3/12/10

Wikileaks

Julian Assange, en busca y captura
Julián Asange (El País)

Asisto con una mezcla de asombro y curiosidad el espectáculo en el que participa 'El País', junto con otros periódicos, en la publicación de los documentos robados por Julian Asange, de momento, a los EEUU. 

No consigo elaborar aún una opinión sobre este asunto, más allá de la formal. En primer lugar, nunca he compartido la idea de que el fin justifica los medios. Robar, sea lo que sea y usar ese botín para cualquier fin, es un delito y nadie debería comprar mercancía robada para sacar provecho, por algo tan sencillo como que te conviertes en cómplice y por tanto, te puede caer el pelo. Parece que la prensa está libre de que se le apliquen esos códigos y de momento, sólo ha caído un pobre chico de 23 años, que tiene muchas papeletas para ser ejecutado por traición.

Jualian Asange asegura que lo que persigue es sacar a la luz la verdad sobre la política de las grandes potencias, de momento de la política internacional de EEUU. 

Ahora examinemos esa 'verdad'. Entrega esta información, en primer lugar, a  The Guardian,  que se la transmite a The New York Times (NYT)  y luego a Le Monde, Der Spiegel y El País. De momento, estos periódicos no han contado ninguna novedad. 

Salvo que seas una persona que desconoce por completo la realidad, es obvio que uno de los papeles de los embajadores es obtener toda la información posible sobre las personalidades, autoridades y política de los países a los que les destinan y que transmiten esa información a sus gobiernos. Los telegramas publicados hasta este momento son cotilleo puro y duro. Como publicaba un periódico (no recuerdo cual) en el día de hoy, ante la actitud tensa de H. Clinton un responsable de exteriores de otro país le respondió: «Señora Clinton, se sorprendería de las opiniones que nos facilitan sobre usted». 

En segundo lugar: ¿De veras cree el señor Asange que cualquiera de estos diarios va a publicar cosas que pongan en aprietos serios a su país o las relaciones de éste con otros países? Ya consta que El País ha censurado mucha información sobre España y procederá con la misma cautela a la hora de desvelar noticias graves de otros países, al menos de países 'amigos' o 'aliados'. Sin duda, los otros periódicos harán lo mismo. Luego si intenta 'desenmascarar' la verdad, temo que no ha buscado el mejor camino.

¿Va a quedar todo aquí o si «se siente defraudado» pondrá en marcha el Plan B sacando él mismo la información que estos periódicos no quisieron difundir, usando La Red? Es posible; pero lo dudo.

Las noticias que hay sobre Asange, australiano, de 39 años, cuentan que fue un hacker famoso (en realidad un cracker; porque el hacker es un experto en seguridad de sistemas que trabaja en proteger los contenidos y blindar los sistemas y los cracker son los expertos que violan los sistemas). Llamar hacker a un cracker es como llamar a un asesino en serie médico. La profesión de uno es curar, prevenir, restaurar y la de otro dañar, destruir, violar. 

Está muy estudiada la personalidad de un cracker. Son individuos con una noción muy difusa de la realidad, que por lo general no tienen conciencia de que están haciendo algo malo cuando invaden sistemas, a veces con fines delictivos; pero otras por el simple placer de violar las medidas de protección y entrar en los sitios más blindados.

La cuestión es que, para 'hacerse un nombre' el cracker tiene que publicar sus éxitos. No es lo mismo entrar en el sistema de un usuario común y corriente (labor de lammer) que atacar El Pentágono, El Banco de América o el Bundestag. El peligro, que forma parte de la emoción, es que la policía vigila los foros en los que publican sus hazañas usando un nick y acaban identificándoles. El reto es consumar un número de acciones de extrema dificultad suficiente para que quede demostrado lo buenos que son en materia de seguridad de sistemas, para salvar las barreras, entrar y llevarse un botín que demuestre que, en efecto, ha estado allí. ¿Con qué objetivo? Muy simple: los grandes crackers terminan siendo hacker muy bien pagados en empresas o administraciones muy poderosas, como los grandes ladrones terminan siendo responsables de la seguridad de sitios que fueron en su día su objetivo.

En todo caso, al margen de las motivaciones, me pregunto si este episodio marca un antes y un después. Lo único que ha dejado claro todo este asunto tragicómico es que no hay seguridad en la Red, que, incluso los archivos que se consideran más seguros pueden ser atacados, muchas veces sin que nadie se percate de que ha entrado alguien, ha copiado información y ha salido por donde vino.

No creo que se hundan las relaciones diplomáticas. Al contrario: une mucho compartir un problema; porque nadie sabe si mañana saldrán papeles robados en su país y serán ellos quienes queden con las vergüenzas al aire. Lo que sí ocurrirá es que, a partir de ahora, la inversión en sistemas de almacenamiento de la más alta seguridad, sufran un incremento considerable y la inversión en seguridad sea mucho más costosa al generar una demanda mucho mayor de la que hay en la actualidad en tecnología de última generación y alto coste.

Esperemos, porque será muy interesante ver qué consecuencias tiene este asunto que, de momento, es más ridículo que peligroso.


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