1/2/11

Imhotep llora por Egipto



Egiptología.com

El primer «científico» conocido en la historia de la humanidad, Imhotep, vivió en Kemi, actual Egipto, en el periodo de la III dinastía. Médico, arquitecto y astrónomo, fue una figura clave en el reinado del faraón Djoser o Zoser (2665-2645 a. C.) y construyó para él la primera pirámide en Sakkara, una pirámide escalonada que evolucionaría con el tiempo hasta llegar a las que dominan el Valle de los Reyes. 

Cuatro mil seiscientos años más tarde, la tierra en que nació ese hombre sabio que escribió el primer tratado conocido (papiro Smith) en el que se recogen estudios clínicos de estricta descripción de síntomas y racionalización empírica del tratamiento, sin ninguna mención a las causas mágicas y rituales que impregnaban la medicina del Antiguo Egipto, salvo en un caso, sufre una revolución más, un periodo intermedio, quizás, no podemos saberlo.

La prensa se mantiene atenta, abundan los análisis sobre la revolución que sufre, se vincula con lo ocurrido en Túnez, con las revueltas que aparecen en Sudán. Todo son especulaciones, algunas muy bien fundadas en un repaso histórico de las últimas décadas; pero hoy es imposible saber qué dirección va a tomar esta crisis del Mediterráneo Sur.

Edurne Uriarte, por ejemplo, en su blog de ABC, 'Con ánimo de faltar' se suma a la corriente de la esperanza, aportando una tabla estadística en la que se demuestra que la respuesta de los encuestados en los países musulmanes cuando se les pregunta qué tipo de gobierno prefieren, es similar a la que dan los occidentales. Niega que la democracia sea incompatible con el islamismo y puede que tenga razón, aunque una democracia exige, para ser real, unos parámetros que no se dan en los países musulmanes; pero también es cierto que uno de los fundamentales: el nivel de educación, se da tanto en Túnez como en Egipto, los dos países con mayor número de titulados universitarios del Mediterráneo sur.

No cabe duda de que vivimos tiempos de cambios radicales. Mientras Occidente lucha con la mayor crisis económica desde la del '29, Asia emerge como potencia económica en China y la India. Ese florecimiento entraña una explosión en la demanda de alimentos y carburantes que, unida a las circunstancias climatológicas adversas que causaron grandes daños a las cosechas de nuestros más potentes graneros el verano pasado, entrañan un incremento en los precios de los alimentos que tienen especial trascendencia en países cuyos regímenes están inmersos en la corrupción, sumen a la población en una pobreza creciente o endémica, mientras los gobernantes y su entorno incrementa su riqueza y exhibe de forma grosera sus caprichos y su prosperidad.

Si cae el norte de África en manos del fundamentalismo islámico (no olvidemos que ha vuelto a Túnez Rachid Ganuchi, líder islamista que ha estado veintiún años en el exilio, aunque declara que no concurrirá a las elecciones presidenciales), el problema para España y el resto de Europa va a ser grave, entre otras razones, porque si se produjera esa circunstancia tenemos grandes masas de población musulmana que no se sienten ciudadanos de los países de acogida, aunque hayan nacido en ellos. 

Mientras el horizonte se llena de nubarrones, las horas pasan en esta piel de toro discutiendo si Zapatero sigue o no, si anunciará en tal fecha o tal otra que no se presentará a las elecciones, si se arregla algo o no con el retraso de la edad de jubilación... 

Confiemos que todo se resuelva del mejor modo, que las revueltas sean el nacimiento de una nueva era de libertades y prosperidad para nuestros vecinos del sur y los acontecimientos que estamos presenciando sean el fin de un ciclo oscuro en esos pueblos que dará paso a una etapa de renacimiento en su cultura y su desarrollo.

Y si no es así, volveremos nuestra mirada a la Virgen de Covadonga y nos aferraremos al recuerdo de aquellos lejanos tiempos en los que Pelayo cruzó el Sella, que bajaba crecido, para huir de sus perseguidores y libró una batalla que fue el primer paso hacia la recuperación de nuestra cultura, nuestras costumbres, nuestro legado cultural y religioso. Ya no será el choque de la cimitarra con la espada; pero conservamos un grado de ventaja razonable.


No hay comentarios: