Artur Mas (Fotografía de Appi News.Yahoo!)
La Generalidad de Cataluña está en serios apuros. Dicen que el tripartito arruinó Cataluña, que lo que pasa ahora no es culpa suya, sino de esos dementes que dejaron exhaustas las cajas.
Vayamos por partes: CIU en las elecciones de 2006 fue la fuerza más votada, obtuvo 48 escaños. El PP obtuvo 14 y C's 3.
CIU gobernó Cataluña durante muchos años, cosa que significa que tiene experiencia amplia y aunque estuviera en la oposición, le resultaba más sencillo que a otras formaciones que nunca habían gobernado, ver con claridad los efectos económicos, políticos y sociales que generarían esas decisiones.
El tripartito sumaba 37 escaños de PSC, 21 de ERC y 12 de ICV. 70 escaños.
Si a CIU le hubiera importado de veras el futuro de Cataluña ante las demenciales políticas de derroche del tripartito, es cierto que hubiera estado siempre en inferioridad; pero sólo por cinco escaños, si se hubiera aliado con el PP y Ciudadanos. Más si tenemos en cuenta la tendencia de los diputados a hacer novillos. Una buena conjura con el resto de las fuerzas políticas de la cámara, hubieran permitido que tiraran abajo muchas medidas que resultaban muy dañinas a medio y largo plazo para Cataluña.
Lo que ocurre es que CIU es un partido tan sectario como lo son todos los nacionalistas, incapaz de anteponer los intereses de los ciudadanos a sus prejuicios. No hizo una oposición seria, no luchó por Cataluña, siguió una hoja de ruta orientada a recuperar el poder y prefirió que se arruinase esa tierra que tanto dicen amar antes de pactar con los 'españolistas'.
Y ahora, tras esos años de dejar hacer, a sabiendas de las consecuencias; porque insisto: sabían lo que dejaron cuando la alianza les descabalgó de la presidencia, el estado de las arcas, las deudas pendientes de vencimiento, los efectos que podían derivarse para Cataluña de las feroces campañas que obligaba a rotular en catalán, a las que no podían escapar los pequeños comerciantes e industriales; pero sí otras empresas, se hacen de nuevas.
No pueden negarlo, lo habían visto. Les ofrezco un dato: en el año '96, más o menos, unas declaraciones de los políticos catalanes me llevaron al «hasta aquí hemos llegado». Juré que no compraría nada hecho o comercializado en Cataluña.
En casa siempre desayunaron Cola-Cao los niños, cereales, los adultos consumíamos café... Descubrí que era imposible mi boicot; porque aunque optara por comprar Nesquick, Nestlé comercializaba todos sus productos en Cataluña. Kellogs igual. Todas las marcas de café del mercado, tenían su domicilio social allí y, uno tras otro, la mayoría de los productos que compraba venían de Cataluña.
Hace ya años que todas esas marcas de consumo habitual tienen su sede en el cinturón industrial de Madrid o de otras provincias. Luego fueron testigos directos del éxodo masivo de empresas multinacionales que, hartas de sus veleidades lingüísticas, que incrementaban sus costes de roturación y presentación del producto, migraron a lugares más amigables, con el perjuicio correspondiente para Cataluña.
Ahora están con el agua al cuello. Se encuentran con un agujero muy superior al que esperaban, con un tejido empresarial mermado, con una pérdida importante de capacidad de generar riqueza y están desesperados. ¿La solución? La de siempre: que pague el derroche y la corrupción catalana el resto de España.
Y no por solidaridad, no. Debemos hacerlo porque se lo debemos y si no lo hacemos, les sentará muy mal, se enfadarán mucho. Incluso exigirán la independencia.
¿Qué les debemos, señor Mas? Le cuento: cuando Asturias era una región rica, andábamos por carreteras estrechas y llenas de baches, nuestras comunicaciones eran penosas; pero ustedes tenían autopistas financiadas con el dinero de todos los españoles.
Cuando llegaron los fastos del '92, la Expo se la llevó Sevilla, sí; pero la tajada del león, las olimpiadas, que daban mucho más publicidad y exigían mayores inversiones, se las llevaron ustedes y España invirtió lo que no está escrito para dotarles de las instalaciones y la infraestructura más moderna.
A lo largo de todos estos años, la debilidad de cada gobierno de turno nos hizo rehenes a todos de sus chantajes. Cada apoyo al gobierno tuvo un precio que supuso privar a otras regiones, mucho más pobres y necesitadas de esos recursos para salir de su situación, desviando fondos ingentes o privilegios infames para Cataluña.
No les debemos nada, señor Mas. Ustedes le deben a España todo lo que son y nunca podrán pagar la deuda que tienen con el resto del país, que ha estado dándoles sin recibir a cambio nada más que juego sucio, acciones empresariales de una ruindad abyecta para sacar del mercado empresas competidoras o amparados en los estatutos de su todopoderosa Caixa, lanzar opas sobre empresas florecientes en otras regiones para realizar operaciones muy favorables para sus intereses; pero que hundieron la economía de los que apenas tenían lo justo para salir adelante.
Confío, señor Mas, que los españoles seamos por una vez pragmáticos, votemos de forma masiva a un candidato para que tenga la mayoría absoluta que necesita para no depender de las garrapatas nacionalistas. Y luego, exigir a ese gobierno que invierta donde de verdad lo necesitamos: en Soria, en Guadalajara, en Teruel o en el norte y a ustedes les dejen que se arreglen como nos arreglamos los demás, con lo que les corresponda en el reparto y si tienen que cerrar alguna 'embajada', pues mira que pena.
Señor Mas: usted y los suyos han conseguido que el resto de España haya pasado de adorar a los catalanes a sentir tanto asco y desprecio hacia ellos, que cuando oímos a alguien hablar esa lengua de paletos mientras corretean por nuestras calles, osando comparar una iglesia de comienzos del s. VIII con cualquiera de los edificios de lo que en esa época no era más que la Marca Hispana, tengamos dificultades para controlar nuestro desprecio hacia esa ignorante osadía y pedirles que se larguen a su tierra, porque no son bienvenidos.
Me duele mucho sentir eso. Me duele mucho lo que han hecho con todos nosotros: con los catalanes y con el resto de los españoles; pero eso es lo que hay y sólo pido que la historia les haga justicia y pasen a ella como lo que fueron en realidad: el cáncer de Cataluña, la bomba que dinamitó lo que otrora fue un lugar próspero, educado y culto en una caricatura de sí mismo en la más negra ruina.
Y deje de amenazarnos con la independencia. Para empezar, si se hiciera un referendum en el resto de España, seguro que ganaba el voto favorable. Segundo: ¿Independencia con esa deuda que les ahoga? Permítame que me ría.
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