Tras el escándalo que suscitó la publicación de las cartas de felicitación de año nuevo de la subdirectora general de Formación para la Seguridad Vial, doña Aurora Cedenilla y la destitución de don Manuel Esteban, jefe provincial de tráfico de Palencia, por enviar un mail a todos los destinatarios de la «original y campechana» felicitación, ha salido a la palestra Pere Navarro, el jefazo de la cosa.
Ha calificado de chismorreo el escándalo y ha reiterado que la causa de la sanción es el uso indebido del correo masivo para un asunto personal que no debería de haber salido de ese ámbito.
El chismorreo es la murmuración sobre una noticia o asunto, en general de dudosa fiabilidad o que siendo real, se manipula para dañar a una persona.
La realidad es otra. La noticia ha generado un escándalo porque esa carta denota con toda claridad una carencia de los conceptos más elementales del respeto, la buena educación, la dignidad del cargo y el deber de todo funcionario de evitar conductas que denigran la institución que representa.
Esa funcionaria cobra todos los meses de nuestros bolsillos y, por lo tanto, todos los españoles tenemos derecho a saber la clase de individuos que viven a costa nuestra. No estamos ante un hecho aislado, un momento tonto, siempre grave; pero humano, a fin de cuentas; sino ante una cadena continuada de supuestas «felicitaciones» que son denigrantes para los receptores. Y eso está tipificado en las normas que rigen la función pública como falta grave.
Es escandaloso que una persona que ejerce su derecho a responder ese correo en los términos en que se emitió, expresando su malestar ante esos correos con todo comedimiento y corrección, sea destituido de su cargo por una falta calificada de leve por esas normas.
Eso no es cotilleo, es el ejercicio de un derecho a ser informados y expresar nuestra indignación ante el nepotismo con que ha actuado la Dirección General de Tráfico con un funcionario.
Todo se explica, sin embargo, ante la prueba palpable del respeto del director general por las normas. Vean el vídeo que les enlazo bajo su foto o escriban Pere Navarro en un buscador. Ha sido sorprendido en varias ocasiones saltándose las normas de limitación de velocidad.
No sólo es obligado destituir a Aurora Cedenilla. Pere Navarro no puede ni debe ser el máximo responsable de la D.G. de Tráfico. Como ciudadana que les paga el sueldo, exijo la dimisión o destitución de la pareja impresentable de forma inmediata.
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