21/11/10

Trinidad Jiménez en fase de maquillaje

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La crisis del Sáhara Occidental le ha hecho un roto del quince al Gobierno. Su postura ante aquellos hechos no será perdonada con facilidad por sus bases, muy sensibles al problema saharaui.

No pueden comprender esta postura; porque viven a golpe de anécdota y consigna y no recuerdan hechos que ocurrieron hace ocho años, sólo ocho y en su momento aplaudieron con las orejas; porque su amado líder había desafiado al demonio con cuernos y rabo que era Aznar y eso era lo importante.

Recapitulemos: El 11 de junio de 2002 Marruecos invade el peñón de Perejil. El día 12, la ministro de Asuntos Exteriores, Ana Palacios establece contacto con su homólogo marroquí  y mantiene con él una conversación que espera que sirva para resolver el conflicto sin mayores consecuencias.

El 16 de julio, Marruecos releva a los gendarmes que habían ocupado el islote y los sustituye por infantes de Marina. En los días 12 y 13 Francia y la Presidencia danesa de la Unión Europea habían presionado a Marruecos para que se retirara de Perejil.

Ese mismo día 16, el Gobierno español envía a Ceuta un grupo de operaciones del Tercio de la Armada, con capacidad para tomar Perejil. El 17, la bandera española ondea otra vez en el islote. El 22 de julio, España y Marruecos confirman el acuerdo sobre la isla de Perejil.

Antes de todos estos sucesos, las relaciones entre Marruecos y España atravesaban una fase de tensión intensa y en lugar de apoyar la política exterior que seguía el gobierno de nuestro país, el entonces jefe de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, pidió audiencia al rey de Marruecos, que le fue concedida con fecha de 19 de diciembre de 2001. Se entrevistó con el propio monarca y nadie sabe cuál fue el contenido de lo tratado. Es evidente que el 'talante' y y el 'diálogo' de Zapatero no sirvieron para modificar la postura del anfitrión que ordenó la invasión de Perejil siete meses más tarde en un gesto de desafío al gobierno español. El PSOE se mostró encantado con la postura de su líder y aplaudió su conducta.

Sí sabemos que tres años y tres meses escasos tras esa entrevista, se celebraban elecciones generales en España. El candidato del Partido Popular, Mariano Rajoy,  era favorito en todas las encuestas; pero estallaron cuatro trenes de cercanías en Madrid y desde el primer momento, la maquinaria socialista se lanzó sobre el gobierno.

No es necesario recordar esos días de horror y vergüenza democrática en los que los socialistas traspasaron todas las barreras de la decencia, sin importarles usar la sangre de los muertos para provocar un vuelco electoral, ni hicieron ascos a violar la jornada de reflexión convocando manifestaciones ante las sedes del PP.

Sabemos, sé, porque tengo constancia de ello, que la sombra de Marruecos en el atentado empieza a proyectarse el día 13 de marzo de 2004 y se mantiene con fuerza creciente hasta el final.

Ahora Marruecos provoca una carnicería en el Sáhara, el Gobierno guarda silencio, necesita informes, pruebas, no puede acusar a la ligera, sería una gran irresponsabilidad y sus bases no lo entienden, pese a que resulta tan claro. La crisis quema en cuestión de días a un gobierno recién remodelado, que iba a ser el 'gobierno de la comunicación'. 

Hay que poner en marcha la maquinaria, cuanto antes y Trinidad Jiménez, la sonrisa del Gobierno, aprovecha el marco de la Cumbre de la OTAN para reunirse durante treinta minutos con Hilllary Clinton y le pide que EEUU «acompañe» el diálogo entre Marruecos y los saharauis.

¿Quiere que les lleven de la manita? ¿Quieren que en las conversaciones haya presencia de la diplomacia de los USA? ¿Qué significa, «acompañar», señora Jiménez?

Ni siquiera osa ejercer como figura de presión frente a Marruecos buscando un compromiso firme para que EEUU meta en cintura a su aliado preferente. Se trata de un mero gesto para la galería. No para los españoles, que volvemos a morirnos de vergüenza ante tartadefresaTrini. Es para sus bases, para los afiliados y simpatizantes que se muestran furiosos e irreductiblemente críticos con la postura del gobierno. Es el cortafuegos, el: «¿Veis cómo no les hemos abandonado y trabajamos por ellos con todos nuestros recursos?»

El problema es que ese maquillaje llega tarde y además, se aplica con tanta torpeza que se nota muchísimo que es un simple retoque que no tapa ninguna imperfección, incrementa el efecto de lo que se intenta remediar y no tiene ni el consuelo de haber arrancado un «tal vez» a la poderosa dama. Clinton oyó con toda atención y no respondió nada al respecto. 

Debería saber ministrini que los intereses de los EEUU son los propios, no los de nuestro Gobierno y que no tienen ninguna posibilidad de que les laven la cara metiéndose en algo que puede no interesarles lo más mínimo. Puede, incluso, que ellos sí sepan qué se acordó en aquella reunión y tengan buenos motivos para que el gobierno cargue con su cruz.

La clara actitud de indiferencia, incluso de empeño del presidente Obama en evitar en el encuentro para la foto de familia al nuestro, es una muestra elocuente de lo que le inspira; pero puede que le mantenga a distancia de forma tan correcta y patente, porque sabe algo que nosotros no sabemos sobre la matanza de Madrid un 11 de marzo de 2004 y probablemente sabe, también, que los otros mandatarios también lo saben.



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