22/3/11

El miedo es libre



Ninguno de los 115 españoles venidos de  Japón tiene síntomas de contaminación
Españoles descendiendo del avión. (Jaime García para ABC)

Un grupo de españoles, la minoría, decidió tomar el avión que puso a su disposición nuestro gobierno para que quienes quisieran volver a España pudieran hacerlo.

Todos ellos vivían a una distancia en ningún caso inferior a cien kilómetros. Tuvieron a su disposición, cuando aterrizaron en Barajas, un servicio médico para controlar si estaban contaminados por elementos radiactivos. Ninguno de ellos lo estaba.

Los entrevistados, coincidieron todos en la sospecha de que el gobierno japonés ocultaba cosas, que no daba toda la información a la población para no alarmar.

Veamos la realidad. Vean este documento. Miren la fecha: es de hoy a las doce del mediodía. Sigan leyendo y verán que ese documento está redactado utilizando la información que han venido proporcionando NISA (Nuclear & Industrial Safety Agency), TEPCO (Tokyo Electic Power Company) y JAIF (Japan Industrial Forum Inc.). Además, tienen la página de la Sociedad Nuclear Española. Si abren este enlace, además de la información sobre esta sociedad, verán a la izquierda un cuadro en el que pueden seguirse los informes diarios de lo que estaba pasando en Fukushima Daiichi y el resto de las nucleares afectadas por el seísmo y el maremoto.

No seré yo quien juzgue a nadie por una decisión tan humana como alejarse unos días de un lugar en el que existe un peligro potencial hasta ver cómo evolucionan las cosas. Menos aún, cuando el peligro deriva de una contaminación radiactiva. 

Esta energía siempre (o al menos durante muchos tiempo aún) se asociará no a los equipos de radioterapia que ayudan a los enfermos de cáncer, no a los cañones que radiografían las soldaduras y garantizan la seguridad de cascos de barcos y estructuras metálicas, sino con los grandes hongos de la bomba atómica.

Sin embargo, sí que me ha sorprendido la explicación de su decisión: vienen porque desconfían del Gobierno, les parece que no está dando toda la información. 

¿Por qué no la buscaron ellos? Si no sabían leer japonés, podían elegir en las páginas una versión en inglés y si tampoco saben inglés, tienen la SNE. Tenían a su alcance una información, si no completa; porque la contaminación de algunas zonas impide que entren en ellas los operarios a realizar mediciones o controlar visualmente el estado de las piscinas, por ejemplo, sí lo bastante amplia para hacerse una idea cabal del estado de cosas.

Es normal, en un gobierno prudente, que ante una catástrofe como esta, extreme la precaución, no dé datos que no sean ciertos y comprobados, no difunda información de una situación transitoria que puede llevar al desastre con la misma probabilidad que puede ser controlada.

Otra actitud sería irresponsable y reprochable. La población ya tiene bastante con lo que está pasando para que les amenacen con hipótesis plausibles; pero que no tienen por qué darse.

No quisieron o no supieron informarse. Querían que el Gobierno les confirmara que su miedo a la amenaza era real, que su ansia de escapar de un escenario peligroso en sus mentes no era absurdo (no lo era; en los primeros días, los expertos en energía nuclear que saben cómo funciona todo, estaban muy preocupados) y querían que se lo confirmaran los poderes públicos, aunque ello conllevara el precio de desatar una ola de pánico por una posibilidad que, de hecho, no se dio.

No juzgo, insisto; sólo me asombro ante las peculiaridades de la naturaleza humana y aún siento más admiración por esos compatriotas que, pudiendo abandonar el barco, eligieron correr el mismo destino que el heroico pueblo japones. 

Quiero rendirles, por ello, un pequeño y sincero homenaje. Me siento orgullosa de su sentido común y su fortaleza y quiero creer que yo sería tan noble y responsable como ellos en las mismas circunstancias.

1 comentario:

Neo... dijo...

Desde aquí yo también quiero rendir mi homenaje a mis amigos y hermanos en la fé, Quique, Ana y a sus nueve hijos que han decidido seguir en el Japón.

Que Dios los bendiga.