Hoy ha comparecido nuestro presidente en el Congreso para hablar del paro. Les enlazo el texto porque es una muestra más de la genial oratoria de nuestro entrañable Bambi. Y la verdad, siempre es mejor leerle que escucharle; porque el arte de la declamación no está entre sus fortalezas. Bien es cierto que no le censuro eso: prefiero un presidente aburrido como las setas que gobierne con acierto que un Cicerón redivivo que sea un desastre.
No obstante, me reconocerán que tampoco es un lince en artes de gobierno y al menos podría deleitarnos con un verbo florido. Ni eso.
Me gustó mucho la tautología: «Señores: la recuperación del empleo depende ante todo de la recuperación de la actividad». ¡Brillante! Es digno de figurar en bronce este párrafo que revela con prístina nitidez la claridad con que ve las cosas nuestro presidente. Se ve con claridad su sentido de Estado. Sí señores, habrá recuperación del empleo cuando haya empresas que necesiten contratar empleados. Y si hay tantas que no hay suficiente demanda para la oferta, mejor; porque si fuera así, el despido sería una chufla: «¿Que me echas? ¡Buah! ¡En cinco minutos tengo trabajo en una empresa en la que encima, no tendré que aguantarte, cabrón con pintas!»
¿Se imaginan lo que sería poder hacer eso cuando te notifican el despido? Vale, me disperso.
Vayamos al grano: Es evidente que tras ver la luz que los demás no podríamos ni barruntar si él no nos la mostrara, seguimos leyendo; porque seguro que lo que viene detrás es un paquete de medidas del copón para poner en marcha a toda pastilla la creación de empresas, como podría ser simplificar trámites, reducir a un 25%, por ejemplo, las cargas del empresario en el primer año para ayudarle a salir a flote, al 50% en el segundo, 75% el tercero y al cuarto ya al 100% y tirar millas. También ayudaría mucho que el empresario tuviera la posibilidad de contratar con buenos márgenes de flexibilidad para poder hacer ajustes si hay fluctuaciones y otro montón de cosas que animarían un montón a los emprendedores y que, sin duda, el gran estadista que acaba de alumbrar en el Congreso ve con toda claridad.
¡No hay medidas! ¡Oh, cielos! Dice que hay un pequeño crecimiento; pero que no podemos fiarnos, que «hay una recuperación cierta y sostenida de la economía española; pero ésta es aún lenta y también incierta (¿no quedamos en que era cierta? ¿cómo puede ser cierta e incierta a la vez?) en su progresión en cuanto el contexto económico general, el de la economía europea y mundial no acaba de estabilizarse»
¡Ondia! Esto me lo sé yo. Cuando estábamos con la crisis del copón que nos azotó en la época de Felipe González, todo era fruto de la coyuntura económica, de que los problemas de los otros no nos dejaban crecer y vino aquel clon de Charlot y empezó a tirar para arriba como un tiro y nunca más se supo nada de la coyuntura. Ahora vuelve. Es el 'contexto', así lo llaman ahora; pero yo lo he pillado. Habla de la coyuntura.
Y aún nos desmorona más hablando de que aún hay que ser más prudentes a la hora de albergar esperanzas de alcanzar una recuperación de la economía en lo que toca a la creación de empleo.
Sigue asumiendo la responsabilidad sin excusas. ¡Bien por ti, José Luis, como un campeón! Dice que va trabajar sin descanso para horadar el muro tras el que están cuatro millones y medio de parados para sacarlos de ahí.
Y sigue perorando sin decir nada concreto. Pues mire, señor presidente. Si usted es responsable, si ayer mismo supimos que no hay recortes para la Alianza de Civilizaciones ni para sus delirios personales, lo mejor que puede hacer es asumir la responsabilidad como lo hacen los mandatarios europeos. Usted se librará descornarse contra ese muro, cosa que será como instalarse en el séptimo cielo y a nosotros, de verdad, nos dejará en la gloria.
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