Mi infinita ignorancia en materia económica me hace contemplar determinados fenómenos como un misterio indescifrable
Leo en la prensa salmón que la Comunidad de Madrid ha cerrado el ejercicio con un ingreso de 350 millones más de lo previsto para 2010, mientras que Artur Mas detecta irregularidades contables en la Generalidad de Cataluña que demuestran que la deuda real es muy superior a la declarada.
Tenemos datos para aventurar a estas alturas que los gobiernos de derechas, al menos en España, son más eficientes a la hora de gestionar la economía; pero no alcanzo a entender en qué estriba la diferencia. La economía es una disciplina científica o técnica, me da igual, como lo es la ingeniería o la medicina.
Si un economista, un ingeniero o un médico hacen un diagnóstico, trabajarán sobre una base esencial: los datos que analizan. Luego aplicarán las herramientas científicas de su oficio. Uno se identificará más con determinada escuela o corriente, otro con otra, que ofrece fórmulas diversas para, hecho el diagnóstico, emitir el informe sobre la vía más adecuada para tratar un problema económico, una estructura deteriorada o amenazada o una enfermedad; pero queda fuera de mis esquemas el dato de que la ideología de un profesional determine un mayor o menor éxito en las soluciones que propone.
Cualquier político sabe que si su gobierno genera riqueza, empleo, oportunidades y bienestar para los ciudadanos, sus posibilidades de ganar las siguientes elecciones serán muy altas y la lógica dicta que su primera medida debe ser rodearse de un equipo de economistas solventes que le dicten la política económica adecuada para seguir ganando elecciones y escucharles como a la palabra de Dios: poner en práctica con rigurosidad sus dictámenes, concentrar el grueso del esfuerzo en la prosperidad y, logrado ese objetivo, pedirles que analicen qué recursos quedan disponibles para atacar otras tareas, que generan gasto y ningún ingreso, aunque puedan suponer beneficios en otros terrenos. Ignorar la estabilidad y el desarrollo económico, más tras una etapa larga de bonanza, es un suicidio político.
Por eso no entiendo las diferencias. Cataluña era más rica y próspera que Madrid cuando el Tripartito descabalgó a CIU del poder. Esperanza Aguirre no parecía una mujer muy brillante. De hecho, fue uno de los miembros del gobierno de Aznar que dejó una imagen más gris, si no patética. Gana las elecciones a la Presidencia de la Comunidad de Madrid y pone en marcha una política que hace que, pese a que el gobierno socialista hizo lo posible y lo imposible (imposible porque no cabe en una democracia que el Gobierno se salte la ley para perjudicar a un adversario político) para ahogarla, se generara una dinámica económica que permitió que la crisis que sufrimos todos fuera un poco más leve en la Comunidad de Madrid e iniciara la recuperación antes que otras comunidades.
Por el contrario, a Cataluña se le dio todo. El presupuesto fue muy generoso con el Tripartito, al menos mucho más de lo que fue con Madrid, con Asturias, con la Comunidad Valenciana o Aragón.
¿Dónde está la diferencia? Hoy leo en 'El Confidencial' que AENA cerró el espacio aéreo, pese a que podían operar más del 50% de los vuelos. Es obvio que Fomento persiguió dar un golpe de mano, tanto para dinamitar la posición de fuerza de los controladores, como para generar una corriente de opinión que concentrara en los incidentes la atención de los ciudadanos, para eliminar el debate y la toma de postura ante las durísimas (no niego que fueran necesarias) medidas que acababan de tomar.
Ese cierre supuso cuantiosas pérdidas para el sector en un momento en el que no podíamos permitirnos como país el menor perjuicio económico, menos aún, perjudicar a una empresa que había pasado de una posición muy saneada a grandes pérdidas derivadas de proyectos absurdos, como el aeropuerto de Ciudad Real, por citar el más sangrante, que tragaron miles de millones en la construcción, cientos en el mantenimiento anual de instalaciones que no tenían, ni podían tener rentabilidad a corto o medio plazo y era más que dudosa a largo. Pero también para muchos otros: hostelería, servicios médicos, transporte de mercancías como frutas o flores.
Un efecto colateral de esa medida fue la incitación a miles de ciudadanos a entablar acciones legales contra los controladores, que pueden quedar en agua de borrajas; porque si los controladores demuestran que la interrupción del servicio fue extemporánea, excesiva y determinada por una decisión administrativa, no sólo no sufrirán ningún daño, sino que será responsable de los daños que sufrieron la Administración Pública; pero entre tanto, habrá transcurrido el plazo de un año para reclamar daños a la Administración, tendrán que pagar las minutas de los abogados y no recibirán ninguna compensación.
No lo entiendo. No entiendo por qué, cuando el gobierno cae en manos socialistas, la política se orienta a una estrategia que lleva a la crisis, la destrucción de empleo, al perjuicio para los ciudadanos y las empresas y cuando gobierna la derecha, sea CIU, PNV o PP, todo cambia; lo que era imposible se hace realidad, las cuentas cuadran, se genera un equilibrio que crea riqueza sin que decaiga el nivel de prestaciones sociales.
Por más vueltas que le doy, no obtengo respuesta, seguro que porque soy muy ignorante; pero, aunque asumo mis limitaciones, los hechos son tozudos y los datos cantan. Parafraseando al Excmo. Sr. D. José Blanco, los genes de los socialistas llevan impresa la crisis y los de la derecha, la prosperidad. Los genetistas tienen la solución y algún día nos darán la clave; por ahora, no nos queda otra que fiarnos de la evidencia a la hora de votar.
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