20/3/11

¿De qué planeta he venido?



Manuel Chaves. (Fotografía PSOE Andalucía)

Andalucía es la región que ocupa la cola de las Autonomías en renta per cápita. Forma parte de su tradición, no superada en democracia, la desigualdad social. Hay un gran latifundismo, propiedades inmensas en manos de unos pocos, que son los amos de tierras y riqueza y una gran masa de jornaleros, muchos de ellos temporeros, que sobreviven como pueden. 

La población de Andalucía, en números redondos, es de ocho millones (8.000.000) de habitantes. Su renta per cápita es de diecisiete mil doscientos cincuenta y un (17.251) euros anuales o lo que es lo mismo, mil cuatrocientos treinta y siete, cincuenta céntimos (1437,5) euros al mes. Dadas las desigualdades señaladas, la renta mensual disponible para muchas familias es muy inferior a esa cifra media.

La encuesta de población activa en Andalucía en el cuarto trimestre 2010 muestra los siguientes datos: la población activa (personas en edad de ocupar un puesto de trabajo) asciende a tres millones, novecientas setenta y seis mil, quinientas (3.976.500) personas. El número de parados es de un millón, ciento veinte siete mil, cuatrocientas (1.127.400) personas.

Vamos a centrarnos en la etapa que transcurre entre los años 1999 a 2008. En esa etapa, la Junta de Andalucía manejó un montante de fondos de ayudas a los expedientes de regulación de empleo (ERE) por importe total de seiscientos cuarenta y ocho (648.000.000) millones de euros para financiar esos expedientes.

La realidad fue que, más que para financiar los expedientes, un treinta por ciento de esa cantidad se destinó a desviar fondos hacia militantes del PSOE andaluz, mediadores y familiares de los socialistas, en lugar de a sus destinatarios naturales.

A esa cantidad hay que sumar los fondos europeos para la ayuda al empleo por valor de veinticinco millones, seiscientos noventa y siete mil, ciento treinta y siete (25.697.137) euros, defraudados por afiliados, amigos y afines al PSOE andaluz. Todo ello con la connivencia de los más altos cargos de la estructura política de la Autonomía, sin cuya participación hubiera resultado imposible este inmenso fraude.

El montante total de lo defraudado es de seiscientos sesenta y tres millones, seiscientos noventa y siete mil, ciento veintisiete (663.697.127) euros.

Antes de que saltara a la palestra este inmenso fraude era vox pópuli en Andalucía; pero nadie se movía. Ahora que aflorado en las noticias de actualidad, ningún político asume responsabilidades y los andaluces, en especial los parados, que deberían movilizarse como fieras contra la corrupción, no mueven un dedo. 

Puede que den su opinión cuando lleguen las elecciones; pero, por ahora, todo lo que hay es un juzgado que investiga y un parlamento en el que saltan chispas entre gobierno y oposición, sin que los ciudadanos, empezando por esa ingente masa de parados, se organicen para exigir responsabilidades políticas por el expolio al que han sido sometidos.

No puedo entender nada de esto. No cabe en mi cabeza que los ciudadanos no reaccionen, no ya como demócratas, sino como perjudicados por un gobierno corrupto hasta las cachas, que ha mantenido a Andalucía en los niveles de las sociedades menos desarrolladas durante treinta años porque ha empleado el grueso de los recursos generados por Andalucía y los que se les entregaron en el reparto de los impuestos de las distintas Autonomías y los Fondos Europeos en crear una red de clientelismos y corruptelas diseñados para garantizar los votos que debían mantener al PSOE en el poder.

Mi madre solía decirme que yo pertenezco a otro mundo; porque es frecuente que no entienda el que me rodea. Reconozco que su juicio era certero.



La hija de Gadafi se manifiesta con los miembros del «escudo humano».
Fotografía (APF en ABC)

Leo en la prensa que, frente a los insurgentes, miles de libios han acudido al entorno del palacio de Gadafi para protegerle, como escudos humanos, contra el ataque exterior.

Intento comprender: Es obvio que Libia es otro mundo, un país en el que los distintos clanes de beduinos se han asentado en circunscripciones estables. Cada región libia es el territorio de una tribu. Los dirigentes máximos de cada región son algo así como los «abuelos» de todos los residentes del territorio y la máxima autoridad afectiva y política para los habitantes del territorio en el que se han asentado de modo estable. 

Es obvio que la «tribu» de Gadafi, la más favorecida por su conquista del poder, debe tener el máximo interés en protegerle; porque si es abatido tras tantos años de desmanes, tan crueles en el territorio exterior como en el interior, van a pasarlo muy mal si triunfa el alzamiento.

Aún así, no puedo comprender esa fidelidad. Nadie percibe con tanta claridad como los más allegados la realidad de los pies de barro de los poderosos. Ni la persona más educada, refinada y admirable, supera la prueba de inspección diaria en su vida íntima. Siempre habrá un rapto de mal humor, un incidente que le sorprenda en una postura indecorosa, una suma de detalles menudos que rebajen esa imagen pública impecable a la condición humana lastrada por manías, vicios menudos o graves que procura superar o intenta ocultar, instantáneas que rebajan su proyección y la reducen e instalan en la condición de simple mortal.

Cuando los cercanos se enfrentan a una personalidad ciclotímica, arbitraria, carente de referencias morales, ansiosa de sangre, necesitada de dosis diarias de sufrimiento ajeno para obtener satisfacción, el héroe oficial se revela como un miserable, un gusano, una persona indigna de la posición que ostenta y debe ser relevada.

Por eso no entiendo que haya miles de libios dispuestos a morir para proteger a Gadafi. Me parece tan inconcebible que quedo sumida en el más profundo estupor, en la incomprensión más radical de las causas de esa reacción.

Es tan inasequible para mi intelecto como la pasividad de los andaluces ante el espolio que han sufrido, puesto de manifiesto blanco sobre negro.

Vuelvo a recordar la frase favorita de mi madre: «Carmen, tú no eres de este mundo». Por fin, al cabo de los años, la asumo con absoluta sumisión y fe en su criterio y no me queda otra opción que preguntarme con infinita angustia a qué mundo pertenezco, dónde está el planeta o satélite en el que tienen cabida las personas como yo. ET podía extender su dedo y orientarlo en una dirección concreta antes de decirle a Elliot: «¡mi casa!». Yo no sé dónde dirigir mi dedo índice para señalar de forma vaga el lugar en el que está mi casa. No sé de dónde procedo, no sé si es planeta o satélite; pero acepto el criterio de mi madre: no está aquí y mi angustia crece, como la de los hijos adoptados que buscan su origen y chocan con muros formados por lagunas en los datos registrales que les impiden rastrear la identidad de su madre biológica.

5 comentarios:

Yor dijo...

Tienes toda la razón del mundo y creo que no eres la única habitante de tu planeta. Es inconcebible pensar en la pasividad de la gente ante tantos excesos y desmanes: económicos, sociales, legales, morales... Reconforta con dureza ver movimientos como los de Egipto o Libia en contra de sus dirigentes fanáticos que, inevitablemente, siempre tendrán sus incondicionales.

Una vez leí una frase atribuída a Juan Gris: Juventud no es la del que tiene veinte años. Jóven es aquel que se conmueve ante cualquier injusticia en el mundo. Me gusta saber que todavía eres joven. Un abrazo.

Carmen Quirós dijo...

Creo que moriré joven. No puedo permanecer indiferente ante nada, todo me inspira curiosidad, ansia de entender, desconcierto o desazón. Sigo siendo incapaz de ver algo que no está bien y encogerme de hombros esperando que «alguien» haga algo; porque yo también soy alguien.

Habrá que fundar un club de extraterrestres que reúna a los de nuestra especie.

Un abrazo, Yor, gracias por leerme.

Neo... dijo...

Carmen, si funda ese club, apúnteme el primero

José Manuel Guerrero C. dijo...

Soy andaluz, por motivos personales, he vuelto a mi tierra, no por mucho tiempo. Andalucía ha sido durante 30 años el laboratorio de campo usado por los socialistas para experimentar sus políticas de "ingeniería social". El zapaterismo, en última instancia, ha tratado por todos los medios trasvasar esas políticas a todo el estado.
La "Economía sostenible" y todas esas bagatelas progresistas, no eran otra cosa, que eso, "andalucizar", permítame el palabro, España.
Poco les ha faltado. Esperemos.

Carmen Quirós dijo...

Neo: no lo dude.

Tiene su ironía que, al final, el cliché del «señorito andaluz» sea el comportamiento típico de los del PSOE en cuanto se les da ocasión.

Muchas gracias a ambos por leerme.