La primera imagen que tengo en la memoria de la figura de Fidel Castro es la que recogió la niña que era yo en aquel tiempo, escuchando una conversación que no acababa de entender sobre unas personas que habíamos saludado y que me parecieron encantadoras. Al final le pregunté a mi padre qué les había pasado a aquellos señores y supe que vivían en Cuba y habían tenido que huir de ese país porque había llegado al poder un señor que les quitaba sus casas, sus tierras, sus negocios y los más afortunados, habían podido ocultar algunas joyas en su equipaje para poder sobrevivir tras la huida; otros ni eso. Me impresionó muchísimo, me pareció muy triste y pensé que ese señor era muy malo.
No mejoró mi opinión con el paso del tiempo. Por mucho que hubiera conseguido alfabetizar a los cubanos, formar cuerpos de profesionales competentes en las universidades de la URSS, la dictadura era una realidad dura y cruel, el sistema favorecía la corrupción, la persecución a quienes tenían ideas que el régimen no aceptaba. Era como el franquismo o aún peor.
Llegó un punto en que no lo soportaba. Había hundido la economía de la isla, condenado al pueblo al hambre y la miseria. La anécdota del regalo de ollas expréss me pareció en su momento una broma macabra. No hay justificación para que el hambre de poder de un individuo condene a todo un país a la carencia absoluta de recursos de todo tipo.
Cuando anunciaron su regreso triunfal las agencias de prensa hace semanas, lo único que pensé es que, a lo mejor, era el menor de los males para los cubanos seguir bajo su férula, frente a los cambios, nunca a mejor, que conllevó el ascenso al poder del hermanísimo.
Hoy se me cayeron los palos del sombrajo cuando leí la información sobre la entrevista que le concedió a Jeffrey Goldberg en la Habana. En la entrega anterior, la revista The Atlantic publica la primera parte de las declaraciones que vertió el ex-mandatario en una entrevista que duró más de diez horas: Castro hace una declaración que me dejó atónita; porque supone un giro difícil de comprender en su actitud. Criticó al presidente de Irak, Mahmud Ahmadineyad, por sus declaraciones antisemitas y le pidió que "deje de difamar a los judíos" y que trate de entender por qué los israelíes temen por su vida. (Cita textual del artículo de 'El País del día de hoy, del que está tomada la fotografía que encabeza la entrada).
La primera reflexión es el alcance de esta declaración vertida por el referente máximo, el guardián de las esencias del marxismo, el faro que guía a nuestros adalides de la libertad, con Willy Toledo como figura señera de la defensa del régimen cubano y del antisemitismo de izquierdas. ¡Ver para creer!
En esta segunda parte, Fidel declara ante la pregunta del periodista sobre la vigencia del modelo cubano y su posible validez en otros países: El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros.
No es nada nuevo, resulta evidente que es así hace décadas. Cuba ya no produce nada. Su gran industria azucarera, que tanto dinero le proporcionaba a la isla, está en mínimos históricos y no produce nada más. El bloqueo tiene importancia; pero no es la causa causante del hambre y la miseria que sufren los cubanos. El problema esencial es el sistema, sin la menor duda.
Aún así, que quien instauró el sistema, lo sostuvo a sangre y fuego, mató, torturó y cometió todos los abusos imaginables y unos cuantos inimaginables mientras glosaba las excelencias del Régimen, declare eso, le deja a uno cuajado. Esto es tan cierto que el autor de la entrevista recurre a su compañera Julia Sweig para interpretar esas palabras, claras como la luz y que no necesitan interpretación y ella, en calidad de experta en relaciones exteriores, aclara que no está hablando de un fracaso de la filosofía de la revolución, sino de que el Estado cubano tiene un papel demasiado grande en la vida económica del país.
La asumción de responsabilidades en la persecución a los homosexuales durante veinte años, de la semana pasada, tenía ribetes de esperpento. ¿Pide perdón por los homosexuales y no por los ciudadanos que se hacinan en las cárceles torturados y en condiciones terribles de vida por su oposición al régimen?
Hay una realidad evidente: Tras cuatro años de retiro, luchando con una enfermedad rodeada por el misterio, vuelve recuperado, en perfectas condiciones físicas, al menos las mejores en un hombre de 84 años y con la mente lúcida y clara. No es alguna forma de debilidad o demencia senil lo que está tras estas palabras y si hay una realidad es que Castro midió siempre muy bien cada palabra, analizó sus repercusiones, dijo lo que quería decir y nunca necesitó traductores de intenciones. Así que si dijo que el modelo cubano no sirve, tiene claro que esa declaración pone en cuarentena la validez de las ideas de la revolución en las que tiene su origen.
Yo no quiero caer en la tentación de interpretarle. Me pregunto si hay una relación entre lo que declara y la larga danza que mantuvo con la muerte durante cuatro años. Tengo la certeza de que si concede una entrevista, nada menos que a una revista norteamericana, critica a un régimen comunista amigo por su antisemitismo y declara que el modelo cubano no les funciona ni a ellos, es porque en ese largo retiro ha dedicado mucho tiempo a analizar la situación y si ha vuelto es porque quiere poner en marcha el plan elaborado en su Aventino particular. Habrá que esperar a ver qué pasa. Confío en que pase algo y que ese algo sea, por lo menos, el principio del fin del sufrimiento del pueblo cubano.
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