Imagen 'La Razón'
Nuestra nunca bien ponderada, culta, sobradamente preparada, insigne oradora, elegante y comedida Ministra de Sanidad anuncia a la prensa la presentación de un anteproyecto de Ley General de Salud Pública, que, entre otras cosas, prevendrá la discapacidad, evitará que los ciudadanos sean sometidos a pruebas que no sean necesarias o su efectividad no esté debidamente demostrada científicamente con el fin de evitarles molestias.
¡Y encima nos quejamos! Ha tenido que venir ella para abrir nuestros cándidos ojos a la realidad. Nuestros médicos venían aplicando a los pacientes numerosas pruebas que no eran necesarias y lo que es peor: un buen número de ellas se aplicaban saltándose todos los protocolos de todas las organizaciones mundiales, continentales y locales, que establecen el programa de pruebas y contrastes que deben superar las técnicas de exploración o tratamiento, desde el momento en que los estudios de laboratorio arrojan indicios suficientes de que una enfermedad puede ser detectada o tratada con éxito siguiendo una técnica concreta, hasta que, tras superar una serie de tramos, queda aprobada sin reservas para su adopción por los equipos médicos. Los villanos médicos españoles se pasaban por el forro todo eso y gracias a nuestra Ministra de Sanidad, podemos descansar por fin. Ya no volverán a hacer esas cosas tan feas.
Es un gran día para todos los españoles, no cabe duda. Parece que ahora ya no va a ser el médico el que tenga la sartén por el mango e imponga las pruebas, sino que el paciente puede oponerse. ¿Que me va a someter a un enema opaco para ver si tengo algún problema grave en el colon? ¡Ni lo sueñe! Eso es muy molesto. Las biopsias se las van a hacer a los santos mártires incorruptos; porque son de lo más desagradable. Así que tenemos una esperanza nada desdeñable de obtener, por fin, el control y exigir que se nos explore de forma exhaustiva y se nos hagan diagnósticos precisos; pero no toleraremos ninguna molestia.
Me ha gustado mucho eso de que va a aplicarse en la prevención de la discapacidad. Es natural que el Ministerio, que apenas tiene competencias, porque están transferidas a las C.A., sea tan sensible en este terreno y pienso que en su infinita capacidad para adoptar políticas a medio y largo plazo, ya han empezado a planificar cautelas. Una de las causas mayores de discapacidad deriva de los accidentes de tráfico. Por eso han tomado esa medida de reducción de la velocidad de circulación en autopistas y autovías. No es lo mismo darte una torta a 110 que a 120. El riesgo disminuye un montón; pero aún es excesivo. Yo creo que lo indicado sería limitarlo a 30 km/h. A esa velocidad, los efectos de las colisiones serían mucho más leves y sería efectiva la medida, esta vez de verdad, para eliminar la mayoría de las discapacidades motoras y funcionales.
Otra cosa que me encanta es la persecución de la igualdad: «Disminuir las "desigualdades injustas" en salud, sean territoriales, culturales, sociales o de género».
Veo genial que la calidad y el nivel del tratamiento sea el mismo en todos los hospitales de España, a despecho de la Comunidad en que operen, si tiene o no recursos suficientes para sostener el gasto sanitario que pueden permitirse otras comunidades más ricas.
Me permito una propuesta en aras de este alto fin: lo indicado es que el Ministerio se asegure de que todos los aspirantes a MIR que concurren a las pruebas estén al nivel de esos titulados de países no comunitarios que se presentan en masa sin haber acreditado, no sólo una formación pareja a la de los licenciados españoles, sino tan siguiera que han obtenido el título en su país de origen. Así, si alguno de ellos consiguiera obtener la plaza, no supondría ningún problema a la hora de garantizar la igualdad de calidad de tratamiento, que al finalizar la Residencia sus cualidades como médico resultaran inferiores a las que muestran otros con mejor formación académica y cualidades naturales para el ejercicio de la medicina.
Floto en éxtasis con el otro paquete: las desigualdades sociales, culturales o de género. Dado que ya hace mucho que no se le niega asistencia a nadie en la Sanidad Pública por el hecho de que no acredite su condición de beneficiario del servicio, imagino que la cosa es más sutil y da para mucho análisis. Imagino que se refiere a que las distintas capas sociales tienen patologías diferentes. Por ejemplo, los mineros y algunas otras profesiones contraen silicosis, los que trabajan en empresas que fabrican pinturas, tintes o se dedican a teñir tejidos, sufren otras patologías graves unidas a su profesión y el objetivo de Leire es que desaparezca ese riesgo de enfermedad profesional. En nada, prohíbe que se ejerzan todo tipo de profesiones de riesgo de contraer enfermedades profesionales, incluidas las que causan problemas por el uso del ratón o el teclado.
Las desigualdades culturales aún me resultan más complejas. Debe significar que, a partir de la promulgación de la Ley, eso de que la religión de los padres o el paciente impida que se le haga una transfusión queda olvidado.
La más brillante es la de género. El género es una elección, no una imposición fisiológica determinada por el sexo y en virtud de esa norma, a partir de ahora, Pepe puede ir al departamento de ginecología diciendo que es del género femenino y quiere que le hagan una citología de cuello de la matriz o una exploración de ovarios, mientras Mary Leire puede ir a pedir que le miren la próstata, porque le parece que algo no marcha bien.
Lo que más ilusión me hace es que la nueva ley va a crear tres «comederos» más. Voy a mover mis contactos a ver si me enchufan en uno de ellos. El Centro de Análisis de Políticas y Actuaciones en Salud Pública, me parece súper atractivo; aunque tampoco está mal la Comisión de Salud Pública o el Consejo Español de Salud Pública. No creo que tenga ninguna relevancia que no tenga titulación médica ni experiencia en materia de salud pública. He dirigido pleitos contra la SS con mucho éxito y en todo caso, es evidente que esas cosas están pasadas de moda y lo que necesita una persona perteneciente al género femenino por sexo o elección para ocupar un cargo relevante es decisión, aplomo y unos buenos cojones. De todo eso tengo para regalar. Estoy segura de que uno de esos puestos es para mí.
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