20/9/10

Vicevogue


Hoy se ha levantado un pequeño revuelo  con la publicación en el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ) sobre el fashionismo de nuestras ministras. ¡Qué mal les ha sentado!

La apodada por aclamación De la Vogue desde que el elenco femenino del primer gobierno de Rodríguez posó para la citada revista, mostró la más profunda indignación y dio pruebas, una vez más, de uno de los peores fallos que se pueden tener, tanto en oratoria como en redacción: amontonar adjtivos. Gracias a Dios en esa infinita limitación mental que deriva del hábito de expresarse utilizando tacos o frases hechas, no tiene recursos para encadenar más de seis del tirón; que si tuviera un vocabulario extenso y agilidad, sería el acabose.

Nuestra divina de la muerte, que no ha repetido un traje en los seis años que lleva en el gobierno y que siempre va 'oofside' (un palabro importado que enamora a los gurús del estilo y el saber estar que significa que te has puesto ropa demasiado elegante para la ocasión, que tocaba algo más 'casual') entró al trapo como siempre y espetó esto a los periodistas:

 (El artículo es) «completamente irrespetuoso, ofensivo, intolerable y antiguo». (Quien lo ha redactado) ni conoce ni respeta la realidad y tampoco a las personas. No sólo es conservador, sino que pertenece a épocas que felizmente tenemos superadas».

Discrepo de su opinión, doña María Teresa en cuanto la condición de la crónica. El artículo es riguroso, está debidamente ilustrado con fotos que resultan innecesarias porque en este país todos estamos atónitos ante las dimensiones de su fondo de armario. Exhibe usted a lo largo del año no menos de doscientos modelos diferentes, ropa de diseñadores caros que calculando que le hagan descuentos espectaculares podemos estimar en novecientos euros (insisto precio de amigo) por modelo. Usted se gasta, señora ministra, un mínimo de 180.000 € (29.88.0.000 pts) al año en ropa . 

Yo diría que el que redactó el artículo sí conoce la realidad, como la conocemos nosotros. Nuestro país sufre una crisis terrible y es normal que en un país serio se asombren de que ustedes aparezcan día sí y día también como si fueran a un cóctel. La ministra Salgado fue objeto de cachondeo generalizado durante la presidencia europea de España, presentándose con un traje de raso rosa, apropiado para una boda, no para una sesión parlamentaria. 

Eso es una vulgaridad. Ustedes muestran una incompetencia tan obscena que se suma a la vulgaridad componiendo unas figuras grotescas en  todos los extremos. Ustedes son las antiguas, comportándose como nuevas ricas, exhibiendo modelos ostentosos en plena crisis. Ustedes son como la corte de Versalles, señora mía, que celebraba grandes fiestas mientras el pueblo moría de hambre. Se burlan de ustedes y lo hacen porque se lo han ganado a pulso. Punto pelota.

Sí estamos de acuerdo en que es irrespetuoso, ofensivo e intolerable el pase de modelos que hacen usted y sus compañeras; pero sobre todo usted. He hecho un cálculo a la baja de la ropa; pero no es sólo la ropa. Lleva usted la montura de las gafas siempre a tono con la ropa. Unas gafas progresivas no cuestan menos de 800 € y sumamos la ornamentación: pendientes, collares, medallones, etc. ¡Ah! ¡Y el calzado y los bolsos, otra factura que se acerca a la de los trajes. 

Las cuentas no nos salen, señora mía. Usted es hija de un represaliado del franquismo y todos sabemos por experiencia propia que los represaliados no tenían ninguna posibilidad de hacerse con un capital que dejar en herencia a sus hijos. Antes de ser ministra, era usted una secretaria de juzgado de lo social y luego ingresó por inexistentes méritos en la carrera judicial, que tampoco es que esté bien pagada.

No hay bases para suponerle una fortuna personal que soporte los cálculos y su sueldo no da para tanto. 

No se me alborote, doña María. Piense que el periodista puede picarse, hacerle las cuentas con un equipo de asesores expertos en moda, precios de trajes, gafas de diseño y complementos y puede verse en un apuro gordo. Que yo calcule, no es relevante; pero que le haga los números el FAZ sería otra cosa muy distinta y es mejor que aplique lo que me recomendaba mi madre en la época en que los albañiles te decían 'piropos'. «Haz como si no oyeras nada, como si no existieran, mantente seria con la barbilla alta y nunca aceleres el paso». 

No hay comentarios: