La fotografía que encabeza esta entrada está sacada de la web Wash Up With That? en la que se publica un artículo al que me llevó otro publicado en Libertad Digital. En esa página se muestra un vídeo en el que se ve a un montón de asistentes a la Conferencia de Cancún sobre el cambio climático firmando un documento en el que se suscribe la prohibición de prohibir el monóxido de dihidrógeno. El grupo norteamericano que planeó la broma alertó a todos sobre la peligrosidad de este compuesto químico que se encuentra en mares, ríos, la atmósfera, incluso en nuestro cuerpo en elevadas dosis. La broma consistía en que ese nombre: monóxido de dihidrógeno (H2O) es la nomenclatura química del agua.
Ya traté en otra ocasión este asunto y sigo en la misma postura. Soy ultra escéptica respecto a este asunto. Aclaro: sé que el clima está cambiando, ha cambiado y cambiará; porque es su naturaleza. En eso no soy escéptica. En lo que sí lo soy es en la banda que trafica con este asunto.
Si nuestros metereólogos no son capaces de dar un pronóstico fiable, no ya a un mes vista, sino a veinticuatro horas y fallan con profusa frecuencia en sus vaticinios, no es por incompetencia o porque analicen mal los datos, sino porque aún hay muchas cosas que se desconocen, muchos factores que juegan un papel muy importante en los procesos atmosféricos y que no son conocidos. Eso es lo que me espanta: un día de estos, uno de esos iluminados va a conseguir que le dejen realizar una intervención de calado y nos da un disgusto.
Hace meses que traté este tema con un ejemplo. ¿Estaríamos hoy aquí ustedes y yo si en el s. XVI dispusieran de la técnica que tenemos hoy y decidieran atacar el cambio climático? No me jueguen con las cosas del respirar, por favor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario