Mi primera crisis de fe seria corrió a cargo del Derecho Canónico. Vi en el estudio de esa asignatura una estructura de poder tan sólida y firme que me espantó. Era obvio que ese entramado solo podía tener un objetivo: el poder, el control, la perpetuación.
Más tarde, cuando sufría el azote del terrorismo en los 'años de hierro' en Bilbao, la actitud, no ya de determinados sacerdotes, sino de la estructura en bloque de la iglesia vasca, amparando el terrorismo, enconó mi ira.
Los años fueron pasando, adquirí un poco más de cultura y aprendí más cosas sobre la Roma que asimiló la cultura griega, añadió sus propios valores y creó la civilización más importante de la historia en cuanto a transmisión la filosofía grecolatina. Al tiempo, revisé mis conocimientos de Derecho Romano y un día comprendí que la Iglesia era la heredera de ese imperio, que al organizarse había copiado con toda fidelidad su estructura, incluso en las divisiones geográficas del territorio. Sus rituales también tenían una impregnación de las grandes ceremonias de la religión romana.
Eso me reconcilió con ella en el fondo de mi ser; porque con todos sus fallos, errores, ejercicios de prepotencia y lo que yo califiqué de ceguera y estupidez supina en muchos casos, era el contrapunto obligado, la zona sombría de una tradición más vieja que ella misma. La Iglesia había asimilado en todos sus extremos el mundo en que nació, lo convirtió en su estructura esencial, lo conservó y lo mantuvo con todas las consecuencias, tanto positivas como negativas, a lo largo de los siglos, desde el año 476 de la era cristiana hasta nuestros días.
¿Qué importancia tiene esto? Yo diría que toda. El mundo cambia; pero la Iglesia permanece fiel a esa filosofía grecolatina que es la madre de nuestra civilización. La Iglesia es más vieja como entidad que como institución. La Iglesia es la heredera directa de la Grecia clásica a través de Roma, la madre de un pueblo que supo tomar la cultura griega, enriquecerla y expandirla por toda europa, el norte de África, Asia Menor... Es anacrónica en muchos aspectos; pero es lógico que sea así, porque se mantiene fiel a un pensamiento, a unas estructuras políticas y filosóficas que entroncan con Sócrates, con Arquímedes, con la sabiduría de la antigüedad y no se puede preservar el espíritu de una cultura intacto en una estructura que arranca del esplendor de Grecia, cuatro siglos antes del nacimiento de Cristo, sin resultar trasnochado en demasiadas ocasiones.
Hoy ostenta la mitra pontificia un hombre de cultura enciclopédica, filósofo brillante, teólogo eminente, de prestigio reconocido en todo el mundo. Posee carisma, dotes de liderazgo, una visión clara de los asuntos de este mundo; porque su cultura le permite analizar los problemas con mucha profundidad y datos ingentes. Ningún lider mundial tiene su talla intelectual y ese hecho, para mí, tiene mucho valor, le hace acreedor de un respeto especial; porque su talla intelectual es inmensa.
No estoy de acuerdo con su postura en muchos aspectos; pero la discrepancia que pueda despertar, sobre todo en mí, nunca puede ser un elemento descalificador y en este mundo en el que hay tan pocas ideas y es tan raro que alguien sostenga su criterio, se convierte en admirable una persona que mantiene con firmeza sus principios.
Ha venido a España. Para los católicos, una gran mayoría, guste o no a muchos, la figura del Papa tiene un gran valor que debe ser respetado. Para los no católicos de todo tipo, de ateos y agnósticos a practicantes de otras religiones, la talla personal de Benedicto XVI como intelectual, debe generar ese sentimiento al reconocer sus cualidades intelectuales de primer orden. En el plano político, hemos recibido a un Jefe de Estado con enorme influencia en todo el planeta.
