5/9/10

Un elefante en una cacharrería


Quiero empezar con una declaración de principios que creo haber hecho ya en alguna entrada para centrar mi visión de la política. 

No pertenezco a ningún partido ni voy a hacerlo nunca; porque quiero conservar mi independencia a la hora de votar. No tengo afinidades ideológicas; porque considero que es una estupidez, un anacronismo y un problema gordo que haya un electorado que vota, no por el candidato que parezca tener mejores ideas para resolver los problemas, sino para que pierdan los otros. Yo sólo le pido al candidato que me garantice que va a respetar las reglas de juego de la democracia, que va a trabajar duro y a intentar hacerlo lo mejor posible, con la vista puesta en el interés general. 

Aclarado el asunto, voy a redactar una entrada en primera persona; porque pienso que sería mucha chulería por mi parte pretender que mi punto de vista sea compartido por otras personas. Sólo transmito lo que veo e intuyo y pido excusas por tanto personalismo.

Me divierte mucho el jaleo que se ha montado en el PP asturiano con la amenaza de que se elija a Álvarez Cascos para la presidencia de la Autonomía.  El revuelo en el gallinero es impresionante y lo paso en grande viendo en la prensa los ataques de nervios que están sufriendo las 'taifas'.

A mí el señor en cuestión no me resultaba nada simpático cuando estaba en el Gobierno. Le encontraba maleducado, prepotente e insufrible cada vez que abría la boca; pero opino que un político no cobra por ser simpático, sino por ser eficaz.

Está cantado que el señor Areces (que fue un magnífico alcalde de Gijón y en su momento, parecía uno de los políticos de más talla del panorama en Asturias) alcanzó su nivel de incompetencia  cuando dio el salto a la Presidencia de la Autonomía. No fue un presidente eficaz, capaz de afrontar los retos que lastran el desarrollo de la economía local. No llegamos a salir nunca de la crisis del felipismo y me atrevo a asegurar, que ni siquiera salimos de la del '73.

Esperaba que Tini nos diera impulso; pero no fue así. Asturias se hundió en una red de corruptelas, en un reparto bien planificado de los fondos europeos a través de empresas de amiguetes que ni siquiera tuvieron la decencia de usar esos fondos para generar un tejido empresarial sólido que tirara de la economía regional. Se trataba de crear pantallas jurídicas que proporcionaran acceso a las subvenciones y punto.

No estaba ajeno el PP, presidido por el inefable Ovidio, de esa deriva. Aunque la tajada del león se la llevara el PSOE, se les concedían suficientes prebendas para que se estuvieran quietos, no molestaran demasiado y jamás intentaran (Ovidio creo que podría haber sufrido un infarto si por un milagro hubiera ganado unas elecciones, ante la idea de tener que trabajar, al menos en apariencia) ganar unas elecciones. 

Quitando a Gabino de Lorenzo, se mirara a donde se mirase en el plantío político regional, se te caía el alma a los pies. No encontrabas, no ya un político decente, sino alguien que tuviera un oficio presentable en la materia. Una banda de 'mataos', de la extrema izquierda a la extrema derecha, pasando por el centro, norte y sur.

Todos eran felices. Ahora que Tini se iba, los del PP iban a presentar alguna de sus estrellas, muy conocidas en su casa a la hora de comer, con un currículum nulo como políticos, hartos de perder elecciones, como la representante del PP de Gijón y como todos los asturianos estamos desesperados, votaríamos a la derecha con la remota esperanza de que sonara la flauta por casualidad.

Y de repente aparece Cascos. Todos saben (porque ya lo hizo) que va a entrar como un elefante en una cacharrería, que va a hacer una limpieza en el partido que va a volverlo del revés, privar a muchos inútiles que habían sabido conseguir una confortable poltrona en la que no daban un palo al agua y formar un equipo eficiente, dirigido con mano de hierro con el objetivo de formar un puñado de políticos de peso que nos saquen de la penuria en la que estamos inmersos desde que se trasladó la Corte a León.

Eso me gusta mucho. Pero aún me gusta más la idea de tener un presidente lenguaraz, maleducado, con un genio de mil demonios, que puede armarle al Presidente del Gobierno que toque la de San Quintín, si considera que se están perjudicando los intereses de Asturias.

Me cae fatal, ya lo he dicho; pero no quiero un presidente que me caiga bien, sino uno que ha demostrado una honradez intachable en el manejo de los fondos públicos, pese a que buscaron bajo las piedras intentando encontrar munición para acribillarle; que sea trabajador, que sepa lo que se trae entre manos y represente una esperanza bien fundada de que esto deje de ser el 'Paraíso Natural' y se convierta en un lugar donde haya trabajo, oportunidades y riqueza.

Lo siento por los que van a sufrir el azote de su látigo; pero se lo merecen por 'mantas'. Es mucho más sincero mi pesar por quienes tengan que trabajar con él, debe ser una pesadilla; pero es el único que puede meter mano al desastre, a esa Administración Autonómica mastodóntica que nos cuesta un dinero que necesitamos para otras cosas, que sabe cómo atraer proyectos que dinamicen nuestra economía, que luche como un campeón para que se solucione de una vez el gravísimo problema de nuestras infraestructuras. 

Si hubiera otra opción, sería estupendo; pero esto es lo que hay y no podemos permitirnos que los compadreos de los varones de un partido nos mantengan por los siglos de los siglos en la penosa situación en que estamos.

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