16/11/10

¡Se ha perdido el CNI!

Jiménez, en el Senado. | A. Cuéllar

Nuestra flamante Ministra de Asuntos Exteriores ha pedido que seamos prudentes, al igual que la de Cultura; porque en tanto no se sepa con exactitud qué ha pasado en el Sáhara, es muy arriesgado exigirle explicaciones a Marruecos. Para acusarle necesitarían pruebas y no las tienen. La verdad es que es tan sensato que enternece, ¿verdad?

Por su parte, el Ministro del Interior, Señor Pérez Rubalcaba, ha pedido a Marruecos que despeje todas nuestras dudas. Y debe haberlo hecho con diligencia ejemplar; porque la declaración de nuestro super-mega-extra-ministro fue respondida en cuestión de horas y gracias a eso ha podido explicarnos  que todo está en orden, que ha sido impecable y que no tenemos que preocuparnos de nada.

Todos estos titulares me han dado la tarde, lo reconozco. Tras varios días de la tragedia, nuestro Gobierno no sabe que pasó y ha tenido que preguntarle a Marruecos para obtener información fidedigna. 

Lo de la ministrini se entiende; porque como es mujer, Marruecos no la recibe, tiene que ir Moratinos y claro, es él quien obtiene la información, no ella. Normal que no tenga más que rumores y que vea peligroso basar su política en ellos, que ya se sabe que la gente es muy mala y muy cotilla y hay que huir de las habladurías.

En el caso del superministro es diferente. Sí que me asusta que el hombre que declara en público que él lo sabe todo, de todos, no sepa nada de algo. Me entró tal espanto que recurrí a una técnica que me da muy buen resultado.

Imaginé la interpelación del Ministro (perdone, don Alfredo, era solo una terapia de andar por casa, no se lo tome a mal) diciendo por teléfono: «¡Alguien ha matado a alguien...! ¡Alguien ha hecho una incursión en territorio bajo protección de la ONU...!» y los otros respondiendo: «¡Que no, que no, paisha, que es que nos provocaban y hubo que darles una paliza; pero nadie mató a nadie ni quemó nada a propósito! Todo fue que se incendió una sartén con aceite al fuego con la cosa de los nervios y como la maruja no estaba en lo que tenía que estar, pues ya sabes... ¡Eran tiendas de campaña, material de fácil combustión!»

Fuera de bromas terapéuticas, había un asunto muy inquietante: Nosotros tenemos servicios secretos que decían que eran de lo mejor del mundo, al menos antes. No cabe en mi cabeza que el CNI no tuviera información de primera mano para que nuestro Gobierno supiera de la raya a la cruz todo lo que había pasado, con pelos y señales.

Sólo encuentro una explicación: El CNI se ha perdido en algún rincón lejano, no pueden comunicarse y por eso estamos así. Es la única explicación posible; porque sé a ciencia cierta que nuestro gobierno, nunca jamás, permitiría una masacre como esa, en la que cayeron ciudadanos españoles. 

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