Esas tres vertientes aglutinadas en la figura Ratzinger-Benedicto, hacen impresentable que el Presidente del Gobierno español no haya estado a pie de pista para recibirle y que no esté presente en los actos cumbre de su paso por España. Nuestro Presidente nos representa a todos, a los creyentes y los no creyentes, a los agnósticos, a los ateos, a los intelectuales que sienten necesario que las figuras de gran relieve en el mundo de las ideas reciban el trato que merece la ciencia que atesoran.
Es impresentable que nuestro Presidente haya incumplido sus deberes de anfitrión desde el punto de vista protocolario. Pero es más grave esa deserción cuando Cáritas, una institución de la Iglesia Católica, atiende las necesidades de supervivencia de los millones de pobres que generó con su insensatez y despilfarro. Con las Hermanas de la Caridad, que dan de comer y cenar a diario a cientos de personas, cama en sus albergues a transeuntes y sin techo. Con los Cotolengos que acogen a las víctimas de enfermedades irrecuperables y no mortales, con los centros parroquiales que acogen a los inmigrantes y tantas y tantas instituciones religiosas católicas que se encargan de que la pobreza y la carencia de recursos del Estado para atender tantas necesidades no hagan explotar este país en una ola de violencia derivada de la desesperación de un número creciente de personas que pasarían hambre o serían abandonadas a su suerte fatal si no existiera la Iglesia.
Dado el servicio que le está prestando la Iglesia Católica para mantener una paz social que no existiría si ella no se ocupara de los grandes problemas, lo mínimo que podría hacer el Presidente es tragarse sus fobias y honrar su cargo de representante elegido por sufragio universal de los españoles para honrar a la cabeza de esa organización que contribuye tanto a mantenerle en el cargo evitando revueltas de hambruna y desesperación.
3 comentarios:
a) Me admira ese mantra de Ratzinger como "un hombre de cultura enciclopédica, filósofo brillante, teólogo eminente, de prestigio reconocido en todo el mundo". ¿Me podría señalar alguien una sola aportación original de este hombre al pensamiento contemporáneo?.
b) Lo de que Cáritas atiende las necesidades de supervivencia de "millones de pobres" es, evidentemente, una hipérbole sobre la que no vale la pena detenerse.
c)La labor de "tantas instituciones religiosas católicas que se encargan de que la pobreza y la carencia de recursos del Estado, etc", no la llevan a cabo desinteresadamente, contra lo que se dice, sino para ganarse el cielo, así que deberían ir servidos. Pero además, ese mismo Estado al que tanto critican les suelta una buena pasta.
Al margen de si Zapatero debe saludar o no, que es asunto que me trae al pairo.
Gracias por su aportación, Bernard. Aunque la obra de Ratzinger se haya centrado en el campo de la teología, ésta es imposible sin una formación filosófica muy sólida.
Dado el número de cristianos que hay en el mundo, obras suyas como Informe sobre la Fe, exégesis sobre el Concilio Vaticano II y el resto de su obra, son aportaciones al pensamiento contemporáneo, que no sólo interesan a los cristianos, sino a quienes estudian las corrientes teológicas, incluso desde el prisma del revisionismo de agnósticos o ateos.
En cuanto a Cáritas, si usted lo considera una hipérbole está en su derecho. Eso no impide que las cifras sean tercas y el número de personas atendidas sea milloniario.
En cuanto al punto C, supongo que negará del mismo modo la importancia de la obra de Teresa de Calcuta o de Vicente Ferrer. Para usted no tendrá importancia; pero le aseguro que las personas que encuentran una solución a problemas gravísimos gracias a la obra de esas personas que dan comida, alojamiento y atienden enfermos, entre otras cosas, no lo ven como usted.
A mí también me trae al pairo a quién salude Zapatero, la verdad, pero uno es la opinión personal y otro las actitudes institucionales que van con el cargo y forman parte del sueldo.
No voy a polemizar, pero permítame una puntualización, Carmen: una de las muchas trampas en las que la iglesia católica ha conseguido meternos consiste en que aceptemos la teología como una disciplina científica (al menos, tan científica como la filosofía). Es algo así como considerar la güija dentro del campo de la física cuántica. Saludos.
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