Hoy no tengo ganas de analizar los periódicos. He tenido una idea absurda esta tarde y me apetece fantasear sobre ella.
La mayor urgencia de los españoles es que José Luis Rodríguez Zapatero dimita y convoque elecciones. Es precisa una dimisión inmediata; pero las elecciones requieren unos plazos y hay que respetarlos, aunque es muy importante que se fije de inmediato la fecha.
La oposición no va a hacer un ejercicio de responsabilidad presentando una moción de censura; pese a que sería bueno para todos, en especial para el PSOE que Zapatero desapareciera para frenar el daño que está sufriendo el partido.
Sólo hay una posibilidad: que seamos los propios españoles quienes presionemos para que se vaya. ¿Cómo hacerlo?
Una coalición de organizaciones cívicas invita a los españoles a concentrarse en silencio lo más cerca posible del Palacio de la Moncloa el tiempo que haga falta, firmes en nuestros puestos, hasta que Zapatero comparezca ante los medios anunciando que había presentado su dimisión y que convocaba elecciones en una fecha concreta y le pregunté cuánta gente acudiría a esa cita, dando por hecho que sería poca.
¿Por qué en silencio?, se preguntarán. La razón es muy simple: es un acto grave, muy delicado. Es indispensable usar la estrategia Gandhi: la resistencia pasiva. La protesta con gritos, insultos y descalificaciones, podría favorecer la intervención de grupos de contramanifestantes. Una protesta silenciosa y pacífica es mucho más intimidante y efectiva que una algarada. Por otro lado, se trata de dar testimonio de la voluntad de los españoles de que se marche, no de causar molestias a los ciudadanos, entorpecer el tráfico, la actividad comercial, la vida de la ciudad. Se trata de una masa tranquila e inofensiva que no da ningún motivo para proceder a su disolución o decretar un estado de alarma debido a un ataque grave a las instituciones del Estado.
La gran pregunta es: ¿Tienen la suficiente fuerza las organizaciones civiles para organizar un acto así? ¿Existe una articulación suficiente en la sociedad española para lograr un éxito en la convocatoria o lo que es lo mismo, congregar una masa crítica de suficiente entidad para que adquiera un grado de representatividad necesaria, demuestre que son muchos los españoles que quieren que dimita el presidente y se convoquen elecciones para una fecha concreta, en el plazo más breve posible?
Esa es la incógnita. Hay casi cinco millones de parados. No es absurdo calcular que, al menos el 10% estarían dispuestos a emplear su tiempo en forzar la dimisión. Hay muchos ciudadanos jubilados, amas de casa, incluso personas que, aunque no puedan sumarse al plante permanente, sí está a su alcance engrosar la concentración en su tiempo libre, como fines de semana.
Puede que sea imposible organizar algo así; pero hay una cosa segura. Si los españoles no tomamos la iniciativa del desalojo, nadie lo hará por nosotros y cada día, nos acerca un paso más al abismo.
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