José Blanco canta victoria (EFE)
Gadafi está siendo un aliado de gran valor en la campaña electoral. En estos días en los que parece haber reventado la presa que mantenía contenida la corrupción que campa por sus respetos en este país, que lo único que tiene el PSOE para su «tú más» al PP es un caso Gürtel, frente al 'Caso Marea', Mercasevilla, los fraudes en los fondos de empleo de la UE, etc, Muamar irrumpe como una aparición en el panorama informativo.
Es muy divertido leer la prensa; porque los paladines de la izquierda resaltan la responsabilidad (les dije que esta palabra sería el mantra de la temporada) de nuestro presidente, asumiendo sus deberes de estadista en apoyo a los aliados, como debe ser y el otro bando, que le atiza recordándole el «no a la guerra».
La noticia sensacional de que el hombre con infinitas ansias de paz ha metido a nuestro país en una guerra ha eclipsado cualquier otra información. La prensa se lanza sobre el hueso que les ha arrojado nuestro presidente gótico y no hay lugar para esos titulares de pesadilla para el PSOE en las portadas de los periódicos.
Don José está exultante. Tiene un espantajo de primera categoría para agitarlo ante los medios: se le llena la boca con frases grandilocuentes para justificar la necesidad de entrar en combate y, de paso, recordarnos la foto de las Azores, lo malo que era Aznar, lo pérfido que es el PP, tan belicista.
Cuando el PP apoye sin reservas en el Parlamento la intervención, aún tendrá más munición: «¿Cómo no va a apoyarles el PP en una decisión así? ¿Acaso olvida el pueblo español que el PP es el heredero de Franco, el que rompió la vida idílica de la República metiéndonos en una guerra civil? ¿Acaso cabe alguna duda de que el PP lleva la guerra en el ADN y se mete en la primera que se le ponga al alcance de la mano como ocurrió en Irak?
No es raro que sus dedos hagan el signo de la victoria. Las guerras se sabe cuándo empiezan, no cuándo acaban y si hay un poco de suerte, esta se prolongará, por lo menos, hasta que pasen las elecciones del 22M.
Será la noticia por excelencia día sí, día también y tapará la información indeseable. Los votantes, impactados por las imágenes del conflicto en la apertura del telediario o la portada de la prensa, relegará al plano de lo irrelevante el destino de unos millones de euros, la pérdida de libertades, las minucias que forman parte de nuestra rutina diaria.
Libia será nuestra estrella y el coronel Gadafi la máxima preocupación. De paso, cada día tendremos más razones para pensar que si gana el PP, entraremos en guerras nuevas de inmediato y más nos vale pensar bien lo que votamos; porque son los señores de la guerra, los jinetes de apocalipsis, lo más «pior» que nos puede pasar.
Yo creo que no sería justo que, tras un favor tan inmenso, el PSOE le regalara a Gadafi el desierto de Almería, para que pueda plantar en él su jaima y no sentirse tan lejos de sus raíces y tramitara por vía de urgencia una pensión vitalicia para él, sus adorables retoños y las dos mil vírgenes que le acompañan, protegen y cuidan como ángeles protectores.
4 comentarios:
Mi teoría es otra: la guerra en Libia, será la tumba de ZP, y el PSOE.
Llevan años inoculando en la gente que la guerra es mala (claro), que son el partido de la pazzzzz infinita y ahora nos salen, los muy pacifistas, por peteneras bélicas.
Les pasará factura. La "ciudadanía" no entenderá este nuevo y brusco cambio.
Albiac aporta mucha luz al tema.
Un saludo
Es posible, Bate; pero pienso que el perfil de la gente a la que haya podido influir este individuo es del tipo «haga lo que haga estoy con él» y los que saben cómo funciona el mundo, más o menos, entienden que a nadie le gustan las guerras; pero a veces no hay más remedio que meterse en una. ¡Ojalá tenga razón!
No salgo de mi estupor al saber que, oficialmente u oficiosamente, España está en una guerra. Cuando Aznar nos metió en el tinglado de Irak me llevé las manos a la cabeza porque no entendía qué hacíamos nosotros allí, de escuderos de Bush, participando en una guerra que surgió del egoismo occidental, iniciada con falsas premisas. Ahora (parece ser) estamos en guerra nuevamente después de contemplar desde nuestros televisores las atrocidades que comete nuestro amigo Gadafi, que nos suministra el 9% de nuestro petroleo y monta su jaima por Europa mientras le hemos reído las gracias antaño. No sé si estamos en guerra porque la guerra ya no es lo que era, ahora es cosa de profesionales y sólo implica a los combatientes y a la población que la sufre en su territorio.
El mundo contempla un fenómeno de masas en los países árabes que reclaman justicia e igualdad de oportunidades, con la satisfacción de ver que se resuelven pacíficamente (siempre hay algún muerto en estas manifestaciones) con la abdicación del dictador. Pero en Libia las cosas se tuercen por la cerrazón de un sátrapa y su prole, que se niegan a retirarse ante el clamor popular y pretenden defender hasta el final su cortijo. El resto del mundo se mantiene vigilante con la esperanza de que el conflicto lo resuelvan éllos, pero eso no ocurre y se monta una guerra civil, que es la peor de las guerras por el veneno que intoxica a varias generaciones, y occidente decide intervenir de la manera más suave posible: neutralizando la capacidad mortífera del dictador destruyendo sus arsenales ¡Ya era hora!
Zapatero, que pasará a la historia como el peor presidente de la democracia española, ególatra y amante de los records para mayor gloria suya, ha tenido que dejar su pacifismo almibarado y unirse a una causa justa (aunque los motivos no sean tan altruistas por parte de los participantes), como tuvo que tragarse las radiaciones ionizantes que emiten las nucleares de Japón, y apoyar timoratamente la ayuda al pueblo libio ahora que tiene su batalla perdida y su carrera política destrozada. Este es el mejor Zapatero que hemos conocido y, afortunadamente, no volveremos a catar.
Un saludo, Carmen.
Reconocerá que vamos progresando, Jano. En la guerra de Irak nuestro papel era pacificar y reconstruir tras el derrocamiento del tirano.
En esta vamos de avanzadilla, participan nuestros militares, nuestros aviones y barcos.
¿Sabía usted que cuando alguien con infinitas ansias de paz entra en guerra es porque se trata de una guerra santa? Pues eso.
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