas». ¡Me he cansado! Los controladores, los pilotos y el personal de AENA llevan treinta años haciendo esto, luego todos estamos informados de que cuando se acerca una fecha crítica: Semana Santa, vacaciones de verano, puentes y Navidad, si hay discusión de convenio, tenemos muchas posibilidades de que se declaren en huelga. 

Llevaban un año en negociaciones sin éxito. El Gobierno sabía que si les lanzaba un órdago ellos lo iban a aceptar, más si se conculcaban de forma grave sus derechos laborales. ¿Por qué es más grave que ellos abandonen sus puestos de trabajo sin declaración previa de huelga que Méndez y Toxo lleven matones al Metro y a las empresas para impedir que funcionen usando la violencia contra los trabajadores? ¿Es más grave que uno abandone su puesto de trabajo alegando indisposición en una empresa privada o que se envíe al hospital a trabajadores agredidos por un piquete porque no quisieron secundar la huelga?

Lo siento. Los controladores hicieron lo que hacen siempre. Les he maldecido en todos los tonos mil veces; pero eso significa que hay sobrados precedentes para poder vaticinar la reacción que va a desatar una acción. La política es resolver problemas mediante la negociación. María Teresa Fernández de la Vega se lo recordó en octubre a Esperanza Aguirre, trasladándole la opinión del Gobierno.

Hoy, seis de diciembre de dos mil diez, el Gobierno pacifista, antimilitarista, del talante y el diálogo, hizo que celebráramos el día de la Constitución en estado de alarma; porque incapaz de trabajar con eficacia, necesitó echar mano del Ejército para que resolviera sus errores.  Lo pinten como lo pinten, si hubo un problema es porque no supieron resolverlo y el recurso a la fuerza, por mucho que lo pinten de verde, es una prueba incontestable de su incapacidad y su derrota.

El Gobierno antimilitarista, salvado por el Ejército. ¡Con un par!

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